Hace varios días que no uso esta maravillosa herramienta “bloguera” para darme un paseo por el exterior, así que vamos a aprovechar un intermedio de la crisis para salir fuera. Ayer se desarrolló el previsto y pactado canje de prisioneros entre Israel y la guerrilla de Hizbola, personas que fueron capturadas con motivo de la guerra que enfrentó a estas dos partes en territorio libanés hace dos veranos, y que se inició con el secuestro de dos soldados israelíes por las milicias islámicas. Ayer sus cadáveres fueron recuperados y enterrados en suelo judío por unas familias que hace bastante tiempo habían asumido la muerte de sus vástagos, quizás las primeras víctimas de aquel enfrentamiento
Las imágenes de un Israel compungido y triste ante los dos féretros oscuros contrastaba ayer notablemente con la algarabía que reinaba en Beirut, con una plaza abarrotada de seguidores de la milicia islamista que vitoreaban a sus cautivos regresados. Con una estudiada y moderna escenografía, los prisioneros rompían unas supuestas barreras y llegaban a al libertad en medio de un júbilo resonante. Como responsable y observador de todo, el líder de Hizbulá, Hasan Nasrala se dejaba ver por el escenario y no se resistió a recitar algunas soflamas contra Israel y todo aquello que se le cruce en su camino de un Líbano chií e integrista. Ayer se acabó la guerra de 2006, y el cariz de las celebraciones deja bien a las claras quién fue el ganador. Hacía mucho que Israel no perdía una guerra, y en el contexto en el que se mueve su supervivencia depende de que las gane todas. Ahora parece que nos encontramos ante un momento de distensión en la zona, especialmente en las relaciones entre Israel y Siria, el otro vecino conflictivo, que alimenta a Hizbolá y corroe las estructuras del Líbano con una saña y fuerza innegable. No se si este afán negociador responde a intereses internos o a un deseo convencido de llegar a acuerdos. Por el lado sirio, el régimen de Basar el Asad necesita un reconocimiento internacional, y sacar la cabeza del avispero en que se está convirtiendo la relación entre Israel e Irán a cuenta de su programa nuclear. Físicamente se encuentra en medio de los dos países, y en el caso improbable (pero no descartable) de un enfrentamiento, saldría perjudicado como el que más. Además el auge del chiísmo iraní, y de su brazo Hizbola en la zona, es algo que hace la competencia directa al poder sirio. Damasco disfrutaría viendo la caída del Líbano, y así ha trabajado a conciencia, eliminando opositores y dirigentes relevantes del país, pero el gustaría que cayera de su lado, no del iraní, ya que nuevamente le colocaría en otra posición intermedia nada desagradable. Sospecho que un notable fruto de esa política de apertura ha sido la presencia del presidente sirio en un lugar muy relevante en los desfiles celebrado sen París con motivo de la celebración del 14 de julio. Pese a las críticas de diversas organizaciones humanitarias, a incluso de estamentos militares franceses, Sarkozy invitó a permanecer en la tribuna al joven Asad, sacándole en parte del aislamiento internacional a que está sometido gracias a las fundadas acusaciones que pesan sobre su régimen de corrupción, torturas y soporte a grupos terroristas. En definitiva, un tanto claro para la siempre retorcida pero hábil diplomacia siria.
Por el lado israelí puede que también las conversaciones con Siria sirvan para quitar al atención de la situación interna., Con una política nacional siempre convulsa, gracias a la fragmentación de partidos y a la existencia de corrientes ultraortodoxas cada vez más poderosas, el primer ministro Olmert se enfrenta a graves acusaciones de corrupción que pueden llevar incluso a su destitución y convocatoria adelantada de elecciones, lo que demuestra como funciona el estado de derecho en Israel, que sigue siendo la única democracia en la zona. Habrá que seguir con atención los acontecimientos, a ver si esta es una buena oportunidad para llegar a acuerdos o se deshace como las anteriores entre el humo y el ruido de los disparos. Esperemos que esta vez no sea así.
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