Aún estoy alucinado de todo lo que sucedió el pasado Lunes, una concatenación de noticias, a cada cual peor, que me hizo volver a casa con la sensación de que a España le habían dado una paliza tipo Mike Tyson, con mordisco incluido, y que el resto el mundo no había salido mucho mejor parado. Hoy tenesmos otra prueba en la subasta de obligaciones a diez años, a ver a que tipo las colocamos, pero no voy a hablar de economía, sino de personas, derechos, y de cómo resurge en nuestra Europa el fantasma de un pasado que algunos creían olvidado pero, mal que nos pese, sigue ahí, latente y esperando nuestra debilidad.
Dos han sido los episodios que invitan a seria reflexión sobre hacia dónde camina Europa. El fin de semana Francia cerró la frontera con Italia para impedir que inmigrantes tunecinos pasasen a territorio galo. Estos inmigrantes fueron dotados de papeles por el gobierno italiano y podían cruzar la UE en virtud de la legalidad vigente, pero Francia se negó. Italia protestó, porque entendía con lógica que Francia se estaba desentendiendo del problema de los refugiados de la guerra de Libia (y en general de todo el Magreb). ¿Consecuencias? El acuerdo de Schengen suspendido y reclamaciones cruzadas ante Bruselas que, (¡había alguna duda?) dijo que Italia tenía sus razones, pero Francia más. De tal manera que la UE, que sobre el papel tiene unos tratados democráticos, limpios y que defienden derechos y libertades de los que con orgullo nos vanagloriamos, no las ejerce cuando realmente los problemas le afectan en su territorio, y eso que la fuente de la inmigración está frente a nosotros, al otro lado del Mediterráneo. No nos debiera extrañar todo esto, porque en la Yugoslavia de los noventa los civilizados europeos actuamos de una manera infame, no queriendo ver las matanzas que se producían a pocos kilómetros de Trieste, en una muestra de egoísmo muy cruel. La otra noticia mala, muy mal, fue el gran resultado que el partido de los auténticos finlandeses obtuvo en las elecciones finesas el pasado Domingo, siendo la tercera fuerza política, pero a sólo punto y medio del ganador. El que el líder de esta formación se llame Timo ayuda bastante a definir en castellano lo que supone un partido de este tipo. Se ha hecho mucho hincapié en el rechazo de esta formación a los planes de rescate de la UE a los países del sur, y del egoísmo que esto supone, y son aspectos importantes, pero la cosa me parece mucho más grave, y empieza por el mismo nombre de la formación. “Auténtico finlandeses” quiere decir, entre otras cosas, que para estas personas hay finlandeses que no son auténtico, no? Que son de segunda categoría, de otra clase. ¿Qué determina para estos sujetos el definir quiénes son los auténticos y quiénes son los falsos? La renta, el componente racial, el ADN, el ganar rallies…. ¿Y qué hacemos con esos finlandeses no auténticos? Podemos echarlos, expulsarlos del país, marcarlos con un distintivo para que se sepa quienes son y no contaminen al resto, confinarlos en lugares apartados, deportarlos…. ¿A qué suena todo esto? Sea cual sea el mensaje económico de los timadores estos, su formación apesta, desde el nombre, a xenofobia y tácticas racistas. Y un 19% de los cinco millones de ricos, cultos y avanzados finlandeses les han votado, en un país rico, y con una tasa de inmigración que no llega la 3% y, desde luego, muy lejos del Magreb. Y formaciones de este pelaje surgen con fuerza en otros países, o se consolidan, como en Francia, donde el pesado frente Nacional, ahora liderado por la hija de Le Pen (como los Castro, a todos los totalitarios les gusta heredar) alardea de unas encuestas que le ponen incluso a la altura de Sarkozy de cara a las presidenciales de 2012.
En fin, ya ven que no todo es economía, pero en parte esta situación de política degenerada es fruto de la crisis que vivimos, del fracaso de la política clásica para solucionarla, de la erosión que la crisis provoca en la clase media, soporte de un sistema electoral estable y moderado, y del olvido en las nuevas generaciones de los males que el fanatismo causó en Europa en la primera mitad del siglo XX. En este mundo globalizado en el que vivimos los retos no dejan de crecer, y con ellos los problemas y las oportunidades. ¿Será Europa en el futuro lugar de esperanza o nueva fuente de conflictos? De nosotros depende.
Me cojo el Lunes y Martes de vacaciones, por lo que si todo va bien, hasta el Miércoles 27. Descansen y protéjanse de la lluvia, que s Semana Santa y tiene que hacer malo, jejeje
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