No, no me refiero a la que se ha organizado en el Everest a cuenta del último temporal y la evacuación de un montón de gente que por allí estaba, de manera incomprensible, pudiendo disfrutar de las comodidades de su hogar en vez de aventurarse por montañas inmensas, frías y peligrosas. Hablo de los días revueltos que se viven en los mercados financieros desde el pasado viernes, cuando un recrudecimiento del temporal arancelario, con fuerte cruce de vientos entre China y EEUU, provocó una caída abrupta de los índices bursátiles en EEUU y el desplome en no pocos activos, entre ellos el bitcoin, que se dejó en torno al 15%.
Este marasmo sucede en la cumbre de los índices, que llevan una racha de encadenar máximos históricos difícil de repetir. Desde el mínimo registrado en abril, tras la aberrante presentación de Trump de sus aranceles al mundo, las bolsas globales han subido de manera sostenida, y el SP 500, el principal índice de Wall Street, ha pasado del 4.700 en el fondo arancelario de abril al 6.670 al que cotiza ahora en los futuros de la próxima sesión, un ascenso enorme en un índice que, por la composición tan amplia que lo define, tiene movimientos amortiguados. Si las medias han subido, ni les cuento algunos valores relacionados con la tecnología y, especialmente, la IA, que han duplicado o triplicado ampliamente sus cotizaciones, lo que ha hecho saltar en todos medios la discusión sobre si nos encontramos en medio de una burbuja en este sector. Esta subida bursátil no ha supuesto que valores refugio como el oro se devalúen, cosa que se ha dado en muchas otras ocasiones, sino todo lo contrario. El metal dorado ha batido récords y cotiza claramente por encima de los 4.000 dólares la onza, en un año de enorme ganancia acumulada. Sí, está subiendo todo, casi se mire donde se mire los valores se disparan sin apenas opciones de arruinarse. En el mundo cripto, donde el dinero invertido se somete a una auténtica lotería, el bitcoin ha llegado al entorno de los 125.000 dólares como cota superior y, con sustos, acumula en el año una ganancia clara, pero el viernes su papel promocionado por muchos analistas como valor refugio y depósito de valor se vio claramente deshecho, con un derrumbe enorme que dejó a más de uno entrampado. Todas las criptos cayeron, algunas con recortes de cerca del 50%, arruinando a muchos y provocando algunos suicidios, según se ha podido leer este fin de semana en algunos medios, sin que tenga manera de poder confirmarles hasta qué punto es cierto o no, aunque depende de lo perdido no sería descartable. En general, es sana una corrección en los índices tras tantos meses de ascenso ininterrumpido, y la entrada masiva de dinero por parte de profesionales y particulares en todo tipo de activos, fruto de una liquidez que no afloja, hace que si se producen movimientos convulsos puedan tener serias consecuencias, porque cuanto más arriba está uno mayor es el porrazo que puede darse. A medida que las bolsas suben y suben el número de expertos, sea eso lo que sea en ese mundo, se ve superado por el de principiantes, oportunistas y avariciosos en general, que se lanzan a la piscina de las subidas con pocas precauciones, comprando a precios caros. El volumen de gente que entra en cada subida hace que las ganancias acumuladas por pocos sean elevadas y cada vez sean más los que han comprado caro y necesitan que la subida se mantenga para sacar un rendimiento, y esto a veces se da y otras no. Si uno lee a los que dicen saber de bolsa y mercados, en general sigue el sentimiento optimista, porque la liquidez no frena y la presión para que bajen los tipos en EEUU se mantiene, pero las suspicacias de algunos empiezan a verse claramente. El debate sobre la posible burbuja en la IA denota el vértigo que producen las subidas experimentadas, sostenidas, intensas y rápidas, y el miedo a que todo ese castillo de valor se pueda derrumbar, total o parcialmente, si se produce algún revés. No son pocos los que comparan la situación actual de la IA con la de las puntocom que reventaron en 2000. Tras aquello internet no desapareció, ni mucho menos, pero se hizo una limpia profunda. ¿Se va a repetir la historia? Quién sabe.
Lo cierto es que la impredecibilidad de los acontecimientos es ahora muy alta, las tensiones geopolíticas y comerciales intensas, y la incertidumbre sobre lo que va a pasar en economía y materias aledañas profunda, y eso casa de una manera no muy clara con un mercado alcista como el actual. El disparo del precio del oro introduce cada vez más señales sobre el debilitamiento de nuestras monedas y un posible cambio de patrón financiero, y el ruido crece en muchos sectores calientes, donde la inversión no deja de entrar pero los beneficios no se ven tan claramente. Está por ver si a este mercado alcista le queda mucho recorrido o poco. No lo se. Hagan sus apuestas.
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