Hoy se acaba el convulso mes de septiembre, que en lo financiero ha sido como una ruleta rusa y en lo económico ha ido bastante mal. Como esta semana he visto un par de noticias que me han hecho reí mucho voy a comentarlas hoy, aunque aviso que el trasfondo de ambas no es precisamente divertido, ya que todas tiene que ver con Bin Laden, ese siniestro personaje, que por lo visto estaba predestinado a convulsionar el mundo del transporte aéreo, porque a finales de los setenta, agárrense, fue contratado por Iberia para dirigir la sucursal de dicha compañía en Arabia Saudí. De coña.
Al parecer la única manera de introducirse por entonces allí (ahora las cosas no han cambiado nada) es contar con miembros de al reinante casa Saud para todos los puestos de importancia, y Bin Laden, cuya familia era la principal contratista de obras del reino, era casi del círculo de los regentes, así que fue ofrecido por los saudíes y se le contrató. Al parecer no daba un palo al agua. Apenas se asomaba por la oficina y, eso sí, no molestaba mucho. No hay dudas de que a la hora de cobrar era de los primeros, por lo que Bin Laden asimiló muy rápido algunas de las características del “escaqueitor” o prototipo de trabajador que tanto abunda en nuestro día a día, que cobra mucho, no hace nada y no hay manera de deshacerse de él. Quizás de esa época le viniera a Bin Laden la fascinación por los aviones, y empezase a elucubrar planes sobre qué hacer en ellos a parte de pasar frío y comer mal. En todo caso no deja de ser curioso que el ideólogo del mayor atentado perpetrado en la historia, para el cual su usaron como armas aviones comerciales, trabajase en sus tiempos para Iberia. Quizás sí aprendió algo de aquella época, y es que viendo los retrasos de la compañía española seguro que la eliminó como candidata a ejecutar sus macabros planes, dado que siempre se realizarían con una gran impuntualidad. La cosa es que Bin Laden ocasionó el maldito 11S y desde entonces su fama creció sin límite hasta su muerte de este año en Annottabad, Pakistán, a manos de tropas norteamericanas. Sin embargo, desde el mismo 11S se han sucedido las teorías conspiratorias, en las que la participación de gobiernos, incluido el de EEUU, estaría realmente detrás de aquellos infames actos, quizás porque nos siguen pareciendo increíbles, y por tanto imposibles de ser desarrollados por un grupo de barbudos que nos parecen más unos payasos que unos criminales. Todas estas patrañas de conspiraciones siguen defendiéndose hoy en día, y uno de los que más bombo les da es el ínclito presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, el viejo “Ajma” al que tan abandonado le tengo últimamente, pero que hay sigue oprimiendo a su pueblo como desde el primer día, muy en forma. Todos los años en su discurso ante la Asamblea General de la ONU, Ajma reitera que el holocausto nazi es un mito y que el 11S es una conspiración judaica con el objeto de hacerse con el mundo, y blablabla. Siempre, ante estas palabras, los delegados de EEUU, la UE y otros muchos países se largan de la sala para no oír semejantes maldades, y desde todos los puntos del mundo se le lanzan mensajes a Ajma para que rectifique su discurso y pare ya de decir esas sandeces. Y recientemente un nuevo comunicado, de una fuente muy autorizada, vuelve a pedirle a Ajma que reconozca que los atentados del 11S son de Al Queda, y que se deje de monsergas tontas. ¿Y quién es esa fuente? Pues nada más y anda menos que la propia Al Queda!!!!!
Sí, sí, Al Queda considera que la postura antiimperialista de Ajma es de boquilla, falsa e impostada, que sufre de celos ante el empuje de la vanguardia islamista de los talibanes y que su ridícula (sic) obsesión por atribuir el 11S a otros grupos o autores es una manera de, atención, desacreditar los atentados de Nueva York y Washington. Algo así como cuando Apple saca un comunicado de orgullo ante el trabajo hecho con el Ipad y acusa de envidia y deseo de plagio a Samsung con sus tablets. Y es que Al Queda está muy orgullosa de su 11S, y como alguien se meta con ellos y no les reconozca el valor de sus actos, sea Ajma o cualquier otro, le meten una demanda, o algo peor….. Es para morirse de risa.
viernes, septiembre 30, 2011
jueves, septiembre 29, 2011
Ya no me toca la lotería
Todos los que me conocen saben que nunca juego a la lotería y otro tipo de sorteos. Bingos, primitivas, la de Navidad, los ciegos… no participo en eso que todo el mundo denomina suerte o ilusión, y yo sigo calificando como impuestos voluntarios. Sin embargo me beneficio de ello cada día, porque con su recaudación se sufragan servicios públicos que sí utilizo. Este año, de manera algo retorcida, iba a romper mi regla, porque ante la anunciada oferta pública de venta de acciones de Loterías del Estado iba a solicitar un paquete de títulos. Inversión garantizada, estable, con buenos dividendos y poco movimiento en el parqué... era un buen sitio para poner los ahorros.
Y digo era porque ayer por la noche se anunció por sorpresa la cancelación de esa salida a bolsa ante las adversas condiciones del mercado. Al parecer los bancos colocadores de la OPV, que ponen la parte del capital que no suscribimos los particulares en manos de fondos de inversión y garantizan que se venda el 100% de lo previsto, anunciaron al gobierno que al precio que la quería vender no había comprador, que era muy caro, que era imposible de colocar y que todo podía acabar mal. Sorpresa, y de las gordas. Cuando llegué ayer a casa, tarde, y pude la tele no pasaron cinco minutos del telediario antes de que Pepa Bueno lo anunciase como urgente, y me dejó completamente descolocado. De hecho los plazos estaban ya aquí, porque la oferta para particulares empezaba mañana, día 30, por lo que se ha suspendido con poco más de 24 horas de antelación. Esto es un varapalo muy gordo para el gobierno pero, sobre todo, para el país. Si Loterías se valora en mucho menos de lo que se piensa por parte de nuestras autoridades es, entre otras cosas, porque el conjunto de la marca España, y sus productos, adolecen de un problema de valoración en el mercado financiero internacional producto de la crisis que estamos atravesando. Eso es la prima de riesgo, que en el caso de la deuda significa que tú tienes que pagar más intereses al señor que te la compra porque no se fía de ti, y que en el caso de la venta de activos, como el de las loterías, debes bajar el precio porque el inversor piensa que le quieres colocar duros a cuatro pesetas (uyuyuy, pesetas….) Son dos vertientes de un mismo negocio, muy malo. Supongo que ayer por la noche el Ministerio de Economía se enfrentaba a una disyuntiva muy fea: o sigo adelante con al OPV pero malvendo la lotería, y saco poco más de la mitad de lo que esperaba o me echo para atrás y renuncio ante lo que me ofrecen. Ante este dilema el gobierno, creo que correctamente, escogió la segunda opción, y una vez hecho lo anunció con supongo bastante dolor de corazón. En ambos casos se renuncia a unos ingresos MUY necesarios, que se daban en parte por descontados, y se vuelve a ofrecer nuevamente la imagen de poca solvencia de las finanzas nacionales. Supongo que ayer debió ser una jornada muy amarga en Alcalá, la sede del Ministerio, ante el fracaso que supone la retirada de la oferta. Queda otra gran privatización en ciernes, al de AENA, con un montón de aeropuertos deficitarios y dos joyas llamadas Barajas y el Prat, que sí son rentables. Sin embargo el mar de fondo de la crisis es el mismo en este caso y, visto el precedente, no sería de extrañar que esta OPV tampoco despegase, por hacer una gracia con el sector en cuestión.
Así, ¿qué futuro le queda a la privatización de loterías? Ninguno, sinceramente. El gobierno se ha quedado sin plazo para volver a organizarla antes de las elecciones, y como dijo ayer por la noche Elena Salgado en Onda Cero, en ningún caso lo haría estando en funciones tras los comicios. Es una decisión que debe adoptar el nuevo gobierno. El PP ha dicho reiteradamente que estaba en contra de esa privatización, por lo que si gana las elecciones y no cambia de opinión no volverá a retomar el asunto, aunque donde dije digo…. En fin, otra mala noticia en el mundo económico, una más.
Y digo era porque ayer por la noche se anunció por sorpresa la cancelación de esa salida a bolsa ante las adversas condiciones del mercado. Al parecer los bancos colocadores de la OPV, que ponen la parte del capital que no suscribimos los particulares en manos de fondos de inversión y garantizan que se venda el 100% de lo previsto, anunciaron al gobierno que al precio que la quería vender no había comprador, que era muy caro, que era imposible de colocar y que todo podía acabar mal. Sorpresa, y de las gordas. Cuando llegué ayer a casa, tarde, y pude la tele no pasaron cinco minutos del telediario antes de que Pepa Bueno lo anunciase como urgente, y me dejó completamente descolocado. De hecho los plazos estaban ya aquí, porque la oferta para particulares empezaba mañana, día 30, por lo que se ha suspendido con poco más de 24 horas de antelación. Esto es un varapalo muy gordo para el gobierno pero, sobre todo, para el país. Si Loterías se valora en mucho menos de lo que se piensa por parte de nuestras autoridades es, entre otras cosas, porque el conjunto de la marca España, y sus productos, adolecen de un problema de valoración en el mercado financiero internacional producto de la crisis que estamos atravesando. Eso es la prima de riesgo, que en el caso de la deuda significa que tú tienes que pagar más intereses al señor que te la compra porque no se fía de ti, y que en el caso de la venta de activos, como el de las loterías, debes bajar el precio porque el inversor piensa que le quieres colocar duros a cuatro pesetas (uyuyuy, pesetas….) Son dos vertientes de un mismo negocio, muy malo. Supongo que ayer por la noche el Ministerio de Economía se enfrentaba a una disyuntiva muy fea: o sigo adelante con al OPV pero malvendo la lotería, y saco poco más de la mitad de lo que esperaba o me echo para atrás y renuncio ante lo que me ofrecen. Ante este dilema el gobierno, creo que correctamente, escogió la segunda opción, y una vez hecho lo anunció con supongo bastante dolor de corazón. En ambos casos se renuncia a unos ingresos MUY necesarios, que se daban en parte por descontados, y se vuelve a ofrecer nuevamente la imagen de poca solvencia de las finanzas nacionales. Supongo que ayer debió ser una jornada muy amarga en Alcalá, la sede del Ministerio, ante el fracaso que supone la retirada de la oferta. Queda otra gran privatización en ciernes, al de AENA, con un montón de aeropuertos deficitarios y dos joyas llamadas Barajas y el Prat, que sí son rentables. Sin embargo el mar de fondo de la crisis es el mismo en este caso y, visto el precedente, no sería de extrañar que esta OPV tampoco despegase, por hacer una gracia con el sector en cuestión.
