Esta es otra de las notas que distingue a las campañas electorales y las elecciones americanas de las del resto del mundo. La presencia de la moralidad puritana, y al constante búsqueda de asuntos sexuales, morbosos y que puedan arruinar las carreras de alguno de los pretendientes o de los que ya detentan cargos de responsabilidad. Algo se insinuó hace unas semanas sobre la vida privada de John McCain, el ya candidato republicano, pero no pasó a mayores. Ahora le ha tocado la china al gobernador de Nueva York, Eliot Spitzer y, delante de todo el mundo, su carrera se ha hundido por completo.
El ya exgobernador Spitzer, del partido demócrata, ha dimitido tras protagonizar un sonado (y muy caro) escándalo sexual. Antes de ser gobernador alcanzó el puesto de fiscal del estado, y desde allí protagonizó una cruzada por la moralidad, la decencia y la familia, muy en consonancia con la tradición moral americana. Pero todo el mundo tiene un reverso tenebroso, y Spitzer también. De mientras pregonaba públicamente esa rectitud y la hacía cumplir, el fiscal y luego gobernador era asiduo de clubes de prostitución de lujo. El caso que ha destapado todo el asunto tuvo lugar en Washington DC. Él, o alguien de su gabinete, organizó una cita con una “empleada” del “Emperors Club Vip”. En esto se nota que era prostitución de lujo, ya que de lo contrario el nombre sería algo más rústico y familiar como “Bitch place” o en versión hispánica Lola’s club, con neones apostados en una polvorienta carretera. La cosa es que Spitzer figuraba en la nómina de habituales del establecimiento bajo el nombre de “Cliente 9”, y se hizo con los servicios de Kristen, una prostituta que cobraba 1.000 dólares la hora, aunque al parecer según declaraciones suyas, algunas compañeras llegaban a cobrar más de 4.000 a la hora, por lo que se supone que era una prostituta junior, frente a las grandes socias del negocio de la prostitución que conformaban esa extraña empresa llamada “Emperors” (¿cobrarían por objetivos? ¿Facturarían las horas extras? Lo que es seguro que es que se quedaban a trabajar hasta altas horas de la noche). Kristin se ha hecho muy famosa, y cuenta por Internet aspectos de su vida, nada agradable la verdad. Drogadicta, huyendo de su familia y sometida abusos, puede que ahora encuentre una salida a ese sórdido mundo en el que ha habitado durante años, y del que Spitzer no se preocupó en sacarla. Más bien todo lo contrario... también se ha disparado el éxito de la marca “Cliente 9”, mostrando el clásico poderío de los norteamericanos cuando ven oportunidades de negocio a la vista. Este caso me recuerda mucho al principio de la película “Una jaula de grillos” en el que el líder del partido de la moralidad y la decencia (o algo así) es encontrado muerto en la cama tras haberse acostado con una prostituta negra apodada “chocolatito”. La conversación telefónica de Gene Hackman, vicepresidente del partido, al enterarse del hecho es divertida y maravillosa
Pero tranquilos, no sólo en EE.UU. pasan estas cosas. Resulta que justo al mismo tiempo ha surgido un escándalo similar en España. Un ex edil del PP en el ayuntamiento de Palma de Mallorca se gastó más de 50.000 euros con la tarjeta de crédito del consistorio en drogas y prostitución, en este caso homosexual. Hay que ser tonto para gastar en esos asuntos con una tarjeta de crédito ajena, y encima pública, que deja rastro de todo... Aconsejo a Spitzer y a Rodrigo de Santos, que así se llama el bizarro patrio, que se unan en una sociedad, no sólo para compartir gastos, sino para ir de plató en plató de televisión contando su historia y así recaudar algo. Seguro que alcanzan la fama y prestigio social que la cruel política les ha negado....
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