Hay que mirar al calendario para convencerse. Estamos a miércoles 3 de agosto y asistimos alucinados a todo un derrumbe financiero. En dos días el ibex ha perdido poco menos de un 6% de su valor, la prima de riesgo del bono español a 10 años ha subido sin límite hasta romper la maldita barrea de los 400 puntos, acercándonos cada vez más a la asfixia financiera, y la sensación de nervios se extiende por todas partes. Muchos estarán en la playa, pero los operadores que no se han cogido vacaciones en agosto echan humo, y maldicen lo que ven.
¿Por qué pasa esto? ¿Y por qué ahora? Lo cierto es que agosto es un mes bursátil complicado. Hay mucha gente de vacaciones y poco volumen de mercado, de tal manera que con unas cuantas operaciones que el resto del año pasarían desapercibidas se pueden mover los índices en grandes porcentajes. Sin embargo creo que asistimos a otra cosa, un nuevo episodio en este continuo ir y venir de sustos y desconfianzas generalizadas sobre todo lo que se negocia en los mercados. Las acciones, la deuda, todo está bajo revisión, todo se pone en duda, porque es un síntoma de hasta donde han llegado las cosas el mero hecho de que se trate como hipótesis real de trabajo que, de no llegar a un acuerdo, hoy los EEUU estarían en quiebra. No lo están, hubo acuerdo, pero es malo de solemnidad, porque garantiza un estancamiento en la economía real, y así lo vio ayer la bolsa americana, que se dio un castañazo similar a la española, y este chiste lo refleja muy bien. Como espectador que asiste a la función, y que no puede intervenir en ella, sigo asombrado y, sí, asustado, tanto por lo que veo como por la aparente indiferencia con la que se toma todo esto por mucha gente. Sí, es cierto que hay un ambiente de preocupación general, pero sobre todo en las altas esferas parece que sigue sin pasar nada. Los 400 puntos de ayer, auténticos 400 golpes como diría Truffaut, motivaron el retraso en el inicio de las vacaciones de Zapatero, que se reunió con el resto de líderes políticos nacionales, pero a las horas decidió dar comienzo, esta vez sí, a las vacaciones. ¿Y el resto? ¿Y Rajoy, Rubalcaba, Duran, Salgado, Rato, Montoro, Sebastián, etc??? ¿Dónde estaban ayer? ¿Vieron a alguno? Bueno, sí salió José Blanco, pero mejor que no hubiera dicho nada. En el caso de la negociación de la deuda americana hemos visto en España un montón de intervenciones televisivas de Obama llamando al acuerdo y alertando de los riesgos que corría el país de no hacer nada. Es su obligación, pero ¿por qué vemos las arengas de ánimo y responsabilidad de Obama a los estadounidenses y no las de nuestro presidente a nosotros? Simple y sencillamente porque no se producen. Nadie comparece, nadie dice nada, quizás porque no sepan ni que decir, y el vacío del estrado añade confusión y nervios. Estos dos días han sido de auténtico zarandeo no sólo a las bolsas, que también, sino al propio proyecto europeo, que ve como el mundo financiero sigue sin creerse la solución dada a Grecia y que, aún más, aumenta su presión sobre España e Italia. Se debe decir alto y claro. El euro seguro, y la Unión Europea probablemente, no soportarían un rescate nuestro o de los italianos, y de no taponar la hemorragia todo el esquema europeo que hemos fabricado durante años se puede venir debajo de una manera estrepitosa y cruel. ¿Quién estaba ayer en Bruselas defendiendo a la Unión? Una desconocida portavoz de guardia de la Comisión que repetía un discurso ya sabido y poco eficaz.
Ayer por la tarde noche mandé un SMS a algunos conocidos diciendo que urgía que ZP, con Rajoy y Rubalcaba, compareciese de manera oficial ante los medios para lanzar un mensaje de fortaleza, para decir que España es solvente, y hará todo lo necesario para pagar sus deudas, y dar imagen de unidad en medio de la batalla. Probablemente los que recibieron el mensaje pensaron (otra vez) que al pesado de David se le ha ido la cabeza. Y claro, no compareció nadie ayer, ni espero que lo haga hoy. Pero la guerra sigue, y por cada punto de prima el destrozo aumenta. No podemos seguir así.
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