Así, ¿qué futuro le queda a la privatización de loterías? Ninguno, sinceramente. El gobierno se ha quedado sin plazo para volver a organizarla antes de las elecciones, y como dijo ayer por la noche Elena Salgado en Onda Cero, en ningún caso lo haría estando en funciones tras los comicios. Es una decisión que debe adoptar el nuevo gobierno. El PP ha dicho reiteradamente que estaba en contra de esa privatización, por lo que si gana las elecciones y no cambia de opinión no volverá a retomar el asunto, aunque donde dije digo…. En fin, otra mala noticia en el mundo económico, una más.
miércoles, septiembre 28, 2011
No sólo los niños y los borrachos dicen la verdad
Decía Andy Warhol que todo el mundo tiene derecho a un cuarto de hora de popularidad en su vida. Ayer fue el turno de Alessio Rastani, un trader, operador de mercados, de la city londinense, que en apenas cuatro minutos revolucionó, escandalizó, asombró y dejó boquiabierto a medio mundo. Su desparpajo a la hora de describir cómo está gozando con la crisis, cómo eso le está permitiendo forrarse y que es la oportunidad soñada para él le han convertido en objeto de ira y desprecio por parte de todos. Sin embargo, y pocos podrán negarlo, a todos nos gustaría por un momento ser Rastani. Y de hecho, en parte, lo somos.
A ver si logro explicarme. Rastani es un bocazas, sí, y un prepotente, sí. Y es tal y como le han enseñado que sea. El y otros miles y miles de ejecutivos que pululan por el mundo, como millones de empleados y comunes como usted y yo salen cada mañana a ganarse su salario y, llegado el caso, harán lo que sea para ello, luchando contra quien se ponga por delante, sin frenos morales ni florituras éticas, que eso hace mucho que dejó de estar de moda. El negocio de Rastani consiste en hace dinero, en que los fondos de inversión que maneja crezcan, porque es lo que sus dueños, los miles y millones de depositantes de todo el mundo desean. Si usted posee un depósito bancario o un producto similar mire su contrato y en el verá la rentabilidad que la entidad financiera se ha comprometido a darle. Usted, yo y todo el mundo tenemos contratos similares, y la manera de obtener esas rentabilidades es que operadores como Rastani jueguen, especulen, muevan el dinero, hagan lo que sea con tal de alcanzar el rendimiento. Para satisfacer nuestra pequeña codicia individual es necesario que sujetos muy codiciosos como Rastani estén operando en los mercados. Sino, piense en que cara se le quedaría si el banco le dice que no, que el 5% prometido se ha quedado en -3%. Seguro que se le escapa un pensamiento del tipo “inútiles, yo sí que lo haría bien y sacaría esa pasta” y entonces su Rastani particular empezaría a ver oportunidades en medio del desastre. Lo que pasa es que en este mundo de corrección política en la que vivimos, dictadura silenciosa pero muy efectiva, queda muy bien acusar a este mentecato de ser cruel, ávaro y codicioso, e incluso culpable de la crisis en la que vivimos. Y todas esas acusaciones tienen su parte de razón, pero nunca debemos olvidar que es la crueldad, avaricia y codicia de cada uno de nosotros la que mueve el mundo y las que, cuando se nos desmadran, generan situaciones de crisis como estas, que son recurrentes a lo largo de la historia. Piense usted en España en 2000 – 2007, en plena burbuja, ¿Quién no especulaba con su piso? ¿Quién no acusaba al resto de tonto si no lo hacía? ¿Quién llamaba a eso especulación? Los precios subían como la espuma y todo el mundo soñaba con hacerse rico de la nada y algunos lo consiguieron, y muchos, casi todos, ganaron pasta. La crisis ha destruido esas ganancias y ahora nos toca purgar al Rastani desatado que llevamos cada uno de nosotros, pero me da que lo que más ha fastidiado a la gente al ver a este personaje es que, mientras que casi todo el mundo pierde dinero, él lo sigue ganando. Métase en un baño, solo, sin compañeros de trabajo ni familiares ni amigos, sin sentirse observado ni juzgado, y piense sinceramente que haría en el caso de ser Rastani. Sospecho que a la mayoría les saldría una sonrisa picarona en la boca pensando en qué se iban a gastar la cantidad de pasta que tendrían a su alcance. Habrá quienes no, por supuesto, pero la mayoría de indignados públicos de ayer se transformaría en una mayoría silenciosa de…. humanos, seres codiciosos, territoriales y posesivos, que es lo que somos.
Además, el comportamiento de Rastani es muy muy antiguo, tanto como el mundo. La frase de “a río revuelto ganancia de pescadores” no la ha inventado él, precisamente. En los ochenta Michael Douglas encarnó a un Rastani mayor, en Wall Street, igualmente engominado, que disfrutaba ganando y haciendo perder, y encandiló a todos. Keynes fue un famoso especulador bursátil en sus tiempos (cuánto se habla de él y que poco se le conoce) que ganó muchísimo y perdió otro tanto, y así hasta el infinito. Lo único novedoso de Rastani es su egocentrismo para declararlo así de alto en la BBC, ante todo el mundo, y eso sí es síntoma de un tiempo dominado por el onanismo personal y las posibilidades de exaltarlo a todo el mundo. El resto, lo que dice, es tan crudo como obvio.
A ver si logro explicarme. Rastani es un bocazas, sí, y un prepotente, sí. Y es tal y como le han enseñado que sea. El y otros miles y miles de ejecutivos que pululan por el mundo, como millones de empleados y comunes como usted y yo salen cada mañana a ganarse su salario y, llegado el caso, harán lo que sea para ello, luchando contra quien se ponga por delante, sin frenos morales ni florituras éticas, que eso hace mucho que dejó de estar de moda. El negocio de Rastani consiste en hace dinero, en que los fondos de inversión que maneja crezcan, porque es lo que sus dueños, los miles y millones de depositantes de todo el mundo desean. Si usted posee un depósito bancario o un producto similar mire su contrato y en el verá la rentabilidad que la entidad financiera se ha comprometido a darle. Usted, yo y todo el mundo tenemos contratos similares, y la manera de obtener esas rentabilidades es que operadores como Rastani jueguen, especulen, muevan el dinero, hagan lo que sea con tal de alcanzar el rendimiento. Para satisfacer nuestra pequeña codicia individual es necesario que sujetos muy codiciosos como Rastani estén operando en los mercados. Sino, piense en que cara se le quedaría si el banco le dice que no, que el 5% prometido se ha quedado en -3%. Seguro que se le escapa un pensamiento del tipo “inútiles, yo sí que lo haría bien y sacaría esa pasta” y entonces su Rastani particular empezaría a ver oportunidades en medio del desastre. Lo que pasa es que en este mundo de corrección política en la que vivimos, dictadura silenciosa pero muy efectiva, queda muy bien acusar a este mentecato de ser cruel, ávaro y codicioso, e incluso culpable de la crisis en la que vivimos. Y todas esas acusaciones tienen su parte de razón, pero nunca debemos olvidar que es la crueldad, avaricia y codicia de cada uno de nosotros la que mueve el mundo y las que, cuando se nos desmadran, generan situaciones de crisis como estas, que son recurrentes a lo largo de la historia. Piense usted en España en 2000 – 2007, en plena burbuja, ¿Quién no especulaba con su piso? ¿Quién no acusaba al resto de tonto si no lo hacía? ¿Quién llamaba a eso especulación? Los precios subían como la espuma y todo el mundo soñaba con hacerse rico de la nada y algunos lo consiguieron, y muchos, casi todos, ganaron pasta. La crisis ha destruido esas ganancias y ahora nos toca purgar al Rastani desatado que llevamos cada uno de nosotros, pero me da que lo que más ha fastidiado a la gente al ver a este personaje es que, mientras que casi todo el mundo pierde dinero, él lo sigue ganando. Métase en un baño, solo, sin compañeros de trabajo ni familiares ni amigos, sin sentirse observado ni juzgado, y piense sinceramente que haría en el caso de ser Rastani. Sospecho que a la mayoría les saldría una sonrisa picarona en la boca pensando en qué se iban a gastar la cantidad de pasta que tendrían a su alcance. Habrá quienes no, por supuesto, pero la mayoría de indignados públicos de ayer se transformaría en una mayoría silenciosa de…. humanos, seres codiciosos, territoriales y posesivos, que es lo que somos.
Además, el comportamiento de Rastani es muy muy antiguo, tanto como el mundo. La frase de “a río revuelto ganancia de pescadores” no la ha inventado él, precisamente. En los ochenta Michael Douglas encarnó a un Rastani mayor, en Wall Street, igualmente engominado, que disfrutaba ganando y haciendo perder, y encandiló a todos. Keynes fue un famoso especulador bursátil en sus tiempos (cuánto se habla de él y que poco se le conoce) que ganó muchísimo y perdió otro tanto, y así hasta el infinito. Lo único novedoso de Rastani es su egocentrismo para declararlo así de alto en la BBC, ante todo el mundo, y eso sí es síntoma de un tiempo dominado por el onanismo personal y las posibilidades de exaltarlo a todo el mundo. El resto, lo que dice, es tan crudo como obvio.
martes, septiembre 27, 2011
Ecce Elena
Se dice que Ecce Homo (aquí el hombre) fueron las palabras con las que Poncio Pilato presentó ante la muchedumbre a un Jesús torturado, coronado por espinas, flagelado en llagas y con aspecto lastimero, con el objeto de que la plebe allí congregada decidiera su culpabilidad o no. Esta imagen ha dado lugar a un motivo común en la pintura occidental, los llamados “ecce homo”, en los que se ve el rostro o cuerpo de Jesús en posición penitente, bien hacia el suelo o hacia el cielo, que transmiten una gran angustia. Si quieren un ejemplo, vayan a… Elorrio, sí, y verán un rostro pequeño en un altar lateral pintado por Lucas Jordán que es precioso.
Esto viene a cuento de unas imágenes que han circulado tras la reunión del FMI habida en Washington este fin de semana, y que son un retrato maravillosos, y cruel, de los tiempos que vivimos, y que recuerdan un poco a esa escena en la que el torturado, de aspecto doliente, es abroncado en público y expuesto ante todos. En ellas se ve a la Ministra Elena Salgado siendo abroncada por parte de Christine Lagarde, la actual responsable del FMI, y Elena, siempre desde abajo, aparece con una imagen lastimera de persona dolida, que reza, implora por el mal que ha cometido y pide perdón. Hay varias versiones. En esta se ve a Lagarde aleccionando a Elena, con el típico gesto de maestra que reprende al mal alumno. No se ve su rostro, pero sí se intuye que no está nada contenta. Elena por su parte apenas puede contener la cara de preocupación, con su mirada fija en la de su señora, y con un gesto de entrelazar los dedos de las manos que empieza a prepararse para un rezo. El señor de pelo blanco que está detrás asiste como espectador a toda una reprimenda, a una escena que denota claramente quién manda y quien debe obedecer, y me o imagino pensando “que no se pase Christine por aquí” como nos sucedía cuando en la época de estudiantes el profesor le echaba la bronca a un compañero y, asustados, rezábamos para que no se acercase después por nuestra mesa. La otra imagen, esta, es menos violenta, pero provoca aún mayor pena. En ella se ve a Lagarde de espaldas, con las manos abiertas y separadas, de pie, firme, y bajo ella está Elena, pura contrición, pura enmienda de sus pecados, con las manos unidas como si de una plegaria se tratase. Su rostro transmite miedo, angustia, impotencia, casi un lloro. Si en la primera la relación parecía ser la de profesor alumno, en esta es más claramente la de señor y empleado. Elena suplica, parece querer decir que no puede hacer más, que se ha esforzado todo lo posible pero que no da más de sí, que no es capaz de poner en vereda a España y que, como recitando una letanía, “sea Lagarde misericordiosa con esta humilde servidora”. En ambos momentos uno se imagina a Elena nerviosa, asustada y fuera de lugar. Ha acudido a sabiendas de lo que le esperaba y está llevándose los palos, los últimos palos de su gestión que acabará en un par de meses, delante de todo el mundo. Es probable que pueda consolarse junto con el ministro italiano y los del resto de países que, sin duda, han recibido broncas este fin de semana, pero eso no le quita ni un segundo de la aflicción que ha pasado, del mal rato que se ha llevado, de la angustia que le ha tocado sufrir, de la pena que ha tenido que sentir al ver como su gestión puede que sea juzgada para la posteridad por imágenes como estas, de bronca e impotencia.
Algún día, dentro de algunos años, quizás Elena Salgado publique sus memorias, que podrán ser muy o poco interesantes, no al conozco por lo que poco puedo opinar sobre su persona, pero en ellas debiera dedicar varios capítulos al periodo que va desde Mayo de 2010 a estos momentos. Este año y medio de pesadilla que ella está viviendo sin que se note demasiado en sus comparecencias públicas, pero que me lo imagino lleno de escenas privadas tan duras y dolorosas como las que retratan estas imágenes. Con el tiempo todo se ve de otra manera, pero la imagen de Elena doliente es, en mi opinión, perfecto reflejo de la situación de abatimiento, de angustia y zozobra que vive la economía y sociedad española.
Esto viene a cuento de unas imágenes que han circulado tras la reunión del FMI habida en Washington este fin de semana, y que son un retrato maravillosos, y cruel, de los tiempos que vivimos, y que recuerdan un poco a esa escena en la que el torturado, de aspecto doliente, es abroncado en público y expuesto ante todos. En ellas se ve a la Ministra Elena Salgado siendo abroncada por parte de Christine Lagarde, la actual responsable del FMI, y Elena, siempre desde abajo, aparece con una imagen lastimera de persona dolida, que reza, implora por el mal que ha cometido y pide perdón. Hay varias versiones. En esta se ve a Lagarde aleccionando a Elena, con el típico gesto de maestra que reprende al mal alumno. No se ve su rostro, pero sí se intuye que no está nada contenta. Elena por su parte apenas puede contener la cara de preocupación, con su mirada fija en la de su señora, y con un gesto de entrelazar los dedos de las manos que empieza a prepararse para un rezo. El señor de pelo blanco que está detrás asiste como espectador a toda una reprimenda, a una escena que denota claramente quién manda y quien debe obedecer, y me o imagino pensando “que no se pase Christine por aquí” como nos sucedía cuando en la época de estudiantes el profesor le echaba la bronca a un compañero y, asustados, rezábamos para que no se acercase después por nuestra mesa. La otra imagen, esta, es menos violenta, pero provoca aún mayor pena. En ella se ve a Lagarde de espaldas, con las manos abiertas y separadas, de pie, firme, y bajo ella está Elena, pura contrición, pura enmienda de sus pecados, con las manos unidas como si de una plegaria se tratase. Su rostro transmite miedo, angustia, impotencia, casi un lloro. Si en la primera la relación parecía ser la de profesor alumno, en esta es más claramente la de señor y empleado. Elena suplica, parece querer decir que no puede hacer más, que se ha esforzado todo lo posible pero que no da más de sí, que no es capaz de poner en vereda a España y que, como recitando una letanía, “sea Lagarde misericordiosa con esta humilde servidora”. En ambos momentos uno se imagina a Elena nerviosa, asustada y fuera de lugar. Ha acudido a sabiendas de lo que le esperaba y está llevándose los palos, los últimos palos de su gestión que acabará en un par de meses, delante de todo el mundo. Es probable que pueda consolarse junto con el ministro italiano y los del resto de países que, sin duda, han recibido broncas este fin de semana, pero eso no le quita ni un segundo de la aflicción que ha pasado, del mal rato que se ha llevado, de la angustia que le ha tocado sufrir, de la pena que ha tenido que sentir al ver como su gestión puede que sea juzgada para la posteridad por imágenes como estas, de bronca e impotencia.
Algún día, dentro de algunos años, quizás Elena Salgado publique sus memorias, que podrán ser muy o poco interesantes, no al conozco por lo que poco puedo opinar sobre su persona, pero en ellas debiera dedicar varios capítulos al periodo que va desde Mayo de 2010 a estos momentos. Este año y medio de pesadilla que ella está viviendo sin que se note demasiado en sus comparecencias públicas, pero que me lo imagino lleno de escenas privadas tan duras y dolorosas como las que retratan estas imágenes. Con el tiempo todo se ve de otra manera, pero la imagen de Elena doliente es, en mi opinión, perfecto reflejo de la situación de abatimiento, de angustia y zozobra que vive la economía y sociedad española.
lunes, septiembre 26, 2011
Lo que está en juego
Hoy Zapatero firma el decreto de disolución de las cortes y dará por finalizada esta convulsa legislatura que pasará a la (mala) historia. Lo que en Marzo de 2008 era una crisis que venía con fuerza sobre nosotros era una evidencia sólo para unos pocos, y por decirlo se les, y en parte nos, acusaba de todo, tachando ese pensamiento de antipatriótico, fatalista y pesimista. Tres años y medio después el agujero se ensancha bajo nuestro Spies, y apenas nos mantenemos agarrados a unas biznas que nos sostienen sobre el vacío. España, Europa y el Mundo se enfrentan a un panorama peligroso. ¿Qué hacemos?
