Ayer, tras más de un año de crisis económica, tuvo lugar el primer debate televisivo en España a este respecto, concretamente en TVE1, y con un plantel de invitados bastante lujoso. Estaban Jesús Corbacho, Ministro de Trabajo, Cristóbal Montoro por el PP, Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo por UGT y CCOO respectivamente, Gerardo Díaz Ferrán por la CEOE y Jesús Bárcenas por la CEPYME. Contando intermedios fueron cerca de dos horas televisivas que dieron juego, pero a mi entender, ni hubo exactamente un debate ni menos aún respuestas.
Y es que parecía que cada uno de los allí presentes llevaba su discurso escrito de antemano, dirigido a su público concreto, y que era más una especie de monologuismo coordinado por la presentadora, Ana Pastor, que lo hizo bastante bien en medio de semejante plaza. Decepcionante me pareció el discurso de Corbacho y Montoro, centrado el primero en un papel institucional y empeñado en hablar de la crisis internacional como la culpable de todo, y algo aturullado el otro, exponiendo algunas ideas buenas pero sin concretarlas ni pudiendo en ningún momento elaborar un discurso coherente. Hidalgo y Toxo estuvieron muy sindicalistas, especialmente el representante de UGT. Era la primera vez que veía a Toxo, nuevo líder de CC.OO. en un acto de este tipo, y me pareció comedido y quizás algo nervioso. En su mérito debe constar que fue el único que dijo la obviedad de que, hubiera habido o no la famosa crisis internacional, España estaba abocada a pasar su propia crisis, fruto del desbarajuste que se acumulaba en el sistema productivo nacional. Nuestra crisis es propia, y se ve agravada por el contexto exterior. Esta es una verdad que hay que repetirla mil vece, porque aunque ese querido contexto exterior se arregle, debemos solucionar nuestros propios problemas para salir del agujero. Díaz Ferrán por la CEO fue a la defensiva, cubriendo sus espaldas con la propuesta de un contrato de llamémoslo “indefinidad parcial” que sustituya a los temporales actuales. Dijo, como el caso de Montoro, algunas cosas interesantes, pero al igual que este, no logró desarrollar un discurso nítido. Algunas de sus manifestaciones de hecho fueron falaces, como esa de que son los empresarios los que crean empleo, que quizás sea cierta en España, donde al autónomo y emprendedor se le ahoga y exprime para que no saque la cabeza, pero no es cierto en otros países. Fue curioso el rifirrafe que tuvo con Montoro sobre su supuesta pleitesía al gobierno (que recuerdos de las Aerolíneas Argentinas y Mrsnas). En medio de todo esto estaba Bárcenas, representante de la PYME española, la mayor sufridora de la crisis, porque no se acoge a los EREs. Simplemente se muere. Habló poco, nervioso, y sus intervenciones eran sobre todo una llamada de socorro a los demás ante el cáncer que devora a la PYME. Ninguno de los presentes recogió el testigo que dejó en la mesa.
¿Vamos a salir de la crisis? Pues claro, lo que no se sabe es cuando ni, sobre todo, con que coste. Por lo visto ayer ninguno de los presentes oyó a Krugman la semana pasada. Me dio la sensación, al oírles hablar sin la sensación de emergencia nacional que debiera ser necesaria de estar asistiendo a algo similar al hundimiento del Titánic, en el que los pasajeros de primera discutían sobre que música debía interpretar la orquesta mientras que los de tercera se ahogaban y el barco se inclinaba cada vez más hacia el fondo del Atlántico. Cerca de estos señores no quiero morar.
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