Ayer por la noche Antena 3 emitió la primera entrevista que ha concedido Jesús Neira desde el hospital Puerta de Hierro de Madrid en el que se recupera de la paliza que le propinó un maltratador de mujeres. Después de los varios días que estuvo en coma, y el riesgo absoluto de perder la vida que ha bordeado en meses, era impactante ver a Neira, demacrado, con el rostro y la cabeza abombada, pendiente de numerosas operaciones, con el lado izquierdo del cuerpo paralizado, pero lúcido y sereno como el que más. Era ver a un resucitado.
Y un resucitado que debía resucitar. Hace ya meses dediqué una entrada la acción de Neira, y al contraste (asco mejor dicho) que me provocaba ver como el maltratador y la maltratada se paseaban por las televisiones, cobrando dinero, y empezando a vivir de una fama sucia e indigna, de mientras que el único que en esta historia se había comportado como debía, Neira, se debatía entre la vida y la muerte en un hospital. Ayer Neira, el mismo, punto los puntos sobre las íes, declarando que no había tenido contacto alguno con la pareja en cuestión, que ninguno de ellos le había llamado, pero que así era mejor, porque es necesario poner una distancia entre las personas y las cucarachas, como él denominaba a el agresor. Pese a todo, Neira se mostraba firme en que volvería a actuar como lo hizo, defendiendo a la mujer del salvaje, y que si de algo se arrepentía era de haberle dado la espalda a una alimaña que aprovechó esa oportunidad para golpearle a traición. De mientras veía la entrevista y observaba los ojos de Neira (por cierto, el cámara se acercaba demasiado para mi gusto) no dejaba de aplaudir en mi interior, pensando que estaba viendo a un tío que los tiene bien puestos, a un valiente, y encima un hombre con carácter, actitud y moral, cosas de esas que es más difícil encontrar que un banco sano. Me preguntaba a mi mismo porqué no había más como él, porqué yo mismo no era como él, y mostraba esa valentía. Porque es muy fácil y bonito decir que todos debemos ser como Neira, pero el valor necesario para realizar lo que él hizo es inmenso. Dicen que un valiente no es alguien que no tiene miedo, sino que lo tiene cinco minutos después que el resto. Yo no soy ningún valiente, y es muy probable que en una coyuntura como en la que se vió envuelto el profesor yo hubiese actuado cobardemente, mirando par otra parte y no metiéndome en medio, no vaya a ser que salga mal parado. Alguna vez, viendo escenas de acoso a chicas, me he metido y he parado los frenos a algún imbécil, pero ha sido en contextos donde había gente a mi alrededor, donde de producirse algún altercado no estaba sólo, y amparado en la masa alguno hubiera podido unirse a mi. En una situación solitaria no se lo que haría, a lo mejor me salía el instinto de bondad y altruismo, pero quizás las piernas correrían más que mi corazón. No lo se.
Gloria Lomana, la entrevistadora, y jefa de informativos de la cadena, calificó a Neira de héroe civil. Y lo es. Frente a noticias como las que ayer comentaba, de irracionalidad asesina o violencia sin fin, o el espectáculo que dan nuestros políticos, regalándose coches y comisiones, espiándose e insultándose sin freno, ayer hubo un hombre que, venido casi del más allá, daba un testimonio de verdad, que emocionaba, y que se enfrentaba con toda la maldad que despliega cada día el mundo que cada uno de nosotros hemos contribuido, en parte, a que funcione como lo hace. . Un rayo de luz en medio de la oscuridad. Gracias Neira. Gracias.
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