La noticia más importante del fin de semana, mala por cierto, ha sido el atentado que tuvo lugar la noche del sábado en un acuartelamiento del condado de Antrim, en Irlanda del Norte, en el que miembros del llamado IRA auténtico asesinaron a dos jóvenes soldados ingleses e hirieron a dos repartidores de pizza. Había el Domingo y Lunes si esto era un incidente aislado o, por el contralor, el principio de algo peor. El asesinato que tuvo lugar ayer noche de otro policía en una localidad cercana hace que nos tengamos que poner en el escenario negativo.
Por de pronto no está claro cuantos son los miembros de ese grupo de auténticos, como se hace denominar estos auténticos payasos, pero demuestran que tras años de esfuerzos y trabajo un atentado puede hacer temblar todo el entramado de acuerdos y pactos, escritos y tácitos, que se han tejido en al región desde los acuerdos de Viernes Santo de hace ya tanto tiempo. Qué poco se nota el discurrir tranquilo por la vía y que desastrosos efectos puede tener una pedrada en los raíles. Al menos en Irlanda todas las fuerzas políticas, unionistas protestantes y separatistas católicos se han unido en una condena firme y tajante del atentado. El miedo es que ahora surjan represalias incontroladas por parte de paramilitares unionistas, y empiece una reacción de ataques que escape al control de los políticos de ambos bandos, lo que sin duda sería la peor de las posibilidades. Hay otro factor que quiero resaltar, y es el efecto de la crisis económica en este problema. Contaban algunas crónicas este fin de semana que el entorno en el que ha tenido lugar el atentado está sometido a tensiones sociales, fruto de despidos y cierres motivados por esta crisis que nos azota. La misma Irlanda es uno de los países más afectados por el hundimiento del mercado inmobiliario y el desplome financiero y económico. De ser una zona de pujante inversión está pasando a ser un lugar de salida de trabajadores, con unos niveles de renta estancados y unas perspectivas sociales oscuras. ¿Ha alentado la crisis el resurgimiento de estos grupos? No lo se, pero dudo que haya tenido un efecto balsámico. Y uno puede empezar a pensar en efectos de contagio, en zonas de Europa en las que el hundimiento económico va a generar situaciones de pobreza y miseria, en las que pueden arraigar discursos retrógrados del tipo “la culpa es de los otros” sean quienes sean esos “otros”. Podemos estar ante una vuelta a épocas de violencia social, conflictos y disturbios, y veremos hasta que punto estamos preparados para enfrentarnos a ello tras varios años de placidez en los que el problema ha venido de fuera, especialmente en el caso del llamado terrorismo islamista, aunque es cierto que, como en otras cosas, España es una excepción y sigue padeciendo un problema propio con el terrorismo etarra.
¿Estoy exagerando? Espero que sí, pero este pasado Domingo venía un artículo en El País en el que se hacía eco del enorme fraude perpetrado a la Seguridad Social por cerca de 1.700 vecinos de unas barriadas de Granada que viven en condiciones de miseria impropias de eso que llamamos Europa. Por lo que se podía leer era evidente que el problema de ese gueto era anterior a la crisis, pero ahora se ha hecho aún más grande. ¿Cuánto falta para que un polvorín de estos reviente ante los ojos de todos? No se si será en Granada, Belfast o Amberes, pero sospecho que no tardaremos en verlo en nuestras televisiones. A ver si hay suerte y me equivoco.
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