Nos guste o no, vivimos una época en la que la imagen lo es todo. Todo. Lo que ofrezcamos a los demás importa menos que cómo se lo ofrezcamos. Quizás sea signo de decadencia, o de cambio de perspectiva, o vaya usted a saber de que, pero es así. Una dictadura silenciosa, y por ello mucho más efectiva que las ruidosas y policiales, que nos domina, que yo personalmente no comparto, y en parte así me va en la vida. Y en la gestión pública la imagen aún es más importante. A veces lo es todo. A mi modo de ver, y no soy un experto en esto, un ejemplo de cómo no cuidar la imagen y el mensaje lo vimos ayer por la tarde en Moncloa.
En medio del tercer día de pasión de prima de riesgo, con la economía española hundiéndose poco a poco, ZP suspendió otra vez sus vacaciones y reunió al equipo económico en Moncloa para tratar la situación. Tras el encuentro fue la Vicepresidenta primera y Ministra de Economía Elena Salgado la que compareció ante los medios con el objetivo de tranquilizar a la población y los mercados, más que contar lo que en la reunión se había tratado. Yo suponía que la cosa es lo suficientemente seria como para que el propio ZP hiciera acto de presencia pública, pero bien porque no lo considera así (error) o le da miedo aparecer (error) fue Elena la que tuvo que salir a la palestra. Es curioso, pero Elena, varios pisos por encima mío, es mi jefa. Le ha tocado una de las coyunturas económicas más difíciles que imaginarse uno pueda, y poca gente creo que está ahora mismo a la altura de las circunstancias. Ella tampoco lo está, desde hace mucho tiempo, y bien que lo siento por ella y por el resto del país. Es una mujer fibrosa, que posee una gran fortaleza física, que para nada aparenta los sesenta años que porta, y que poco a poco ha sido superada por las circunstancias. Ayer estaba nerviosa, muy nerviosa. Sabía que lo que dijese lo estaba viendo, entre otra mucha gente, los que nos compran la deuda. Sabía que en los últimos días las palabras de Rajoy y Rubalcaba han sido equivocadas, y han acrecentado la sensación de que ninguno de los dos sabe a lo que se enfrenta. Un error en el mensaje por parte de la vicepresidenta Salgado no es lo mismo que un fallo de un líder de la oposición o un candidato, ella lo sabe muy bien, y trató de no cometerlo. Sin embargo la forma en la que se expresó era todo menos tranquilizadora. Frases cortas, a veces inconexas, voz trémula y poco firme, muy poca locuacidad a la hora de contestar a las preguntas de los periodistas, etc. Sobre el contenido del mensaje, casi nada. Tranquilidad porque la baja actividad de Agosto provoca estas cosas (idea que también es válida cuando en Agosto no pasa nada), la ralentización de la economía norteamericana que nos influye y perjudica (la culpa es de fuera, cosa que es cierta sólo en parte) y recurso a la coordinación con la Unión Europea. Insistió mucho en hacer lo posible para que el acuerdo al que se llegó a finales de Julio en Bruselas se ponga en marcha lo antes posible, aunque parece obvio que ese acuerdo ya no es útil para frenar esta ola. ¿Lanzó algún mensaje firme, sólido, sobre al capacidad (incuestionable) de España de hacer frente a su compromisos? No. ¿Envió señales de fortaleza de la actuación del gobierno para acometer reformas? No. ¿Se comprometió a ser estricta con el gasto, el ingreso, y cumplir el escenario de déficit cueste lo que cueste? No. Nada de eso hubo en su comparecencia, quizás porque es verdad que no se creen que esto vaya en serio o porque, como muchos otros, se han quedado sin ideas. Es duro decirlo, pero ayer Berlusconi, ese impresentable, si hizo lo que debía en su comparecencia ante el congreso italiano, y dijo cosas que había que decir.
Viéndole a Elena ante las ruinas financieras de España me vino a la memoria la imagen de otras ruinas, las de la T4 de Barajas cuando fue atacada por ETA, y la presencia de otra mujer seria y enjuta, María Teresa Fernández de la Vega, que acudió al escenario del atentado mucho antes de que su jefe apareciera ante la opinión pública. Fue la primera vez que, por miedo o incredulidad, ZP se escondió y no hizo frente a sus responsabilidades. Ayer volvió a pasar y, si no se relaja la cosa estos días (recen para que así sea y la prima baje) puede que haya sucedido por última vez.
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