Por de pronto reconocer los riesgos que enfrentamos. Vivimos en un mundo de negación, que prefiere pensar que sus proyectos e ilusiones vencen a la realidad, que con soñar se puede volar y dejar la gravedad a un lado. Cuando, como es normal, la gravedad se impone y uno se estampa, se acusa a todo el mundo de provocar el fracaso pero se eluden las responsabilidades propias. Sí, el infantilismo nos ha conquistado. Un ejemplo es el FMI. Se le lleva acusando desde hace años de que no previó la crisis de las hipotecas de 2008, en la que seguimos, y se le lanzaron todo tipo de improperios, muchos de ellos justificados. Ahora, con Christine Lagard al frente, ha anunciado que hay enormes riesgos y futuros problemas de recapitalización de bancos en Europa… y todo el mundo se ha lanzado contra ella, acusándola de tremendista, agorera y de dar malas noticias, cuando lo que se necesitan son buenas. ¿en qué quedamos? Si el canario que nos debe avisar del peligro en la mina se duerme y no nos indica el peligro, nos cargamos al canario por inútil, y si nos previene como es su labro, nos lo cargamos por agorero (bueno, no es exacto del todo, en el segundo caso el canario muere el sólo, es su labor). Así realizar análisis rigurosos sobre lo que sucede, plantearse escenarios que prevean como la quiebra de Grecia va a afectar a al Euro y a la propia Unión Europea y cosas por el estilo choca con el pensamiento imperante de que todas esas predicciones sólo buscan, en el fondo, destruir el euro, están hechas de mala fe, por analistas que cobran de la competencia y que pretenden desprestigiar el proyecto europeo, dado que este es el caso analizado. En fin, una nueva manifestación del infantilismo barato, de la negación por la negación y de las ganas de no querer reconocer el panorama al que nos enfrentamos. Y esa negación es el primer paso para el error. Si no queremos ver la realidad difícilmente podremos hacerle frente, y mucho menos modificarla. Un ejemplo no muy lejano. Desde hace meses oímos día tras día que la reforma que se ha hecho en España de las Cajas de Ahorro es un éxito, un ejemplo, y que todo ha salido de maravilla. Lo dijo, entre otros, el actual presidente de la CECA, Isidro Fainé, también lo dice MAFO, el Gobernador del Banco de España, y su equipo, cada vez que tiene la oportunidad. Vivimos en el mundo de las maravillas financieras recién arregladas. Pero vaya, vuelve la tozuda y fastidiosa realidad a estropear este dulce sueño. Hoy el País titula en portada que los bancos y cajas que fueron ayudados por el gobierno, vía avales para garantizar sus emisiones, piden una nueva prórroga porque no encuentran financiación en el mercado. Así, estos avales públicos se demuestran muy necesarios pero, vaya vaya, insuficientes en el tiempo y parece que en las dimensiones. ¿No será que bancos y cajas no están tan bien como se dice en público? ¿No será que, en el fondo, siguen tan descapitalizados como hace dos años? Fíjese en los carteles de se vende en los balcones de su barrio, cuánto tiempo llevan colgados y piense en el efecto de esas no ventas y bajadas de precios en el balance bancario.
En fin, la tozuda realidad se acabará imponiendo, aunque no se si seremos capaces de hacer frente o no. Si quieren leer algo rápido, breve, conciso, realista y sincero de cual es el reto que como europeos tenemos en frente, lean este artículo de Carlos Yarnoz publicado ayer en el País. No les llevará mucho tiempo, pero serán unos minutos muy bien aprovechados. Si después tienen un ligero escozor en las tripas será un buen síntoma. Se habrían dado cuenta de dónde estamos y a que nos enfrentamos, y de paso habrán ganado una primera batalla a la clase política y mediática, que sigue sin enterarse de que va todo esto. Ánimos
Por de pronto reconocer los riesgos que enfrentamos. Vivimos en un mundo de negación, que prefiere pensar que sus proyectos e ilusiones vencen a la realidad, que con soñar se puede volar y dejar la gravedad a un lado. Cuando, como es normal, la gravedad se impone y uno se estampa, se acusa a todo el mundo de provocar el fracaso pero se eluden las responsabilidades propias. Sí, el infantilismo nos ha conquistado. Un ejemplo es el FMI. Se le lleva acusando desde hace años de que no previó la crisis de las hipotecas de 2008, en la que seguimos, y se le lanzaron todo tipo de improperios, muchos de ellos justificados. Ahora, con Christine Lagard al frente, ha anunciado que hay enormes riesgos y futuros problemas de recapitalización de bancos en Europa… y todo el mundo se ha lanzado contra ella, acusándola de tremendista, agorera y de dar malas noticias, cuando lo que se necesitan son buenas. ¿en qué quedamos? Si el canario que nos debe avisar del peligro en la mina se duerme y no nos indica el peligro, nos cargamos al canario por inútil, y si nos previene como es su labro, nos lo cargamos por agorero (bueno, no es exacto del todo, en el segundo caso el canario muere el sólo, es su labor). Así realizar análisis rigurosos sobre lo que sucede, plantearse escenarios que prevean como la quiebra de Grecia va a afectar a al Euro y a la propia Unión Europea y cosas por el estilo choca con el pensamiento imperante de que todas esas predicciones sólo buscan, en el fondo, destruir el euro, están hechas de mala fe, por analistas que cobran de la competencia y que pretenden desprestigiar el proyecto europeo, dado que este es el caso analizado. En fin, una nueva manifestación del infantilismo barato, de la negación por la negación y de las ganas de no querer reconocer el panorama al que nos enfrentamos. Y esa negación es el primer paso para el error. Si no queremos ver la realidad difícilmente podremos hacerle frente, y mucho menos modificarla. Un ejemplo no muy lejano. Desde hace meses oímos día tras día que la reforma que se ha hecho en España de las Cajas de Ahorro es un éxito, un ejemplo, y que todo ha salido de maravilla. Lo dijo, entre otros, el actual presidente de la CECA, Isidro Fainé, también lo dice MAFO, el Gobernador del Banco de España, y su equipo, cada vez que tiene la oportunidad. Vivimos en el mundo de las maravillas financieras recién arregladas. Pero vaya, vuelve la tozuda y fastidiosa realidad a estropear este dulce sueño. Hoy el País titula en portada que los bancos y cajas que fueron ayudados por el gobierno, vía avales para garantizar sus emisiones, piden una nueva prórroga porque no encuentran financiación en el mercado. Así, estos avales públicos se demuestran muy necesarios pero, vaya vaya, insuficientes en el tiempo y parece que en las dimensiones. ¿No será que bancos y cajas no están tan bien como se dice en público? ¿No será que, en el fondo, siguen tan descapitalizados como hace dos años? Fíjese en los carteles de se vende en los balcones de su barrio, cuánto tiempo llevan colgados y piense en el efecto de esas no ventas y bajadas de precios en el balance bancario.
En fin, la tozuda realidad se acabará imponiendo, aunque no se si seremos capaces de hacer frente o no. Si quieren leer algo rápido, breve, conciso, realista y sincero de cual es el reto que como europeos tenemos en frente, lean este artículo de Carlos Yarnoz publicado ayer en el País. No les llevará mucho tiempo, pero serán unos minutos muy bien aprovechados. Si después tienen un ligero escozor en las tripas será un buen síntoma. Se habrían dado cuenta de dónde estamos y a que nos enfrentamos, y de paso habrán ganado una primera batalla a la clase política y mediática, que sigue sin enterarse de que va todo esto. Ánimos
viernes, septiembre 23, 2011
La televisión pública
La cultura democrática de este país sigue siendo muy escasa, lo cual por otra parte es lógico. Llevamos poco más de tres décadas de libertades tras siglos y siglos de dictaduras y absolutismos. Ese ramalazo censor y doctrinario del poder, de quien alcanza el poder, aparece con demasiada frecuencia. A veces es discreto, sibilino e inteligente, y no se nota. Otras es burdo, zafio, y organiza una escandalera. Lo sucedido ayer en TVE pertenece a este segundo tipo de chanchullos. Gracias a ello ha podido ser detenido, pero no deja de reflejar que, en el fondo, existe un gran problema con el mal uso que del poder hacen los partidos en España.
Y es que la revuelta de los profesionales de TVE ha impedido que una medida que podría ser usada como censura se ponga en marcha. En este caso el primer culpable ha sido el PP, quién a través de sus consejeros en el ente propuso este asunto. Votó a favor de esta medida el representante de CiU y se abstuvieron, dando un sí tácito, los representantes del PSOE y CCOO. Parece que hoy el consejo va a echar marcha atrás y derogará la medida, aunque dudo que sus miembros tengan el valor requerido para dimitir, que es lo que debieran hacer. En todo caso la norma se ha frenado a tiempo, pero gracias como antes señalaba a la revuelta de los profesionales de la casa y, muy importante, a la visibilidad de la propia TVE. Y es que el intento de control por parte de los partidos de los medios de comunicación públicos viene de muy antiguo. En España hemos alcanzado un refinamiento tan grande que casi ni nos extraña que en el coto particular que son las CCAA las televisiones públicas funcionen como instrumentos de partido, vulgares correas de transmisión de sus mensajes, doctrinas y eslóganes. En Madrid la tele autonómica, Telemadrid, es conocida, y de manera muy justa, como TeleEspe, en el País Vasco la ETB era un batzoki con cámaras mientras reinaba el PNV en Makua, en Andalucía ocurre lo mismo con el PSOE y Canal Sur, y en Valencia, regida por el PP, se llegó a la perfección, tras el nombramiento como portavoz del gobierno de la anterior directora del Canal 9, la tele autonómica, por lo que la señora Johnson pudo cambiar de despacho y ubicación pero siguió haciendo exactamente lo mismo. ¿Es periodismo todo esto que sucede en el ámbito autonómico? No, desde luego que no. Es propaganda, manipulación y servilismo de unos profesionales, acuciados por la debacle de empleo que asola a su sector, y que están obligados o a plegarse al dictamen de lo que manda el gobierno de turno o a hacer las maletas rumbo a la cola del INEM. Como en la calle hace mucho frío, el eco que produce a nivel nacional estos asuntos es escaso y, lo peor, asumimos como algo normal que el que llegue al poder manipule lo que pueda, estos comportamientos infames por parte de los políticos corren el riesgo de perpetuarse. Y no generan graves consecuencias si uno, cuando ve unos informativos autonómicos, sabe que está asistiendo a una rueda de prensa gubernamental, no a un telediario, y se cree de lo que ve la mitad, o menos. Pero claro, ese no es el comportamiento habitual del teleespectador, y los partidos lo saben. “Lo han dicho en al tele” es sinónimo de verdad revelada, y por eso tratan de controlarla. Y la más poderosa, la que a todas partes llega, la TVE del alma, esa es la más golosa y deseada, la que todos ansían por controlar, la que en cada cambio de gobierno sufre el metesaca de los que llegan sobre los que se van. Si para las televisiones autonómicas la solución es sencilla, el cierre, para TVE la cosa es más compleja, porque es necesario un medio público que haga cosas distintas a lo que muestran las privadas. ¿Cómo hacer que sea más neutral, o al menos defenderlo de la manipulación?
