El sábado por la noche uno se podía encontrar decenas de personas disfrazadas de zombi por las calles de Madrid. Al principio pensé que era una fiesta particular cuando me cruce con cuatro de ellos, pero poco a poco empezaron a verse más, y sopesé las alternativas posibles. Por un lado se había producido el contagio de la enfermedad y los zombies empezaban a colonizar el mundo, y por otro, que la fiesta había pasado de ser en un local o piso a ser algo más serio. Finalmente resultó ser la segunda hipótesis, y es que el pasado sábado se celebró la quinta edición de la MZM, la Marcha Zombi de Madrid. Y yo sin saberlo antes.
Como nunca me ha gustado disfrazarme ni vestirme de manera extraña no hubiese participado en el encuentro de haber sabido que se celebraba, pero me parece una idea curiosa y original, y desde luego los que así pululaban por las calles no parecían pasarlo muy mal, no al menos peor que el resto, que no íbamos disfrazados, y que puede que fuésemos más zombies que ellos. Sospecho también que este tipo de encuentros atraen más a hombres que a mujeres, dado que somos más propensos a participar en cosas de estas, que muchos califican de absurdas, infantiles y tontas, pero si uno echa un vistazo a la imagen de grupo, en la que aparecen miles de personas concentradas en la plaza de Felipe II al inicio de la fiesta, se aprecia que también hay mujeres, que desde luego tienen un punto de vista algo peculiar sobre la vida respecto a la media de lo que conozco. Debe ser curioso plantearse un ligue en un encuentro como este, porque entre disfraces, cicatrices simuladas y supuestos chorretones de sangre los encuentros pueden ser tan apasionantes como complejos, pero desde luego la situación da para muchos chistes de todo tipo, y seguro que diversión asegurada, y amor más allá de la muerte, o al borde de la misma….. La cuestión es que cuando el Lunes comenté en el trabajo que había visto a los zombis, y buscando hallé la causa de su abundancia, todos mis compañeros, alguno de los cuales también se había cruzado con los muertos vivientes, empezaron a decir que esta gente es muy rara, está enferma, son unos “frikis” y cosas por el estilo. Al poco me quedé solo defendiendo la postura de los medio muertos, y poco faltó para que, según su opinión, me uniese el club de los tarados. La cosa es que entre las pocas personas que comenté este asunto, yo fui el único que le vio un componente lúdico, divertido y original, mientras que el resto, como mínimo, estaba estupefacto. Y claro, cuando les decía que todo esto de los zombis había cogido mucho auge a cuenta de libros muy buenos, como el de Guerra Mundial Z, de Max Brooks, y adaptaciones curiosas como la de Orgullo y Prejuicio y Zombies, el personal empezaba a mirarme con recelo, tratando de atisbar si me supuraba alguna herida punzante el cuello o en la base del cráneo, producto el mordisco de un Nosferatu local. La imagen de que todo esto son chiquilladas estúpidas, formas absurdas de divertirse, infantilazas, inmadureces y tonterías de niños es la que está más asentada no sólo entre mis compañeros, sino en todas partes. Quizás la reunión del sábado fue un grito de lucha de unos incomprendidos que en el fondo necesitan juntarse para defenderse del vacío al que les somete la vida real durante el resto del año, que saben que no están solos, pero quieren comprobarlo, y que por encima de todo deseaban pasárselo bien de la manera que a ellos les divierte, y no como la sociedad se lo impone o considera que es lo apropiado. Chicos, sin disfraz, estoy con vosotros!!!!
Porque, ¿qué es ser zombi? Acaso no lo es acudir en masa a ver un partido de fútbol como otros miles y cantar las mismas canciones todos los días de la vida? ¿No lo es tragarse, como millones de personas, las mismas basuras televisivas día tras día y comentarlas sin descanso al día siguiente, como personas “normales”? Si uno se pone a escarbar, nuestras vidas convencionales, rutinarias y predecibles, tienen más de comportamiento zombi que las cicatrices y heridas sangrantes que se les suponen a estos parásitos. Sí, lo del sábado, en cierto modo, fue un grito de liberación de los humanos sobre la vida zombi que nos domina el resto del año…
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