En 2017, cuando se produjo la moción de censura que desbancó al gobierno de Rajoy, fue Ábalos el que intervino en el Congreso reclamando la limpieza, la ausencia de corrupción y, como azote moral, criticó sin freno a un PP que, sin saberlo, iba a perder el poder. Ábalos salió como un espadachín de la decencia de aquel evento, y fue recompensado por su jefe Sánchez con un Ministerio de gasto e inauguraciones, Fomento, y la secretaría general del partido. Durante un buen tiempo Ábalos fue un personaje de enorme poder en el partido y gobierno, y muchos seguían alabando su inquina contra la corrupción. Bastaba verle y escucharle para saber qué tipo de persona era, y es.
La declaración de ayer de Jéssica, durante algunos años novia, querida, amante, juguete o lo que ustedes quieran imaginarse de Ábalos, fue bastante jugosa, y sirvió para confirmar hasta qué punto un putiferio corrupto ha dirigido, quién sabe si aún lo hace, gran parte de nuestra política. Jessie, no creo que le importe que me tome confianzas, vive muy bien de ello, admitió que vivía de alquiler en la Torre de Madrid, edificio enorme de pisos carísimos en el centro de la capital, convencida por Ábalos, que le había dicho que tenía que independizarse, que ya no tenía edad ni posición como para vivir de alquiler con sus amigas. Vivía allí, pero no pagaba nada por ello. El coste mensual, algo inferior a los 3.000 euros, inalcanzable para mi y la inmensa mayoría del país, lo pagaba una sociedad participada por empresarios que tenían relaciones con Ábalos, por lo que la chica del jefe residía en el lujo gracias a él. También confirmó que se iba de viaje con Ábalos a todas las citas oficiales en el extranjero que fueran necesarias, aunque en este caso el ministro sí tenía el detalle de pagar él mismo los viajes y costes, aunque conociendo a los implicados en el asunto es probable que, por detrás, recibiera compensaciones para que todo le quedase parra. Todo esto se había publicado y es indigno, y se confirmó, pero Jessi también confirmó otro aspecto de su vida que es aún más sangrante si cabe, porque todo lo anterior se obtenía como gratificación a los placeres que proporcionaba a su jefe, y él y su banda corrupta eran los que lo sostenían. Por si esto no bastara, Jessi acabó contratada en Ineco y Tragsatec, consultoras públicas, medio propio del Ministerio de Fomento, que compiten con el sector privado a la hora de la licitación de concursos de consultoría, ingeniería y prestación de servicios, y admitió ante el juez que, pese a estar contratada en ambas entidades, y cobrar por ello, nunca iba a trabajar. Tenía un cargo de auxiliar administrativo, y en las entrevistas de trabajo le preguntaron si sabía usar el Office (el programa de ofimática de Microsoft) y ella dijo que sí, y poco más. Salió del proceso de contratación fichada, como estaba decidido antes de que se organizara semejante paripé, y de mientras cientos de empleados de esas empresas se dejan los cuernos para acabar en plazo los encargos y sufren, o son despedidos, o llegan mal a fin de mes, o soportan la presión de unos jefes tan exigentes como incompetentes, como pasa en muchos de los entornos de trabajo, Jessie cobraba sin aparecer por la oficina, para qué se iba a molestar en eso de madrugar, aguantar agobios en el metro, o atascos en coche, pudiendo contemplar los amaneceres desde su piso de lujo, viendo a todo esa maraña de pringados de mierda que deambulaban por las aceras camino a sus trabajos, apurados, con prisa, con agobios, con responsabilidades, cuando ella estaba en la cima del mundo y sólo tenía que tirarse al tipo adecuado para mantenerse en ella. Bueno, es cierto que en esta escena que describo, con brillantes tonos rojizos de amanecer castellano, es un tanto fantasiosa. Me da que Jessie no será mucho de madrugar, que su vida será bastante más activa a las horas nocturnas, donde se desenvuelve con notoria profesionalidad, y eso de levantarse pronto es de, sí, pringados, fracasados, de sujetos que no han hecho las amistades y “contactos” debidos. De basuras que no son progresistas, como ella, y él.
Jessi dejó ayer claro no sólo que Ábalos y su banda son una presunta panda de corruptos, sinvergüenzas y chulos de barrio, que también, sino que los directivos de las empresas públicas en las que ella trabajó (es un decir) eran tan corruptos como lo son Koldo y todos los sucios personajes de esta trama. Durante no pocos años, vendiendo el cuento del socialismo y la regeneración, esta panda de ladrones se lo ha llevado crudo sin dar ni golpe y, de paso, con buenas dosis de goce personal. Y usted, y yo, y millones de ciudadanos, pagando impuestos a lo loco, currando día tras día, con hipotecas, alquileres impagables, facturas escolares y energéticas que no dejan de subir. Sí, somos unos pringados de mierda. Jessie es un ser superior, ha logrado ascender en la escala evolutiva de la corrupción hasta lo más alto, hasta la cima de la Torre de Madrid.