Visto lo visto es difícil, pero el ejemplo de ayer muestra que, si por algo se empieza, es por la rebelión de los profesionales de la comunicación. En este país los periodistas se han dejado comer mucho terreno, y no sólo en lo que hace al importe de las nóminas. Ruedas de prensa sin preguntas, vídeos electorales editados por los partidos, tiempos de información tasados, y muchos otros temas, que muestran cómo el poder político trata, y consigue, dominar a unos medios que deben ser libres. Ayer la libertad de expresión ganó una batalla, pero en esta guerra lleva mucho tiempo perdido, y le queda un enorme espacio por recuperar.
Y es que la revuelta de los profesionales de TVE ha impedido que una medida que podría ser usada como censura se ponga en marcha. En este caso el primer culpable ha sido el PP, quién a través de sus consejeros en el ente propuso este asunto. Votó a favor de esta medida el representante de CiU y se abstuvieron, dando un sí tácito, los representantes del PSOE y CCOO. Parece que hoy el consejo va a echar marcha atrás y derogará la medida, aunque dudo que sus miembros tengan el valor requerido para dimitir, que es lo que debieran hacer. En todo caso la norma se ha frenado a tiempo, pero gracias como antes señalaba a la revuelta de los profesionales de la casa y, muy importante, a la visibilidad de la propia TVE. Y es que el intento de control por parte de los partidos de los medios de comunicación públicos viene de muy antiguo. En España hemos alcanzado un refinamiento tan grande que casi ni nos extraña que en el coto particular que son las CCAA las televisiones públicas funcionen como instrumentos de partido, vulgares correas de transmisión de sus mensajes, doctrinas y eslóganes. En Madrid la tele autonómica, Telemadrid, es conocida, y de manera muy justa, como TeleEspe, en el País Vasco la ETB era un batzoki con cámaras mientras reinaba el PNV en Makua, en Andalucía ocurre lo mismo con el PSOE y Canal Sur, y en Valencia, regida por el PP, se llegó a la perfección, tras el nombramiento como portavoz del gobierno de la anterior directora del Canal 9, la tele autonómica, por lo que la señora Johnson pudo cambiar de despacho y ubicación pero siguió haciendo exactamente lo mismo. ¿Es periodismo todo esto que sucede en el ámbito autonómico? No, desde luego que no. Es propaganda, manipulación y servilismo de unos profesionales, acuciados por la debacle de empleo que asola a su sector, y que están obligados o a plegarse al dictamen de lo que manda el gobierno de turno o a hacer las maletas rumbo a la cola del INEM. Como en la calle hace mucho frío, el eco que produce a nivel nacional estos asuntos es escaso y, lo peor, asumimos como algo normal que el que llegue al poder manipule lo que pueda, estos comportamientos infames por parte de los políticos corren el riesgo de perpetuarse. Y no generan graves consecuencias si uno, cuando ve unos informativos autonómicos, sabe que está asistiendo a una rueda de prensa gubernamental, no a un telediario, y se cree de lo que ve la mitad, o menos. Pero claro, ese no es el comportamiento habitual del teleespectador, y los partidos lo saben. “Lo han dicho en al tele” es sinónimo de verdad revelada, y por eso tratan de controlarla. Y la más poderosa, la que a todas partes llega, la TVE del alma, esa es la más golosa y deseada, la que todos ansían por controlar, la que en cada cambio de gobierno sufre el metesaca de los que llegan sobre los que se van. Si para las televisiones autonómicas la solución es sencilla, el cierre, para TVE la cosa es más compleja, porque es necesario un medio público que haga cosas distintas a lo que muestran las privadas. ¿Cómo hacer que sea más neutral, o al menos defenderlo de la manipulación?
Visto lo visto es difícil, pero el ejemplo de ayer muestra que, si por algo se empieza, es por la rebelión de los profesionales de la comunicación. En este país los periodistas se han dejado comer mucho terreno, y no sólo en lo que hace al importe de las nóminas. Ruedas de prensa sin preguntas, vídeos electorales editados por los partidos, tiempos de información tasados, y muchos otros temas, que muestran cómo el poder político trata, y consigue, dominar a unos medios que deben ser libres. Ayer la libertad de expresión ganó una batalla, pero en esta guerra lleva mucho tiempo perdido, y le queda un enorme espacio por recuperar.
jueves, septiembre 22, 2011
Todo lleno de coches
A lo largo de toda esta semana se celebra en toda Europa la semana de la movilidad, una campaña para recordarnos lo importante que es prescindir del coche y optar por un transporte público sostenible y un uso de medios de locomoción alternativos, como bicicletas. Seguro que están agotados de la campaña publicitaria que rodea a este evento (nótese el tono irónico) y cuando hoy han cogido su coche se han sentido mal por no seguir los consejos que durante días y días se han trasmitido por los medios de comunicación, verdad????
Pues si han cogido el coche mal hecho, porque hoy es día sin coches, uno de los días más divertidos del año. Se supone que hoy es cuando la gente debe dejar sus coches en casa y esforzarse en acudir al trabajo (o a donde sea) de maneras distintas a la habitual. Y como en años anteriores el día sin coches se celebra… con muchos coches. Ahora mismo (7:57) miro por la ventana de la oficina y veo la Castellana con su volumen de tráfico habitual, mucho a estas horas, y creo que desde hace algunos años se ha dejado de medir el efecto de este día sin coches porque las últimas veces en las que se hizo ese ejercicio el resultado era lamentable. Y es que en la mayor parte de los casos prescindir del coche no es una opción, sino un imposible. Yo soy de los afortunados que no poseen coche y puedo venir a trabajar desde mi casa en metro. Además mi trabajo es muy sedentario, prácticamente no requiere viaje alguno y por tanto es una cuestión de ir y volver en el día en un trayecto ya muy estandarizado. Los que usamos el transporte público y nos ofrece la posibilidad de llegar a nuestros destinos somos unos privilegiados, pero no nos engañemos. En una gran ciudad, con cientos de empresas y polígonos sitos en las afueras, cada vez más lejanas, o en un pueblo en el que muchos de sus habitantes trabajen fuera, el coche es una herramienta de trabajo imprescindible. Un día al año uno puede hacer el esfuerzo y cogerse la bici camino al trabajo, si no llueve y es más o menos cuesta abajo, pero no nos engañemos. Si trabajas de traje coger la bici en España te asegura bronca al llegar a la oficina, oficina que por supuesto, salvo honrosas excepciones, no estará preparada para dejar la bici en ella, ni en el portal del edificio ni en ninguna otra parte. Y no hablemos de duchas y taquillas si necesitas pegarte un remojón después de haber hecho más esfuerzo del debido. Además, en ciudades como Madrid, lanzarse en bicicleta a la calle es un deporte de riesgo, meritorio de cara a la supervivencia, que te asegura emociones fuertes e intensas, y te hace desear no volver a coger la bici en la vida. Así, el uso de estas alternativas no deja de ser anecdótico no tanto por la inexistencia de carriles bici urbanos, que vienen bien, sino porque falta todo lo demás. Ni nuestros hábitos de trabajo, desplazamiento y desarrollo del mismo están preparados para prescindir del coche. Y en este caso estoy hablando de distancias controladas. Un señor que viva a veinte kilómetros del polígono en el que se encuentra su trabajo se enfrenta todos los días a una etapa impracticable en muchos casos. Y como verán ustedes las ciudades crecen, y crecen, y no dejan de crecer…..
En fin, que esto de la movilidad sostenible es un bonito ejercicio de marketing pero poco más, y es una pena. Sólo en aquellos países donde existe una amplia tradición de bici urbana, especialmente en el norte de Europa, los pedales son una alternativa real, pero no olvidemos que a la tradición le acompaña la planicie del territorio (por el contrario, el clima no ayuda). En fin, que los privilegiados que podemos seguir sin coche afortunados seremos, pero muchos otros, esclavizados todas las mañanas al atasco eterno, fuente de todos los males imaginables, aún no tienen cerca el final de su condena.
Pues si han cogido el coche mal hecho, porque hoy es día sin coches, uno de los días más divertidos del año. Se supone que hoy es cuando la gente debe dejar sus coches en casa y esforzarse en acudir al trabajo (o a donde sea) de maneras distintas a la habitual. Y como en años anteriores el día sin coches se celebra… con muchos coches. Ahora mismo (7:57) miro por la ventana de la oficina y veo la Castellana con su volumen de tráfico habitual, mucho a estas horas, y creo que desde hace algunos años se ha dejado de medir el efecto de este día sin coches porque las últimas veces en las que se hizo ese ejercicio el resultado era lamentable. Y es que en la mayor parte de los casos prescindir del coche no es una opción, sino un imposible. Yo soy de los afortunados que no poseen coche y puedo venir a trabajar desde mi casa en metro. Además mi trabajo es muy sedentario, prácticamente no requiere viaje alguno y por tanto es una cuestión de ir y volver en el día en un trayecto ya muy estandarizado. Los que usamos el transporte público y nos ofrece la posibilidad de llegar a nuestros destinos somos unos privilegiados, pero no nos engañemos. En una gran ciudad, con cientos de empresas y polígonos sitos en las afueras, cada vez más lejanas, o en un pueblo en el que muchos de sus habitantes trabajen fuera, el coche es una herramienta de trabajo imprescindible. Un día al año uno puede hacer el esfuerzo y cogerse la bici camino al trabajo, si no llueve y es más o menos cuesta abajo, pero no nos engañemos. Si trabajas de traje coger la bici en España te asegura bronca al llegar a la oficina, oficina que por supuesto, salvo honrosas excepciones, no estará preparada para dejar la bici en ella, ni en el portal del edificio ni en ninguna otra parte. Y no hablemos de duchas y taquillas si necesitas pegarte un remojón después de haber hecho más esfuerzo del debido. Además, en ciudades como Madrid, lanzarse en bicicleta a la calle es un deporte de riesgo, meritorio de cara a la supervivencia, que te asegura emociones fuertes e intensas, y te hace desear no volver a coger la bici en la vida. Así, el uso de estas alternativas no deja de ser anecdótico no tanto por la inexistencia de carriles bici urbanos, que vienen bien, sino porque falta todo lo demás. Ni nuestros hábitos de trabajo, desplazamiento y desarrollo del mismo están preparados para prescindir del coche. Y en este caso estoy hablando de distancias controladas. Un señor que viva a veinte kilómetros del polígono en el que se encuentra su trabajo se enfrenta todos los días a una etapa impracticable en muchos casos. Y como verán ustedes las ciudades crecen, y crecen, y no dejan de crecer…..
