viernes, octubre 17, 2025

La locura inmobiliaria sigue

Aunque hoy la actualidad me obligaría a hablar de la fracasada OPA del BBVA al Sabadell, no puedo evitar comentarles una historia que he vivido de manera indirecta esta semana que muestra lo desquiciado que está el mundo de la compra y venta de pisos, y lo inaccesibles que se muestran estos a la creciente demanda, especialmente de la gente más joven y de los sueldos medios. La cosa es que, el lunes, al salir de casa, vi en el portal un cartel escrito a mano de SE VENDE con un móvil y así me enteré que, en una de las tres escaleras que compartimos entrada al bloque, se vendía un piso. Interesante.

Tras mucho lío en la oficina, por la tarde, en un hueco, me fui a la web de Idealista para ver si lo encontraba, y lo hice con relativa rapidez. El piso estaba en, si consideramos mi escalera la primera, la tercera, era un séptimo con orientación inversa al mío, sol por la tarde y vistas sobre Madrid capital y sierra, orientación oeste. Se vendía con garaje, cosa que mi bloque no posee, por lo que debía estar situado en otro edificio cercano. El piso es unos cuatro o cinco metros cuadrados mayor que el mío y se encontraba, por las fotos, más usado. Para mi no sería necesario hacerle una reforma, pero sospecho que la mayoría de compradores se inclinaría por ello. Lo que me dejó patidifuso fue el precio, porque si, supongamos, yo pague 6,2 veces X por el mío, sin garaje, lo que me hace poner un precio de partida comparativo de 7 veces X de salida entre ambos, eludamos costes de reforma, en el anuncio de la web se ofrecía el piso por 10 veces X. Me cambié en verano de 2022 y apalabré el precio de compra a finales de febrero de ese año, por lo que en tres años y medio mi piso se ha revalorizado en 3 X, una X cada año y poco. Sólo para que se hagan una idea, sí mi piso ya entonces hubiera costado 8 veces X no habría podido comprármelo porque mi ingreso no daría para sostener la cuota de la hipoteca necesaria, con los criterios estrictos con los que ahora se otorgan. El ritmo de subida del precio me pareció bestial, como impulsado por una fuerza imparable que arrasa con todo. Me fui a casa entre asombrado y asustado. Alguno diría que también eufórico al saber lo que se ha revalorizado mi compra en este tiempo, pero eso para mi es secundario, porque me compré el piso para vivir en él, no para hacer juegos de compra venta, así que suba o baje no voy a convertirlo en dinero ni a corto ni a medio plazo. En fin, reflexiones varias en mi cabeza esa noche y el martes, con abundantes comentarios entre los compañeros de oficina ante la situación, y el ejercicio extendido entre ellos de buscar pisos muy cercanos a los suyos en el portal inmobiliario para hacerse una idea de cómo está el mercado que les toca. En general, la sensación que teníamos todos era que los precios estaban desatados, pero cuando se hicieron esas pruebas de contexto conocido esa sensación tornó en varios casos en pura incredulidad, al ver las cifras que se piden por viviendas cercanas a las suyas, que conocen, y que pueden referenciar perfectamente respecto a lo que poseen y lo que pagaron en su momento. La idea general de que no estamos ante una burbuja de crédito, pero sí ante precios de burbuja empieza a ser la más extendida. La demanda presiona con una fuerza inusitada, la inversión ve en el ladrillo un activo que se revaloriza sin freno, la llegada de inmigrantes y de potentados de otras naciones con altos ingresos que demandan vivienda, los crecientes divorcios que disparan la necesidad de pisos donde crear hogares múltiples que una vez fueron únicos, el deseo de emancipación de unos jóvenes que debieran irse de casa pero que no lo logran… y una construcción de viviendas lenta, escasa, llena de trabas, permisos y malas opiniones por quienes ya tienen vivienda, que ponen obstáculos de todo tipo a que se edifiquen nuevas para los que no las poseen. El mercado de los pisos está loco, y sometido a una tensión inmensa.

En esas estaba cuando, el martes por la noche, vuelvo a casa del trabajo y me encuentro con que, en el portal, ya no está el anuncio del piso. No puede ser, pienso, no puede ser. Después de cenar vuelvo a la web inmobiliaria de referencia, busco el piso, y no lo encuentro. Pulso el enlace que mandé a algunos amigos para indicarles la referencia de la venta y el portal me responde que ese anuncio ya no está disponible. Dos días ha durado la exposición de la vivienda, y sospecho que en dos días se ha vendido, a ese precio 10 veces X que les comentaba. Tan asombroso como disparatado. ¿Hasta dónde va a subir esto?

No hay comentarios: