Este año ha resultado ser uno de los más agitados y violentos de los que se recuerdan, y termina con una reconfiguración completa del poder en oriente medio, una de las zonas más convulsas del mundo. Los salvajes atentados de Hamas contra Israel del 7 de octubre de 2023 desataron la ofensiva israelí sobre Gaza que se ha desarrollado a lo largo de todo este año, convirtiendo la franja en una escombrera y dejando a Hamas en las raspas, pero al precio de la muerte de miles de palestinos, y la miseria absoluta de otros muchos que ya no van a poder vivir allí. Israel no ah conseguido que todos los secuestrados vuelvan a casa, pero si se ha convertido en el gran poder regional de la zona.
Y es que, con la ofensiva en Gaza en marcha, la enemistad con Irán ha ido subiendo de grado hasta llegar al intercambio mutuo de cohetes entre Teherán y Tel Aviv, escaramuzas de alto riesgo que han dejado en evidencia las debilidades del régimen iraní. Israel ha visto su oportunidad a lo largo del año y en verano decidió abrir el frente norte del Líbano, con el objetivo de acabar con Hezbollah, la gran milicia chií que controla de facto ese país. Con una acción previa de inteligencia que sorprendió a todo el mundo, la explosión remota de los buscas que utilizaban los dirigentes de la organización, dejando a muchos de ellos mal heridos y a todos aterrados, Israel se lanzó a una ofensiva dura en la que han muerto unos cinco mil libaneses y prácticamente todos los altos cargos de la milicia, quedando diezmada. El derrumbe de las fuerzas proxys iraníes ha sido aprovechado por los milicianos que luchaban contra el régimen de Asad en Siria, y en una ofensiva relámpago de un par de semanas que nos ha dejado a todos asombrados, se han hecho con el país y obligado al dictador a huir buscando cobijo en la madriguera rusa. A resultas de todo esto la zona ha cambiado más en este año que en las últimas dos décadas, con un Irán muy disminuido, en crisis profunda, una Israel dominante que no pone freno a sus ambiciones y una incógnita siria que nadie sabe si va a derivar en un estado islamista, en una partición de facciones en guerra al estilo de Libia o vaya usted a saber qué. En la otra gran guerra de nuestro tiempo, la de Ucrania, las cosas han ido mal para Kiev a lo largo del año. Poco a poco, a velocidad ridícula y a un coste humano y militar salvaje, Rusia conquista posiciones, y la maniobra de Kiev de penetrar en territorio ruso a través de la provincia de Kursk, producida en verano, no ha cambiado el curso de la guerra. Moscú ha puesto soldados norcoreanos sobre el terreno, en una internalización de la guerra que deja muy a las claras los dos bloques que se oponen sobre la torturada superficie de aquel país. La evolución de esta guerra es incierta, pero todo el mundo suponemos que va a depender más de lo que suceda en Washington que de los avances en las trincheras. En un año de múltiples elecciones, todos los ojos estaban puestos en las norteamericanas del cinco de noviembre, a las que se presentaban Biden y Trump. El primero se cayó de la carrera por la reelección tras un desastroso debate, que dejó claro que hace tiempo que no está capacitado para liderar un país, ni ese ni otro. El segundo casi resulta asesinado en un atentado en julio, pero el tirador error por milímetros y sólo le rozó en una oreja. Obligados a cambiar de candidato, los demócratas escogieron a la vicepresidenta Harris, y el marketing de su campaña dio esperanzas a muchos de que pudiera alzarse con la victoria, pero los comicios ofrecieron un resultado inapelable, una victoria incontestable de Trump, que llega al poder rabioso, vengativo y con Elon Musk a su lado, en una combinación muy extraña de la que nadie sabe qué es lo que puede acabar saliendo.
Lo que Trump decida sobre Ucrania, aranceles, defensa en la UE, relaciones comerciales con China y demás será, en gran parte, lo que determine el devenir del próximo año. Desde Europa contemplamos todo esto con temor, porque 2024 ha sido un mal año para nosotros, con la economía estancada y con las dos grandes naciones que nos dominan, Francia y Alemania, sumidas en el marasmo político y con creciente peso de fuerzas populistas. Ha sido este un año de aumento del desorden global, y es de esperar que con Trump eso no sea sino una constante a lo largo de su mandato. Nadie es capaz de predecir cómo se va a comportar, y eso hace del próximo 2025 una incógnita y, potencialmente, una amenaza.
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