Es curioso como cambiamos de opinión dependiendo de dónde sucedan las cosas. Cuando en febrero se iniciaron las revueltas árabes todos alabamos el papel que en ellas jugaban las redes sociales, como vía de transmisión de la información libre y herramienta de los oprimidos frente a las dictaduras, encumbrándolas mucho más allá de lo que realmente fueron usadas en países con tasas de analfabetismo y pobreza tales como Túnez o Egipto. Meses después, ante la salvajada que hemos visto en Inglaterra, se acusa al servicio de mensajería de Blackberry de ser uno de los causantes de la misma, dado que fue el medio de comunicación usado por los alborotadores.
Ángeles o demonios, ¿qué tiene de cierto este debate al respecto de las redes sociales? En mi opinión, nada. Y es que las redes existen y son, como todo, y serán buenas o malas en función del uso que se les de. Sí, ya se que esta frase es de una trivialidad inmensa, pero es la verdad. El servicio de Blackberry es muy útil para muchas cosas, entre ellas para conspirar y hacer planes desestabilizadores, y el tuenti es ideal para que los jóvenes se escriban entre ellos, y puede ser la puerta usada por un depravado para acceder a su víctima. Algo similar se dijo de los móviles hace unos años, y parece sobrada su utilidad y hasta cierto punto necesidad hoy en día, por lo mismo que su uso fraudulento puede llegar a convertirlos en instrumentos de destrucción masiva como tuvimos que soportar, amargamente, en Madrid el 11M. Siempre que han surgido nuevas tecnologías se ha debatido profundamente si son buenas o no, si poseen un carácter malo o peligroso en sí mismas, por lo que el debate no es nuevo. La invención del martillo creo muebles maravillosos, y cadáveres con cráneos aplastados. ¿Es malo el martillo? No, en todo caso la mano que lo usa con malos fines. Lo que se debe hacer con estas nuevas herramientas, al igual que con los martillos, es enseñar a usarlas correctamente, y esa es una tarea en la que deben jugar un papel fundamental los padres de los adolescentes que las utilizan sin control. El que haya niños de doce o catorce años que pasan tantas horas como años que tienen inmersos en esas redes, o en videojuegos o similar no puede ser muy bueno para ellos, y en esta barbarie inglesa hemos visto muchos casos de adolescentes, muy menores de edad, que desprovistos de todo freno social y mostrando una falta de educación y valores pavorosa, lo menos peligroso que hacían era mandar mensajes de hacia dónde se dirigían a saquear comercios. Como mencionaba el otro día, mucho habrá que estudiar y analizar por parte de los expertos sobre lo que ha pasado en Inglaterra, y ya en el caso concreto de las redes, de hasta que punto se han pervertido como instrumento y qué posibilidades hay de detectar en ellas a sujetos que las utilicen para cometer delitos. La idea de Cameron de limitar y controlar su uso es imposible, sólo cerrándolas se podrá impedirlas, y eso ya no puede ser posible en este mundo. A mi modo de ver, las redes juegan dos papeles importantes en nuestras vidas, más allá de las inmensas opciones de ocio y comunicación que han abierto. Uno es el de la distribución del poder, y derivado directamente la pérdida del mismo por parte de los que siempre lo han detectado. Permiten crear grupos organizados de personas que poseen ideas propias, buenas, malas o muy friquis, que no sigan lo establecido, y que gracias a ellas puedan empezar a llevarlas a cabo porque la red les sirve de vínculo de unión y lugar de trabajo, logrando condicionar hábitos de consumo, calificaciones de películas, políticas, etc. Los procesos de marketing viral que se suceden día a día o el 15M son ejemplos muy perfeccionados de esta capacidad.
El otro papel, que comparten con el conjunto de tecnologías que nos rodean, es el de acelerar aún más el ritmo de vida que llevamos y los procesos que en él se desarrollan. La aparición de Internet, de la que las redes sociales son un mero apéndice, ha revolucionado nuestras vidas de una manera que aún nos somos conscientes ni capaces de calibrar, pero sobre todo la ha acelerado, todo se sucede a enorme velocidad en los medios, en nuestro ordenador, en la palma de nuestra mano, e Internet nos ha convertido en sujetos activos de este proceso acelerado. Todo va cada vez más rápido, lo que nos genera ansiedad y miedo al descarrilamiento, pero también nos lleva a donde no imaginábamos. Así de complejo es el asunto.
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