Seguro que no soy nada original titulando así el artículo de hoy. Lo habrán leído en muchos medios y artículos a lo largo del fin de semana, pero es la forma más breve y práctica de expresar la situación en la que se encuentra ZP, su gobierno y el PSOE en su conjunto. En su origen, la expresión hace referencia al final del mandato de los presidentes norteamericanos que se encuentran en su segunda legislatura. La constitución les impide volver a presentarse y la actualidad política les abandona, poco a poco, a favor de los nuevos candidatos a presidente. Su mandato agoniza, y el poder se les escapa de las manos.
Y esto es lo que le empieza a pasar a ZP desde hoy, tras el anuncio del sábado en el comité federal de que no repetirá como candidato en las elecciones de 2012. Había mucha expectación sobre ese encuentro, aunque en los días anteriores se había trabajado para reducirla, pero al final se despejó una de las incógnitas, con el valor deseado por todos los allí presentes, y antes de las elecciones municipales de Mayo, como ansiaban que sucediera los candidatos socialistas que, preparados para esas elecciones, va a ser la primera tropa de asalto que será golpeada por el tsunami de la crisis y el desempleo, y que rezaba por poder presentarse a esa batalla sin el emblema de ZP. Ahora se abre en el PSOE un periodo apasionante en el que uno, dos o más candidatos tratarán de alcanzar el poder y lograr ser elegido como aspirante a la presidencia. Suenan dos, Rubalcaba y Chacón, pero puede haber más, algunos que nos suenen y otros de los que no sepamos nada, como sucedió con un tal Zapatero en 2010, al que nadie conocía ni de vista. Los procesos de primarias son así, se trata de controlarlos y luego la cosa se puede desmadrar, y al PSOE normalmente le sucede eso. Visto fríamente, y dado que parece imposible plantear el escenario de una victoria frente al PP en Marzo, lo mejor que podía hacer el PSOE es tratar de perder por la mínima, presentando a un candidato como Rubalcaba, que pueda perder el menor número de votos. Tras la derrota Rubalcaba y su equipo se pueden retirar, que ya son mayores y están chamuscados de muchas batallas, y un relevo joven puede coger las riendas del partido, aprender en la oposición, atizarle al PP en medio de una coyuntura económica que será infernal, y presentarse a las elecciones de 2016 (o las adelantadas) con fuerzas renovadas. Si el candidato escogido es virgen, por así decirlo, y poco experimentado, pongamos el caso de Chacón, el efecto de la derrota le puede costar muy caro, y tras un proceso que se supone convulso en el partido, estrenarse perdiendo puede hacer que ese liderazgo no fragüe y se acabe desmoronando. Es cierto que Chacón cuenta con un aparato de propaganda muy grande, ya que su marido es uno de los jefes de Público, La Sexta y Mediapro, pero de poco le va a servir si la derrota es de las dimensiones que señalan las encuestas. Creo que el PSOE debe tratar de minimizar los daños, salir lo más entero posible de las urnas y, desde una oposición razonada, tratar de reconstruirse tras el desastre de estos últimos cuatro años de gobierno.
Lo que es innegable es que el proceso de primarias es apasionante, y pese a sus vicios de forma e intentos de amaño pos parte del aparato (véase lo sucedido en Madrid hace unos meses) el PSOE puede enorgullecerse con razón ante el PP de que su candidato tiene un respaldo social y una legitimidad mucho mayor. Igual pasaría si en vez de en primarias se eligiese en un congreso extraordinario, como sucedió con ZP, que ganó a Bono por apenas siete votos, pero así lo ha querido el partido. Entre las municipales y esto nos espera una época divertida, pero cada día ZP mandará menos, y los problemas, como crueles dinosaurios, seguirán ahí….
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