martes, febrero 04, 2025

Chantajes Trump SA

El pensamiento vital de Trump parte de la enorme falacia de considerar el mundo, los negocios, lo que sea a lo que se enfrente, como un juego de suma cero, una competición en la que las ganancias de uno se basan en las pérdidas de otro. En una situación así cada jugador está espoleado a ser lo más rápido y duro posible para alcanzar la ventaja y no ser el que paga el pato. Partiendo de la posición de preminencia que detenta EEUU, sus acciones están marcadas por el uso abusivo del poder, la amenaza y la coerción plausible, la que da miedo. Es un error profundo, porque en muchísimas situaciones reales, ambos pueden ganar o perder simultáneamente. La vida, la economía las relaciones…. no son juegos de suma cero.

En los últimos tres días hemos vivido una montaña rusa basada en la imposición de sanciones comerciales a los dos vecinos de EEUU, Canadá y México, la suelta de una serie de bravatas desde el despacho oval, el cruce de llamadas y la decisión de congelar esas sanciones, en forma de aranceles del 25%, tras unos compromisos por parte de los gobiernos vecinos de aumentar el número de tropas en la frontera para controlar el tránsito de inmigrantes y los envíos de fentanilo. Entre medio, una jornada de pérdidas en las bolsas y cierto mareo en todas las variables económicas cotizadas por el posible efecto de unas tasas que supondrían el inicio de una declarada guerra comercial en Norteamérica. La estrategia de Trump ha vuelto a ser la misma de siempre. Golpe violento, amenazante, chantajista, propinado desde una posición ventajosa, introducción de miedo en sus socios y obtención de promesas que le aplacan, pero durante un tiempo, hasta que se vuelva a hartar y reanude su estrategia nuevamente. ¿Es así como se comportan los socios? Evidentemente no. Trump no tiene en la mente la idea del socio, se considera autosuficiente, cree a su nación autosuficiente (en parte lo es, en parte no) y actúa en el mundo como un jugador dispuesto a llevarse las partidas sin tener que jugarlas, directamente amedrentando a los rivales para que abandonen el tablero. En los primeros envites (Colombia, Canadá y México) le ha funcionado, al menos en apariencia, y a esta hora de la mañana es la amenaza china la que no tiene visos de corregirse. En el paquete de tarifas que impuso a sus vecinos se incluían unos aranceles del 10% al comercio con China, tasa inferior al presunto rival que a los vecinos, y China ya ha contestado que a partir del 10 de febrero introducirá una respuesta recíproca. Queda por ver si también en este caso se va a dar una conversación entre los líderes de ambas naciones para reencauzar la situación, pero es evidente que en este caso, por los volúmenes y valores intercambiados, EEUU no parte con tanta ventaja como en los anteriores. En otras palabras, su matonismo no es tan efectivo porque en frente tiene a otro también muy fuerte. Si no se establece un acuerdo en los próximos días las sanciones mutuas entrarán en vigor y los costes comerciales entre ambas potencias crecerán, lo que se traducirá en precios más caros para los consumidores y empresas de ambas naciones, y del resto del mundo, la introducción de ineficiencias crecientes y la pérdida colectiva, tanto en lo económico como en lo social. Los aranceles son la manera mediante los que no son competitivos tratan de castigar a los que sí lo son, y acaban generando perjuicios para ellos mismos y para los demás. Es una medida estúpida, absurda, ineficiente y que genera perjuicios enormes. Da igual que los defienda Pablemos, Trump o cualquier otro, son una muestra de soez intervencionismo en la economía y un enorme error, y deben ser denunciados sin tapujos.

¿Y Europa? Ayer hubo un consejo informar de jefes de estado y gobierno en el que este tema era el principal motivo de preocupación. Está claro que los acuerdos que estén firmados con EEUU no tendrán validez durante la era Trump, porque él se creerá en el derecho de determinar qué es lo justo y qué no. La solidez del vínculo trasatlántico se va a debilitar bastante y la inseguridad jurídica, en lo comercial y en muchos otros aspectos, va a ser la nota predominante en estos años. Y eso, para una UE obsesa con las normas y con unas economías muy débiles, es un escenario de pesadilla.

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