Llevaba tiempo queriendo abordar este asunto pero uno, esclavo de la actualidad inmediata, a veces deja en el tintero cosas más importantes y con mucho juego por querer abordar los dimes y diretes de la política nacional, cosas de baja estofa que no debiera merecer mucha de nuestra atención. Hace unas semanas salió la noticia de que los buses ateos, así los llamaban, después de su implantación en Londres, iban allegar a Madrid y Barcelona. El lema que portaban era “Probablemente Dios no existe. Disfruta la vida y se feliz”. Quería ver alguno de estos en Madrid, pero les confieso que no lo he logrado.
Como creyente dudoso que soy tengo muchas cuestiones al respecto. Una de ellas es que la polémica que se ha generado por exhibir ese lema me parece tonta. En democracia uno puede proclamar lo que le desee siempre que sea legal. El ateismo, o la increencia religiosa, es tan legal como la creencia en una u otra religión, o en varias, o la botánica, así que me parece bien que pongan ese cartel en circulación, como si hubiesen puesto uno que diga “Dios existe”, o “Buda te ama”, o “No toques las narices a Mahoma que te pego con la maroma” (bueno, ese quizás ya no sea tan legal, pero..) A mi lo que me llamaba más la atención de la campaña es ese “Disfruta y se feliz” que se pone al final, deduciéndose que la creencia en Dios genera una vida frustrante y triste. Y eso si que me da mucho que pensar, porque lo lógico, visto desde mi (lo reconozco) pueril punto de vista, es que fuese exactamente al revés. Si uno cree en una religión, pongamos la católica, que es la que nos toca más de cerca, y se ve lleno del amor de Dios, de al creencia en el amor de los hermanos, y de la existencia de un cielo protector, ¿dónde está la fuente de la infelicidad? En ese escenario la muerte, el origen de todos nuestros miedos, no es más que un camino a otra vida, un puente hacia la salvación. Así que el resultado debiera ser exactamente el contrario. Y digo debiera porque me da la sensación de que hemos enfocado mal el asunto religioso desde un principio. Si uno se lee los evangelios descubre que el mensaje de Jesús es un mensaje de amor, paz, y ética hacia los demás. Digamos, para simplificar, que todo se transforma en religión una vez que Jesús resucita, y es aquí donde entra la fe. El resto de la lectura es un camino de optimismo frente a las adversidades, de alegría en medio de las penas, de esperanza. De hecho Evangelio quiere decir “Buena noticia”: Frente a esto hemos organizado la religión como un conjunto de preceptos, normas, estructuras, recompensas (nunca en este mundo) y castigos (en esto y otros mundos) que en muchos casos transmiten la imagen esa de infelicidad. El “valle de lágrimas” ha sustituido al “amor de Jesús”: creo que todos, creyentes y no, y los responsables de la iglesia, debiéramos hacérnoslo mirar, porque esa frase de los autobuses dice mucho más de nosotros mismos y de cómo encaramos la vida que de nuestra fe en uno u otro Dios.
Y es que desde pequeño he tenido algunos problemas con conceptos que todo el mundo da por sentado en el campo religioso. Por ejemplo, ¿qué es un fundamentalista? Para mi era quién sigue al pie de la letra las enseñanzas de Jesús, y por tanto ama a los demás y se entrega a ellos: pero resulta que para todos un fundamentalista es alguien que mata, destruye y causa dolor en nombre de Dios, es decir, un pecador absoluto y con agravante (además de delincuente, asesino y el resto de figuras legales que deseen). Y claro, pueril e ingenuo que soy, no entendía el comportamiento de esos “fundamentalistas” ni el que se los denominase así.... y sigo sin entenderlo.
Me cojo el puente. Disfruten de los días, festivos o no y, salvo sorpresa, hasta el Lunes
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