martes, diciembre 10, 2024

Horrores e incógnitas sirias

La dictadura de los Asad se ha mantenido en pie en Siria durante un poco más de medio siglo gracias al empleo indiscriminado del terror, de muy variadas formas. El padre y fundador de la saga, Hafed Al Asad, apodado la esfinge por la nula expresión de sentimiento que emanaba de su rostro, nunca dudó en usar todo tipo de fuerza para imponerse, incluido el gaseamiento de poblaciones enteras con arsenales químicos, matando a millares para mantener el control del territorio. Su hijo Bashar, que estudió oftalmología en Londres, aprendió algo de ojos y, sobre todo, de torturas, y desde el año 2000 ha regido con puño de hierro la nación, aplastando todo lo que pudiera significar resistencia

No hay demasiadas diferencias entre las atrocidades sucedidas en Siria estos años y las fantasías pseudomedievales que se muestran en series de televisión de gran audiencia, con la salvedad de que lo que ha pasado en Siria es tristemente real. Durant años y años miles de personas han sido detenidas, torturadas y asesinadas de maneras infames por las fuerzas del régimen, y ahora que ha caído, se empiezan a liberar algunos de esos centros del horror del que salen, lo que queda de ellos, supervivientes en un estado que asombra y deja mudo a quien los contempla. Sednaya es una de los centros de tortura más famosos del país, y ayer, tras la toma del poder por parte de los rebeldes, fue abierto y se empezó a evacuar a los que allí quedan. No es un campo de exterminio en el sentido nazi, por sus escasas dimensiones, pero sí un lugar de matanzas y torturas inmensas, en el que se calcula que unas treinta mil personas han sido asesinadas a lo largo de su historia, y a saber cuántas miles han pasado por allí para cumplir condenas por delitos inexistentes, relacionados con la oposición a los Asad. Además del complejo de edificios que forman parte de la instalación, se está accediendo a los sótanos, enormes, de varios pisos, en los que cientos y cientos de personas se apiñan no ya en cárceles, sino en algo parecido a nichos, preconfigurando lo que sería su seguro futuro. Hay personas que llevan tanto tiempo encarceladas allí que no saben ni cómo se llaman, niños fruto de violaciones que pululan perdidos por los pasillos… es una auténtica galería del horror, y muestra de lo que ha sido el último medio siglo de esa nación, una de las más crueles del mundo. Paradójicamente, o no, ese abyecto régimen contaba con simpatizantes entre nosotros, algunos que se dicen de izquierdas, que alababan a los Asad y a sus patrocinadores iraníes. En fin, siempre ha habido indecentes a sueldo de las dictaduras, sean de un lado o del otro, tratando de sacar tajada de la crueldad ejercida sobre terceros, no sobre ellos, claro. La caída de Asad va a dejar al descubierto varios lugares cono Sednaya, y la existencia de una sociedad sometida al imperio de la delación, tortura y salvajismo como no somos capaces de hacernos a la idea, y durante algo más de medio siglo. No olvidemos que este es el régimen al que Teherán y Moscú han defendido a lo largo de toda la cruel guerra sucedida en su territorio, esta era la manera de actuar de un tirano al que algunas naciones recibían y agasajaban, y al que no le faltaba apoyo financiero o militar de esas otras naciones que acusan a occidente de decadencia. Asad era cruel en extremo, pero no muy alejado de las prácticas que se llevan a cabo por parte de las fuerzas represoras de los Ayatolas o del régimen de Putin. Tortura, asesinatos, represión… el miedo como forma de mantener el control es algo que todo dictador sabe que resulta efectivo, aunque pueda suponer que, con el tiempo, se le venga en contra. No ha habido ninguno en la historia que no haya hecho uso de esas crueles tácticas, empezando por el franquismo o los golpistas latinoamericanos y siguiendo por los regímenes comunistas de la era soviética. Los Asad ha sido crueles hasta un punto sádico, y su régimen pasará a la historia como uno de los más atroces que se hayan desarrollado en su época, lo que tiene mérito dado lo que ha habido y hay. Recuperar a la sociedad siria va a ser una tarea épica, sin ninguna garantía de éxito, sólo por el trauma que décadas de absoluto sometimiento pueden haber provocado.

Y si eso no fuera suficiente, la incertidumbre sobre lo que va a pasar en el futuro en aquella nación, incluso la posibilidad de que se mantenga como tal, es algo que lo domina todo. Las fuerzas insurgentes son muy dispares y sólo el objetivo de derrocar a Asad les unía. Caído el tirano no está claro que la unidad se mantenga. Los islamistas de HTS parecen ser la mayor de las fuerzas, y por ahora se muestran conciliadores, pero la experiencia de los talibanes “buenos” de Afganistán obliga a ser recelosos. La posibilidad de que en Siria se instaure un estado regido por la dictadura de la sharía no es nada descartable. Seguramente no sería tan horrendo como lo conocido, pero para nada sería bueno. A saber qué va a pasar a partir de ahora en ese desgraciado país.

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