Esta condenada crisis, que no iba a empezar nunca y va a ser de nunca acabar, ha exigido el máximo de la capacidad didáctica de los expertos para enseñar a los que no entiende de estas cosa, o eso se supone, lo que ha sucedido, porqué su empresa que iba muy bien ha cerrado, y cómo su empleo tan bien pagado se ha convertido en una prestación del INEM que exige horas de tediosa y deprimente cola. Hay muchos libros y autores que han adquirido fama, algunos como Leopoldo Abadía justa y meritoria, pero faltaba un relato multimedia, por así llamarlo. El documental “Inside Job“ cubre ese hueco con creces.
“Inside Job“ ganador del Óscar al mejor documental de este 2011, es un relato crudo, apasionado y mordaz de cómo el desmadre de un sector, el financiero, y en un país, Estados Unidos, ha generado el desastre que vivimos ahora. Pese a tratarse de un tema complejo, que exige la participación de numerosos entrevistados, y los ya consabidos gráficos y tablas de un Excel, la cinta logra que la crisis, su generación, desarrollo, explosión y consecuencias, sea vista como una película de acción, y a lo largo de la misma el espectador tiene la sensación de estar viendo una película, así, como tal, no un documental. Pero lo más impactante es que todo lo que ahí se cuenta es real, no hay fantasías, y la trama que se articula ante nosotros no es el producto de un equipo de guionistas enfermos y ansiosos, no, sino la descripción cruda y dura del comportamiento de un grupo de personas, reales, con nombres y apellidos, igualmente enfermos y mucho más ansiosos de lo que uno pueda imaginarse. Banqueros, reguladores, agencias de calificación, entidades de crédito, inmobiliarias, asesores del gobierno, políticos, empresarios, docentes, eruditos, departamentos universitarios…..la élite del país más importante del mundo aparece subyugada, domesticada, rendida a los pies del poder que emana del sistema financiero, cuyos ingresos han crecido de una manera desorbitada a lo largo de los años sin que nadie lo impidiera, más bien todo lo contrario. A medida que avanzaba la historia, que conozco perfectamente, me daba cuenta de que eso que la película retrata no es economía, una noble palabra pese a todo, sino mafia, estafa, latrocinio. Los sujetos que por allí pululan son estafadores, arribistas que logran hacerse con las riendas del poder, y que como aprendices de brujo logran destruir todo lo que les rodea, victima de su inmensa codicia. Ver como Larry Summers y otros “personajes”, aparecen al lado de cada presidente de los Estados Unidos desde los ochenta me recordó por un instante a esa escena de Wall E en la que aparecen los capitanes del navío estelar en su particular galería de retratos, cada vez más fofos e inútiles, y en todos está, al fondo, el rojo intenso del piloto automático, auténtico dueño y señor de la nave y de las vidas de sus ocupantes. Con gran estilo, sin caer en demagogias baratas (no, esto no es un panfleto de los de Michael Moore) con unas imágenes de Nueva York que son de una belleza arrebatadora, la película avanza sin pausa y, como bien señala Carlos Boyero, se acaba convirtiendo en un film de terror, de esos en los que uno sabe que la protagonista no debe avanzar por el pasillo porque “algo” le va a salir al paso y le va a herir. Igualmente aquí vemos como las piezas se montan para genera una catástrofe, que los pocos que la ven y denuncian no son escuchados, y uno se retuerce en la butaca del cine pensando no, no, no, ante el destino que contempla como inevitable, y que, dramáticamente, real, nuestro actual día a día.
Dos precisiones solamente. Una es que la cinta se centra, obviamente, en los Estados Unidos, y salvo una introducción islandesa, el resto de países no aparecen, y esta es una crisis global. Por ese mismo motivo, se podría rodar una película exactamente igual en España, sustituyendo todos los personajes de la original por banqueros, financieros, inmobiliarios, políticos, alcaldes y demás tropa de sinvergüenzas nacionales que han generado, con la cómplice actuación de cada uno de nosotros, nuestro particular desastre económico, proporcionalmente mayor que el americano Quizás por eso la película está casi escondida, y hay que currárselo para verla, frente a Torrente y otras sandeces, pero créanme, el esfuerzo merece la pena.
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