Seguro que cuando Bunbury y sus Héroes del Silencio cantaban esta canción a voz en grito jamás sospecharon que algún día podía ser utilizada para en el árido, y a veces cruel, contexto de la economía y las finanzas, pero así es la vida. Ayer fue un mal día para Iberia en su conjunto. En España el gobierno presentó una modificación del cuadro macroeconómico que, sobre todo, se traduce en un incremento de la previsión del paro para este 2011. Si la cosa ahora mismo es dramática, no se puede calificar como insoportable porque aún tendremos que soportar algo más, con la misma resignación y abatimiento como si esto cayese del cielo. Triste.
Pero el protagonista ayer fue Portugal. Tras varios días de agonía, huída hacia ninguna parte y negación de una realidad que no deja de golpear, el dimisionario primer ministro José Sócrates compareció por la noche y anunció que Portugal solicita el rescate de la Unión Europea. Y todo ello tras varios días en los que, una y otra vez, el mensaje era de un no rotundo al rescate, mientras que la deuda en el mercado secundario alcanzaba unos tipos de interés extravagantes, cercanos al 10%, las agencias de calificación, muy a posteriori, bajaban la nota de todos los productos lusos, y las colocaciones de deuda en el mercado primario eran saludadas como exitosas cuando no eran nada más que la reunión de unos buitres alrededor de una presa agonizante. Ayer mismo, por la mañana, se colocaron títulos de deuda portuguesa a seis meses a más del 5%, algo completamente irracional. Estas últimas colocaciones debían haberse evitado y el gobierno portugués tenía que haber admitido, tras su dimisión hace unas semanas, de que las finanzas del país no dan para más, pero entiendo que para un gobernante y, en general para una sociedad, es muy duro asumir este tipo de derrota, de humillación. Y si se fijan los titulares de hoy van por el lado militar: Portugal claudica, arroja la toalla, se rinde, etc. La deuda ha ganado al estado y a la nación portuguesa, y a partir de ahora muchas de las decisiones sobe su política no se van a tomar desde Lisboa, sino desde Bruselas y Washington. Así de simple, sencillo y duro. ¿Qué alternativas van a votar los portugueses el próximo 5 de Junio? ¿Acaso las hay? ¿Son unas elecciones de trámite? En cierto modo la campaña se dirime entre los socialistas y el centro derecha, pero ambos van a ejecutar lo que les venga impuesto por los rescatadores, de tal manera que el gobierno que surja será legítimo sí, pero ni autónomo ni independiente. Mal futuro. Además, está por ver que el rescate sea algo realmente útil, porque en el fondo no es sino acudir a un prestamista nuevo, que se ofrece a refinanciar tu crédito, exigiéndote austeridad, sí, pero que te vuelve a prestar y a aumentar tu deuda. ¿Es sostenible? No. Ya llevamos tres países rescatados en la UE, en una especie de versión financiera de los diez negritos de Ágata Christie, y el primero que cayó, Grecia, sigue mostrando un panorama desolador. Hace un año no era capaz de pagar su deuda a terceros, ya hora no la puede devolver a la UE, quién le rescató. Es lógico, si no creces económicamente, obteniendo así nuevos ingresos, no puedes devolver nada a nadie, se llame como se llame, y Grecia no crece, más bien parece hundirse poco a poco en el pozo de la depresión. En el caso griego es hora de empezar con quitas, renuncias al cobro de la deuda, como única salida real, o moratorias indefinidas de pago que se parecen mucho a lo primero. Los acreedores perderán, pero es que esto cada vez se parece más a un concurso de acreedores sobre un país, y ya se sabe que en esos casos alguien suele acabar perdiendo. ¿Hay el valor suficiente para hacer esto? Por ahora no… tiempo perdido.
¿Y España? ¿Seremos los siguientes? Habrá riesgo de contagio como se dice por ahí? Yo tengo una doble opinión, negativa y positiva. La negativa es que estamos peor de lo que se nos quiere hacer creer, con unas cajas medioquebradas y un sector inmobiliario zombi que nos arrastra hacia el abismo. Cumplimos las condiciones necesarias para, en unos meses, ser “rescatados” pero, y esto es lo bueno, somos como Goldman Sachs, demasiado grandes para caer. Si España cae, el euro va detrás, y en gran parte la UE, y los intereses para que eso no suceda son enormes. Así, puede que nos estrujen hasta ahogarnos con tal de que no caigamos. Como verán, el panorama es para sumergirse, quizás no en agua sino en algo más fuerte.
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