miércoles, enero 21, 2009

En la colina del Capitolio

...... y Obama ya es Presidente de los Estados Unidos

No voy a diseccionar el discurso pronunciado ayer en las escaleras frente al Capitolio, ni voy a entrar en las disquisiciones sobre que se puede esperar de la nueva administración cosas que vayan a cambiar y cosas que sigan igual, no. Pude seguir parte de la ceremonia en el trabajo, entre archivos de Excel y páginas de Internet, hasta que la mierda de conexión que tenemos en el Ministerio decidió irse, y me quedé con la mitad del discurso, síntoma de cómo algunas cosas cambiarán allí, pero nunca aquí. Lo que me dejó impresionado fue el espectáculo en sí. Yo he estado en Washington, una ciudad diseñada a la mayor gloria de los Estados Unidos y sus instituciones, y su poder, y ver en televisión a tantos millones de personas era realmente impactante. La dicción y la voz del comentarista americano que narraba al ceremonia, al grandiosidad, el espectáculo absoluto, con Aretha Frankklin, Yo Yo Ma e Isaac Perlman en el estrado, el juramento, las trompetas, el himno cantado por el coro militar, la pompa, las multitudes enfervorizadas.... todo era un espectáculo absoluto, diseñado para conmover a los que estaban viéndolo en directo y a los que, desde todo el mundo, lo contemplaban desde sus televisores, imagino que con una mezcla de asombro, envidia y admiración. Un pequeño trozo de la historia, de los llamados a perdurar en el tiempo, fue escrito ayer a orillas del Potomac, ye era allí, no en Madrid trabajando, o en cualquier otra parte, donde había que estar, pasando un frío espantoso, pero sintiendo que se forma parte de uno de esos momentos, no se si irrepetibles, pero de los que se cuentan en el futuro a los conocidos y a los que vendrán después. Mirando la pantalla era imposible permanecer indiferente ante lo que uno veía, e incluso si Obama se hubiese acercado al estrado y se hubiera limitado a saludar las masas se hubiesen mostrado igual de enfervorizadas y los comentaristas seguirían hoy alabando el no discurso. El ambiente lo propiciaba, quizás porque no es en vano que Hollywood y muchos de sus genios apoyen al ya presidente, y sin duda han influido en la gestión, diseño y ejecución de una ceremonia que siempre resulta vistosa, pero que ayer tuvo un carácter imperial como quizás en pocas ocasiones se haya podido apreciar. Desde ayer será muy distinto ver una película de romanos en la tele o en el cine, y pensar en esas escenas en la que el tribuno avanza victorioso por la vía Augusta camino de recoger su corona de laurel.......

....porque ahora ya sabemos como se coronaban de verdad los césares en la antigua Roma.

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