No sólo los sediciosos de Junts y aliados practican chantajes, en este caso para quedarse con el dinero de otros, a cambio de sostener al desgobierno de Sánchez y cía, como se escenificará hoy en el Consejo de Política Fiscal y Financiera, a mayor gloria de la falaz condonación de deuda. Al parecer Ucrania ha firmado ya un acuerdo con la administración Trump para la gestión compartida de las riquezas minerales del país. Recordemos que la petición inicial del chantajista Donald era que Urania cediera directamente materas primas por un valor de medio billón de dólares, billón europeo, como compensación a la ayuda que hasta ahora EEUU les ha concedido.
Al parecer, el acuerdo consiste en la creación de un consorcio participado tanto por capital ucraniano como norteamericano, que sería el responsable de la explotación de los recursos del país, tanto directamente minerales como energéticos, y que las ganancias de esa explotación se repartirían a partes iguales entre el estado ucraniano y el norteamericano. Es decir, que EEUU se llevará la mitad de todo lo que Kiev sea capaz de extraer y colocar en los mercados. Huelga decir que, en la situación en la que se encuentra el país, la capacidad industrial de Ucrania es totalmente incapaz de proceder a explotar nada, así que supongo que la aplicación práctica de estos acuerdos supondrá, entre otras cosas, el desembarco de capital, tecnología y personal norteamericano, que serían los que se encargasen de hacer el trabajo necesario, y que con el tiempo puede que los ucranianos sean capaces de cogestionar esos equipos y las empresas que se monten. Surgen muchas dudas en torno a este acuerdo, y las más relevantes me parecen dos. Una es el alcance geográfico. Se supone que hay que definir dónde acaba Ucrania para saber qué recursos son utilizables, y eso implica fronteras seguras y estables, y de ahí que se tenga que determinar si Ucrania pierde definitivamente las zonas conquistadas por Rusia en su guerra salvaje, si hay una tierra de nadie de seguridad, si las concesiones a Putin se amplían, etc. La otra gran cuestión es a qué se compromete EEUU a cambio, en materia de seguridad. Qué garantías le ofrece Washington a Kiev de cara a una estabilidad futura y a una disuasión creíble respecto a la amenaza permanente del ogro ruso. Por ahora está más o menos claro el nivel de rapiña al que ha sido forzado Kiev, pero es confuso todo lo demás. Y en este juego de materias primas y ganancias, que es lo único que, de manera obscena, le preocupa a Trump, Rusia también juega un papel, porque se da por descontado que en las conversaciones que han tenido lugar entre Moscú y Washington habrá habido ofertas mutuas de intercambio de materias primas, sin descartar que Putin directamente otro gue a EEUU alguna concesión en las zonas militarmente ocupadas, que considerará ya como explotables en lo financiero, una vez que las ha hecho explotar literalmente. Los hay que afirman incluso que en esas conversaciones se está hablando de compartir, o al menos delimitar, las zonas de explotación minera en el ártico, donde ambas naciones tienen propiedades y alguna tercera, pensemos en Groenlandia o incluso Islandia, puede ser vista de manera tentadora por los psicópatas que ahora mismo gobiernan a los dos gigantes. Trocear Ucrania como si de una explotación minera se tratase no es muy distinto a lo que Reino Unido, Francia y otras naciones europeas hicieron en África o Asia durante el siglo XIX, un vulgar acuerdo colonial en el que la soberanía de la nación ocupada se diluye a mayor gloria y riqueza de los colonizadores, en aquel caso europeos. El acuerdo, que se puede firmar a finales de esta semana si, como se decía ayer, Zelensky viaja a Washington, inaugura una nueva era colonial, en este caso de EEUU, sobre una nación europea, cuya soberanía y posesiones quedarían completamente a merced de lo que se decida en la Casa Blanca.
No se ha sabido nada de la presencia de ningún país europeo en estas negociaciones coloniales porque nuestra irrelevancia es total para Trump y Putin. De hecho es probable que gran parte de la futura “seguridad” de Ucrania recaiga en la UE y Reino Unido, lo que es una manera más que tiene Washington para desentenderse del asunto, no aportar nada y pasar de todo si las cosas se enrevesan, llevándose una buena tajada económica de paso. Es probable que Zelensky haya firmado este acuerdo humillante chantajeado por la amenaza de abandono total de EEUU, acceso al sistema Starlink de Musk incluido, y entre la derrota y la postración haya escogido lo segundo. Pero, la verdad, esto no va a ser sino una derrota total, para Ucrania, para Europa, para occidente, para la libertad.
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