En fin, que esto de la movilidad sostenible es un bonito ejercicio de marketing pero poco más, y es una pena. Sólo en aquellos países donde existe una amplia tradición de bici urbana, especialmente en el norte de Europa, los pedales son una alternativa real, pero no olvidemos que a la tradición le acompaña la planicie del territorio (por el contrario, el clima no ayuda). En fin, que los privilegiados que podemos seguir sin coche afortunados seremos, pero muchos otros, esclavizados todas las mañanas al atasco eterno, fuente de todos los males imaginables, aún no tienen cerca el final de su condena.
viernes, septiembre 16, 2011
Tres años desde Lehman Brothers
Ayer se cumplieron tres años desde que la quiebra de Lehman Brotehrs hiciera que la crisis se instalase definitivamente en nuestras vidas y nos pusiere frente al inmenso agujero en el que vivimos. Muchos aun dicen que esa quiebra fue la causa de todo lo que vino después, mientras que yo sostengo, con otros pocos, que Lehman sólo fue la primera víctima de una crisis que ya existía, sigue y seguirá durante mucho tiempo. Aparatosa y mediática, sí, pero una víctima más de la insolvencia, descapitalización y desplome que se llevó sus balances como el otoño las hojas de los árboles.
Transcurridos tres años resulta lógico plantearse si hemos mejorado mucho desde entonces o no. Este es un asunto tan complejo e importante en el que hay opiniones para todos los gustos, desde los que desde Lehman llevan diciendo que en seis meses nos recuperaremos hasta los que, desde Lehman, anuncian el inminente fin del mundo y el desastre total. En honor a la verdad, y pese a que ambos han fallado en sus previsiones, han sido más certeros los apocalípticos que los iluminados. De hecho si hoy uno lee los periódicos se encuentra que la gran noticia, en medio de cientos de noticias económicas, es que los bancos centrales de occidente se han coordinado para dar liquidez de urgencia a la banca comercial europea a riesgo de que se derrumbara, y si uno piensa en el pasado encuentra similitudes asombrosas. Bancos descapitalizados, gobiernos desbordados, incertidumbre en los tipos, caos financiero… eso sí. Los datos fundamentales de las economías son ahora mucho peores de lo que lo eran entonces. El nivel de actividad, empleo y bienestar de nuestras sociedades no han dejado de bajar en estos años, la conflictividad va en aumento y las perspectivas son malas. Y en el caso de países como España existen claros, como el dinamismo exportador o la recuperación del turismo, pero el cáncer del desempleo, sus aterradoras cifras, y el destructivo balance que muestran las administraciones públicas de todo orden y las empresas privadas no dejan mucho margen para el optimismo. En estos tres años han caído gobiernos de todo signo y pelaje en distintos países, arrasados por su incapacidad a la hora de hacer frente a la crisis. Algunos adoptaron políticas diferenciadas de otros, pero no fueron muy eficaces. En el caso de Europa no ya los gobiernos sino la propia Unión, y el Euro, se encuentran cada vez en una situación más peligrosa, en medio de voces que reclaman unidad, frente a otras que gritan que lo mejor es actuar en solitario, todo lleno de confusos llamamientos a la solidaridad, puyas a quien debe pagar esa solidaridad y un desconcierto general que muestra a las claras tanto la gravedad de lo que estamos viviendo como la poca capacidad que poseemos, como dirigencia y sociedad, para afrontarlo. Normalmente a Europa como proyecto le ha gustado (demasiado) llegar hasta los límites para forzar los acuerdos, bordear el fracaso para forzar el éxito, y en varias ocasiones esa estrategia le ha funcionado, supongo que haciendo ver muy de cercan a sus socios lo que perderían en caso de no llegar a un acuerdo. En este caso la situación va mucho más allá. No nos encontramos ante la típica parálisis europea producto de su complejidad o ambigüedad, o el fracaso de algunas de sus iniciativas, como el clamoroso incumplimiento de los objetivos de Lisboa. No, estamos ante una mera cuestión de supervivencia. O salvamos esta o el proyecto europeo se nos va.
Palabras mayores, sí, pero son las que hay que decir. Muchas de las soluciones que se proponen (eurobonos, agencias europeas de calificación, etc) son sucedáneos que tienen su utilidad temporal, pero más allá se debe buscar como una integración fiscal seria, responsable y coercitiva puede hacer que la actual situación se estabilice y entre en vías de solución. Así, a tres años de la caída de un banco, y con millones de parados a los que nadie hace ningún caso en todo el mundo, la discusión es cómo salvar la Unión europea de su propio colapso. Visto así la perspectiva del tiempo muestra un rostro muy cruel. Esperemos que cambie de cara. Está en nuestras manos y esfuerzo el lograrlo.
Me cojo tres días de vacaciones. Si todo es normal, hasta el jueves 22, último día del verano.
Transcurridos tres años resulta lógico plantearse si hemos mejorado mucho desde entonces o no. Este es un asunto tan complejo e importante en el que hay opiniones para todos los gustos, desde los que desde Lehman llevan diciendo que en seis meses nos recuperaremos hasta los que, desde Lehman, anuncian el inminente fin del mundo y el desastre total. En honor a la verdad, y pese a que ambos han fallado en sus previsiones, han sido más certeros los apocalípticos que los iluminados. De hecho si hoy uno lee los periódicos se encuentra que la gran noticia, en medio de cientos de noticias económicas, es que los bancos centrales de occidente se han coordinado para dar liquidez de urgencia a la banca comercial europea a riesgo de que se derrumbara, y si uno piensa en el pasado encuentra similitudes asombrosas. Bancos descapitalizados, gobiernos desbordados, incertidumbre en los tipos, caos financiero… eso sí. Los datos fundamentales de las economías son ahora mucho peores de lo que lo eran entonces. El nivel de actividad, empleo y bienestar de nuestras sociedades no han dejado de bajar en estos años, la conflictividad va en aumento y las perspectivas son malas. Y en el caso de países como España existen claros, como el dinamismo exportador o la recuperación del turismo, pero el cáncer del desempleo, sus aterradoras cifras, y el destructivo balance que muestran las administraciones públicas de todo orden y las empresas privadas no dejan mucho margen para el optimismo. En estos tres años han caído gobiernos de todo signo y pelaje en distintos países, arrasados por su incapacidad a la hora de hacer frente a la crisis. Algunos adoptaron políticas diferenciadas de otros, pero no fueron muy eficaces. En el caso de Europa no ya los gobiernos sino la propia Unión, y el Euro, se encuentran cada vez en una situación más peligrosa, en medio de voces que reclaman unidad, frente a otras que gritan que lo mejor es actuar en solitario, todo lleno de confusos llamamientos a la solidaridad, puyas a quien debe pagar esa solidaridad y un desconcierto general que muestra a las claras tanto la gravedad de lo que estamos viviendo como la poca capacidad que poseemos, como dirigencia y sociedad, para afrontarlo. Normalmente a Europa como proyecto le ha gustado (demasiado) llegar hasta los límites para forzar los acuerdos, bordear el fracaso para forzar el éxito, y en varias ocasiones esa estrategia le ha funcionado, supongo que haciendo ver muy de cercan a sus socios lo que perderían en caso de no llegar a un acuerdo. En este caso la situación va mucho más allá. No nos encontramos ante la típica parálisis europea producto de su complejidad o ambigüedad, o el fracaso de algunas de sus iniciativas, como el clamoroso incumplimiento de los objetivos de Lisboa. No, estamos ante una mera cuestión de supervivencia. O salvamos esta o el proyecto europeo se nos va.
Palabras mayores, sí, pero son las que hay que decir. Muchas de las soluciones que se proponen (eurobonos, agencias europeas de calificación, etc) son sucedáneos que tienen su utilidad temporal, pero más allá se debe buscar como una integración fiscal seria, responsable y coercitiva puede hacer que la actual situación se estabilice y entre en vías de solución. Así, a tres años de la caída de un banco, y con millones de parados a los que nadie hace ningún caso en todo el mundo, la discusión es cómo salvar la Unión europea de su propio colapso. Visto así la perspectiva del tiempo muestra un rostro muy cruel. Esperemos que cambie de cara. Está en nuestras manos y esfuerzo el lograrlo.
Me cojo tres días de vacaciones. Si todo es normal, hasta el jueves 22, último día del verano.
jueves, septiembre 15, 2011
Llamada a tres
No se si se acuerdan de aquellos anuncios en los que se nos mostraban las maravillas de las centralitas digitales y lo que íbamos a ser capaces de hacer con ellas. Uno de los productos estrella era la “llamad a tres” en al que tres personas podían hablar a la vez entre ellas. En los anuncios las fotos de las personas iban rotando en la pantalla como si a Doris Day y Rock Hudson se les hubiera colado alguien en la pantalla. De ahí a que toda la pantalla se llenase de rostros y todo el mundo hablara, el llamado “party line” sólo distaban algunas pesetas. Porque sí, entonces los precios eran en pesetas.
