Lo más comentado ayer fue el asunto de los vuelos de los eurodiputados. Una votación en la cámara de Estrasburgo sobre dietas y gastos pagados reveló que sus señorías quieren seguir viajando en primera, sin renunciar a privilegio alguno en estos tiempos de crisis. La red se hizo eco del asunto, twitter explotó de ira y a las pocas horas los que habían votado que sí decían que lo habían hecho por error, cuales niños chicos pillados en una falta, y prometían reducirse la categoría de los vuelos en la siguiente oportunidad que se les presentase, más o menos por Diciembre. Algunos incluso dijeron que el error se debía a que no sabían lo que habían votado.
Este asunto, que tiene muchas vertientes, se ha analizado mucho desde la óptica del poder que las redes sociales tienen a la hora de influir en las decisiones públicas, correcto hasta cierto punto, pero pocos analistas he visto que hagan referencia a que es un paso más en el camino del desprestigio de lo público, de la desconexión absoluta de, en este caso, los eurodiputados respecto a la ciudadanía a la que sirven y paga sus gastos y, en general, de la poca (nula) moralidad que impera en la vida política europea y, obviamente, española. Ahora que se acercan las municipales tendremos decenas de casos en los que alcaldes y concejales envueltos en corruptelas, inmobiliarias sobre todo, se vuelven a presentar con objeto de que los votos anulen sus delitos, pretensión estúpida donde las haya, pero que creen justa. Y lo peor es que muchos volverán a ganar las elecciones!!! Se ha publicitado mucho el caso de la Comunidad Valenciana, donde la trama Gürtel ha revelado comisiones, contubernios variados y cosas amorales, de las que el asunto de los trajes es una pizquita en comparación con lo que se ha descubierto. Altos cargos del PP como Ricardo Costa, Ricardo Rambla, Gerardo Camps y muchos otros aparecen en sumarios con acusaciones muy serias, y sin embargo, van a figurar en las listas, y van a ser reelegidos nuevamente. Y eso, se mire por donde se mire, es lamentable. En el lado del PSOE asistimos esta semana a la lucha por lo que les queda de poder en Andalucía, donde parece que el barco socialista se hunde tras tres décadas de reinado. Ha sido en Cádiz, una de las provincias con más paro y menos renta per cápita de España, donde se han sucedido las dimisiones de los “chavistas” y los “griñanistas”. Todo este grupo de dirigentes, cargos políticos, y responsables de la gestión de los recursos públicos, no se han preocupado durante años de que la juventud de Cádiz esté abocada a trabajar en un chiringuito o a largarse de la provincia en busca de oportunidades, o de crear riqueza. Cuando las tasas de paro crecían aún más que en el resto de España (sí, eso puede ser posible, por increíble que parezca) estos señores miraban a otro lado, no les importaba, ni les afectaba. Pero eso sí, que venga uno a quitarme poder, que trate de removerme de mi puesto, quitarme el sillón y el coche oficial, no. No. Por ahí no paso, dimito. Y si encima es de mi propio partido voy a tratar de envenenar las cosas de la manera más zafia posible para que el ruido y el escándalo se nos lleve a todos. ¿Son estos sujetos cargos públicos? ¿Servidores civiles? ¿empelados públicos? No. Son profesionales de la política, entendida como negocio privado, como coto de privilegiados, como grupo de presión de intereses particulares. Los del PP de Valencia y el PSOE de Cádiz podían crear una asociación que hiciera lobby en Madrid para que los políticos nunca fuesen a la cárcel por los delitos que cometiesen, sean de la naturaleza que fueran, y que su cara dura fuese la norma a seguir. Seguro que encontraban muchos apoyos en la cámara, y no por error…..
Frente a esto, y teniendo en cuenta su carácter de anécdota, el primer ministro inglés David Cameron se encuentra pasando unos días de descanso privado en Granada. Llegó con su mujer en un vuelo de EasyJet, bajo coste, se aloja en un hotel de tres estrellas y todo se lo ha pagado de su bolsillo. ¿Se imaginan a un político español, uno sólo, que hiciese algo así? En su gestión Cameron cometerá errores y aciertos, dirá cosas lógicas y otras tontas, como todo el mundo, pero a la hora de aceptar o estudiar sus mensajes, ¿quién diría que tiene más fuerza moral para hacerlo, Cameron o los PPSOE nuestros? La respuesta es obvia, creo yo.
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