Y esa fue la estética escogida ayer por los informativos para ilustrar la videoconferencia a tres que tuvo lugar entre Merkel, Sarkozy y Papandreu. En los telediarios se mostraban imágenes de archivo de los tres dirigentes, dado que no se disponen de propio evento, y rotaban en la pantalla, generando impresiones divertidas. Cuando la foto de Merkel estaba sola en la parte superior uno intuía las broncas que les iba a echar a los otros dos. Cuando era Papandreu el que estaba solo… bueno, Papandreu lleva mucho tiempo sólo, y Sarkozy en solitario daba la imagen de creerse que controlaba todo el tinglado. ¿De qué hablaron? Entre otras cosas de cómo pagar la factura de la conferencia y en qué moneda, y en esos dos puntos hubo acuerdo. La pagaría el griego y en euros. De ahí en adelante nada. Por la noche tenía la sensación de haber asistido a un magnífico espectáculo mediático en el que a lo largo del día se había ido alimentando una bola de expectativas ante algo novedoso, la videoconferencia, y que luego había terminado en nada, en meras palabras y ejercicios de intenciones. Una vez conseguido el efecto de rebotar a las bolsas el ejercicio se da por amortizado y se escenifica. A lo mejor estuvieron hablando de sus vacaciones de verano, o de dónde van a ir el año que viene, y si existe la posibilidad de que Grecia done alguna de sus islas para compensar lo que no va a pagar y así montar una casa de verano en la que Sarkozy pueda pasear a su nuevo retoño y presumir de Carla en otra parte. Seguro que MErkel también quiere pasar una temporada al sol, lejos de las montañas bávaras y sus frías nubes, y ya le tiene echado el ojo a un grupo de las Cicladas para montar excursiones y crear la primera oktubergruieguenfest de la historia, todo ello con mucho yogur. Y Papandreu, incapaz de decir nada, asentía sin parar, sabiendo que luego se las apañaría para no darles islas a ninguno y de paso no pagar la llamada, confiando en que el tipo de anonymus que lleva una extraña careta y que hace pocas horas se ha ofrecido a instalarle el equipo de videoconferenia en la sala apañe aquello para poder pillar señal wifi del vecino y no pagar. Tras unos minutos de charla los tres se habrán despedido amistosamente, deseándose lo mejor de cara al inicio del curso escolar, preocupándose por la salud de sus familiares, y habrán colgado. De vuelta a sus aposentos Sarkozy habrá presumido delante de su Carla del alma que el mundo está en sus manos y él lo controla desde su despacho, le habrá agarrado con pasión y habrá tratado de besarle subido a una banqueta. Merkel irá a su despacho, donde sigue su marido limpia que te limpia las fotos familiares, y le habrá dado instrucciones para la colada de las cortinas que tiene previsto hacer hoy, y luego habrá tirado algunos yogures griegos que llevan demasiado tiempo caducados en su nevera.
Y Papandreu se habrá ido al despacho a ver si en los cajones le queda algo con que pagar al tío de anonymus que le ha apañado los cables pero que dice que si los mercados le extorsionan él no va a ser tan pringado como para hacerlo gratis, y le amenaza con que sino paga le llenará la televisión griega de emisiones de algo llamado Tele5, porque un amigo suyo que es italiano pero ahora reside en España le puede pasar la señal y hacer que eso sea lo único que se vea en la tele griega. Cómo en otras ocasiones, Papandreu no sabe bien qué es lo peor, se niega a pagarle el recibo al de la careta y, postrado ante un icono bizantino hecho en plástico chino, repite sin cesar: “Sálvame, sálvame, sálvame….”
Y esa fue la estética escogida ayer por los informativos para ilustrar la videoconferencia a tres que tuvo lugar entre Merkel, Sarkozy y Papandreu. En los telediarios se mostraban imágenes de archivo de los tres dirigentes, dado que no se disponen de propio evento, y rotaban en la pantalla, generando impresiones divertidas. Cuando la foto de Merkel estaba sola en la parte superior uno intuía las broncas que les iba a echar a los otros dos. Cuando era Papandreu el que estaba solo… bueno, Papandreu lleva mucho tiempo sólo, y Sarkozy en solitario daba la imagen de creerse que controlaba todo el tinglado. ¿De qué hablaron? Entre otras cosas de cómo pagar la factura de la conferencia y en qué moneda, y en esos dos puntos hubo acuerdo. La pagaría el griego y en euros. De ahí en adelante nada. Por la noche tenía la sensación de haber asistido a un magnífico espectáculo mediático en el que a lo largo del día se había ido alimentando una bola de expectativas ante algo novedoso, la videoconferencia, y que luego había terminado en nada, en meras palabras y ejercicios de intenciones. Una vez conseguido el efecto de rebotar a las bolsas el ejercicio se da por amortizado y se escenifica. A lo mejor estuvieron hablando de sus vacaciones de verano, o de dónde van a ir el año que viene, y si existe la posibilidad de que Grecia done alguna de sus islas para compensar lo que no va a pagar y así montar una casa de verano en la que Sarkozy pueda pasear a su nuevo retoño y presumir de Carla en otra parte. Seguro que MErkel también quiere pasar una temporada al sol, lejos de las montañas bávaras y sus frías nubes, y ya le tiene echado el ojo a un grupo de las Cicladas para montar excursiones y crear la primera oktubergruieguenfest de la historia, todo ello con mucho yogur. Y Papandreu, incapaz de decir nada, asentía sin parar, sabiendo que luego se las apañaría para no darles islas a ninguno y de paso no pagar la llamada, confiando en que el tipo de anonymus que lleva una extraña careta y que hace pocas horas se ha ofrecido a instalarle el equipo de videoconferenia en la sala apañe aquello para poder pillar señal wifi del vecino y no pagar. Tras unos minutos de charla los tres se habrán despedido amistosamente, deseándose lo mejor de cara al inicio del curso escolar, preocupándose por la salud de sus familiares, y habrán colgado. De vuelta a sus aposentos Sarkozy habrá presumido delante de su Carla del alma que el mundo está en sus manos y él lo controla desde su despacho, le habrá agarrado con pasión y habrá tratado de besarle subido a una banqueta. Merkel irá a su despacho, donde sigue su marido limpia que te limpia las fotos familiares, y le habrá dado instrucciones para la colada de las cortinas que tiene previsto hacer hoy, y luego habrá tirado algunos yogures griegos que llevan demasiado tiempo caducados en su nevera.
Y Papandreu se habrá ido al despacho a ver si en los cajones le queda algo con que pagar al tío de anonymus que le ha apañado los cables pero que dice que si los mercados le extorsionan él no va a ser tan pringado como para hacerlo gratis, y le amenaza con que sino paga le llenará la televisión griega de emisiones de algo llamado Tele5, porque un amigo suyo que es italiano pero ahora reside en España le puede pasar la señal y hacer que eso sea lo único que se vea en la tele griega. Cómo en otras ocasiones, Papandreu no sabe bien qué es lo peor, se niega a pagarle el recibo al de la careta y, postrado ante un icono bizantino hecho en plástico chino, repite sin cesar: “Sálvame, sálvame, sálvame….”
miércoles, septiembre 14, 2011
Patrimonio e impuestos
Los políticos siguen en campaña preelectoral pese a no darse cuenta de que la economía se derrumba y que, gane quién gane, no va a poder gobernar nada, sino sólo dar la cara para hacer un balance del desastre. Pese a ello ahí siguen, pegándose por tonterías de poco fuste. La última es la de la reinstauración del impuesto de patrimonio, idea que lleva tiempo dando vueltas por los medios y que, por orden de Rubalcaba, ninguneando nuevamente a Elena Salgado, será aprobada en el Consejo de Ministros de este Viernes, el último de la legislatura.
No soy un experto hacendista, pero al menos uno espera que debates de este tipo tengan un tono más serio y profesional. Convertir a este impuesto como el “impuesto de los ricos” para dar dinero a los que sufren la crisis no deja de ser demagogia de la barata, y es que no se porqué nadie se atreve a decirlo, los ricos, los de verdad, nunca pagarán ni este impuesto ni los otros que haya, porque son ricos y porque son los que mandan. Se discute cual será el nivel de patrimonio a partir del que se exigirá el impuesto, y la verdad es que me da la risa. ¿Quién es hombre más rico de España? Amancio Ortega, fundador y dueño del imperio Inditex, que según la revista Forbes es la fortuna quince del mundo, con un patrimonio estimado en 31.000 millones de dólares. Mi pregunta es, ¿cuánto va a pagar Amancio ortega de impuesto de patrimonio? Tanto como ustedes, con sonrisa socarrona si leen estas líneas, están pensando, cero. Lo mismo podemos decir de Botín, Alierta, u otros personajes públicos o no tanto de este país, que son los más ricos entre los ricos. Tal como está diseñado actualmente, el impuesto de patrimonio grava rentas y posesiones que se encuentran administradas con criterios del siglo XVIII, siendo generosos, y sólo los viejetes que poseen varios pisos y terrenos serán efectivamente gravados por él. De hecho se estiman en algo más de 1.000 millones de euros la recaudación que puede obtenerse por esta figura. ¿Eso es mucho o es poco? Algo es algo, cierto, pero dado que nos gastamos unos 2.700 millones de euros al mes en prestaciones por desempleo la cifra queda muy relativizada. Además aprobar ahora la vuelta del impuesto implica el inicio de un proceso embarazoso, porque no será hasta Junio del año que viene, dentro de nueve meses, cuando se produzca la liquidación y recaudación del impuesto, por lo que las arcas públicas no verán un euro hasta ese momento. Gran efecto fiscal, proclamo. Además, como es un impuesto transferido a las autonomías cada una de ellas hará lo que quiera, y a buen seguro que en unas se cobra, en otras no y en otras ni queda claro. Un circo. Nuevamente gobierno y posición demuestran no saber a qué están jugando, y se pelean por un asunto que es una anécdota con toques de cutre señuelo electoral. Realmente, y esto hay gente que afortunadamente ya empieza a decirlo, en las sociedades occidentales, y en España aún más, los únicos que pagan impuestos directos son los asalariados, como este humilde escribiente, que poseen una nómina (bendita, sigue aquí y no te vayas!!!!) y está controlada por hacienda como Fernando Alonso domina a su Ferrari. El que tiene ingresos que no son nóminas trata de escaparse del IRPF y no lo duden, lo consigue. Por eso cuando los gobiernos necesitan recaudar suben el tramo alto del IRPF como medida cosmética, porque no ingresa casi nada, y en paralelo suben el IVA y los impuestos especiales de alcohol, tabaco y gasolina, que los paga todo el mundo, y pese a ser regresivos, son muy eficaces e instantáneos. Los beneficios empresariales, el patrimonio auténtico y, sobre todo, las grandes posesiones de capital, no pagan muchos impuestos, casi nada. No se tributan en IRPF ni mucho menos en esta renacida figura. Se escapan, y bien que lo saben los gobiernos, y poco pueden (yen muchos casos desean) hacer al respecto.
En España, y en el resto de países, ha llegado la hora de hacer una auténtica reforma fiscal, de tal manera que el asalariado no esté tan presionado por el fisco y el rendimiento del capital genere más renta al estado, tratando así de equilibrar la situación actual. Pero no se engañen, este es un asunto muy complicado, que exige pensar como diseñar una tributación más equitativa y que de paso fomente la inversión productiva y no penalice a las empresas ni al trabajo (cotizaciones sociales, bonus fiscales, etc). Debates de este tipo que arrancan con expresiones como “ricos y pobres” son simplemente, demagogias que no merecen ninguna atención.
No soy un experto hacendista, pero al menos uno espera que debates de este tipo tengan un tono más serio y profesional. Convertir a este impuesto como el “impuesto de los ricos” para dar dinero a los que sufren la crisis no deja de ser demagogia de la barata, y es que no se porqué nadie se atreve a decirlo, los ricos, los de verdad, nunca pagarán ni este impuesto ni los otros que haya, porque son ricos y porque son los que mandan. Se discute cual será el nivel de patrimonio a partir del que se exigirá el impuesto, y la verdad es que me da la risa. ¿Quién es hombre más rico de España? Amancio Ortega, fundador y dueño del imperio Inditex, que según la revista Forbes es la fortuna quince del mundo, con un patrimonio estimado en 31.000 millones de dólares. Mi pregunta es, ¿cuánto va a pagar Amancio ortega de impuesto de patrimonio? Tanto como ustedes, con sonrisa socarrona si leen estas líneas, están pensando, cero. Lo mismo podemos decir de Botín, Alierta, u otros personajes públicos o no tanto de este país, que son los más ricos entre los ricos. Tal como está diseñado actualmente, el impuesto de patrimonio grava rentas y posesiones que se encuentran administradas con criterios del siglo XVIII, siendo generosos, y sólo los viejetes que poseen varios pisos y terrenos serán efectivamente gravados por él. De hecho se estiman en algo más de 1.000 millones de euros la recaudación que puede obtenerse por esta figura. ¿Eso es mucho o es poco? Algo es algo, cierto, pero dado que nos gastamos unos 2.700 millones de euros al mes en prestaciones por desempleo la cifra queda muy relativizada. Además aprobar ahora la vuelta del impuesto implica el inicio de un proceso embarazoso, porque no será hasta Junio del año que viene, dentro de nueve meses, cuando se produzca la liquidación y recaudación del impuesto, por lo que las arcas públicas no verán un euro hasta ese momento. Gran efecto fiscal, proclamo. Además, como es un impuesto transferido a las autonomías cada una de ellas hará lo que quiera, y a buen seguro que en unas se cobra, en otras no y en otras ni queda claro. Un circo. Nuevamente gobierno y posición demuestran no saber a qué están jugando, y se pelean por un asunto que es una anécdota con toques de cutre señuelo electoral. Realmente, y esto hay gente que afortunadamente ya empieza a decirlo, en las sociedades occidentales, y en España aún más, los únicos que pagan impuestos directos son los asalariados, como este humilde escribiente, que poseen una nómina (bendita, sigue aquí y no te vayas!!!!) y está controlada por hacienda como Fernando Alonso domina a su Ferrari. El que tiene ingresos que no son nóminas trata de escaparse del IRPF y no lo duden, lo consigue. Por eso cuando los gobiernos necesitan recaudar suben el tramo alto del IRPF como medida cosmética, porque no ingresa casi nada, y en paralelo suben el IVA y los impuestos especiales de alcohol, tabaco y gasolina, que los paga todo el mundo, y pese a ser regresivos, son muy eficaces e instantáneos. Los beneficios empresariales, el patrimonio auténtico y, sobre todo, las grandes posesiones de capital, no pagan muchos impuestos, casi nada. No se tributan en IRPF ni mucho menos en esta renacida figura. Se escapan, y bien que lo saben los gobiernos, y poco pueden (yen muchos casos desean) hacer al respecto.
En España, y en el resto de países, ha llegado la hora de hacer una auténtica reforma fiscal, de tal manera que el asalariado no esté tan presionado por el fisco y el rendimiento del capital genere más renta al estado, tratando así de equilibrar la situación actual. Pero no se engañen, este es un asunto muy complicado, que exige pensar como diseñar una tributación más equitativa y que de paso fomente la inversión productiva y no penalice a las empresas ni al trabajo (cotizaciones sociales, bonus fiscales, etc). Debates de este tipo que arrancan con expresiones como “ricos y pobres” son simplemente, demagogias que no merecen ninguna atención.
martes, septiembre 13, 2011
Francia está llena de centrales nucleares (para JIA)
Como no es bueno que las desgracias vengan solas, ayer lo hicieron a pares. Al nuevo paso dado por la economía europea hacia su derrumbe se sumó la explosión acaecida en un reactor nuclear francés, que luego se transformó en incendio en un almacén de residuos. Lo que al principio fue un susto enorme se fue diluyendo poco a poco en un incidente que no ha generado radioactividad, sí un muerto y cuatro heridos, y nuevas dudas sobe el futuro de la tecnología nuclear como fuente de energía. Y eso a seis meses y un día de Fukushima.
Lo que más asustó del asunto francés es que está aquí al lado. La planta afectada se encuentra a unos doscientos kilómetros de la frontera española, lo que demuestra lo paleta que es la decisión de un país de no construir reactores, renunciando a esa fuente de energía y ese impulso tecnológico, de mientras sus vecinos sí lo hacen, porque si todo va bien el que hace el reactor sale ganando (inversión en I+D+i y empleo) y si todo va mal, en caso de accidente, todos salimos perdiendo, construyamos el reactor o no. El caso francés es paradigmático. En Francia funcionan más de cincuenta reactores nucleares que proporcionan el 80% de la electricidad consumida en el país. De hecho es la nación más nuclearizada del mundo. Es una apuesta estratégica que ese país ha desarrollado desde hace años, lo que ha llevado a Areva, el consorcio público privado que construye las centrales francesas, a ser uno de los principales inversores, desarrolladores y vendedores de tecnología nuclear en todo el mundo. Es por tanto, un sector estratégico para Francia, como puede serlo para España el turismo. Pongamos en frente el caso español. Con nuestros ocho reactores operativos, que producen el 20% de la electricidad consumida, España tiene en la energía nuclear una fuente más de suministro, pero no es ni mucho menos la determinante. Si uno accede a la web de Red Eléctrica en la que se muestra el consumo y la producción de la electricidad en cada momento verá que el peso de las fuentes es variado, siendo los ciclos combinados de gas la principal fuente común de abastecimiento, dependiendo la producción eólica del viento, que en días como estos es muy escaso, y teniendo una notable presencia el carbón, que también oscila mucho en función del comportamiento eólico. Lo que siempre está en el mix, que así se denomina esta mezcla de orígenes, es la energía nuclear, que no se apaga nunca, siendo su peso relativo más importante de noche y cuando el aporte renovable disminuye. Por lo tanto vemos que España necesita la energía nuclear pero no depende de ella, mientras que Francia no puede existir sin sus reactores. ¿Es factible, por tanto, alcanzar el sueño ecologista de renunciar a la energía nuclear? Quizás países como España puedan planteárselo a medio y largo plazo, teniendo en cuenta en todo caso que lo que se produce vía reactor se debe producir por otra vía fiable y segura, y a día de hoy eso implica el uso de energía fósil importada emisora de CO2. Si la demanda se mantiene estable muchos años (poco probable con el sueño del coche eléctrico en la mente de muchos) y la tecnología de producción renovable mejora mucho, quizás en años eso pueda llegar a ser posible, aunque se me antoja ilusorio, pero es obvio que Francia, y otras naciones intensivas en centrales nucleares, no pueden plantearse en un escenario de pocos años el cambiar de modelo de generación eléctrica. Simplemente sus costes serían infinitos.
Así, el incidente francés vuelve a ponernos sobre la mesa el complejo problema que supone obtener un suministro seguro, continuado y ecológico de energía. A día de hoy es imposible resolver esta ecuación, para un país moderno, cumpliendo las tres premisas porque, simplificando mucho, la nuclear es continuada y ecológica, pero no es segura, las fuentes derivadas del petróleo son seguras y continuadas, pero no ecológicas, y las renovables son ecológicas y seguras, pero no continuadas. ¿Cómo resolver este dilema? De las respuestas que obtengamos dependerá nuestro futuro en gran medida, dependientes como somos en grado sumo de la electricidad.
Lo que más asustó del asunto francés es que está aquí al lado. La planta afectada se encuentra a unos doscientos kilómetros de la frontera española, lo que demuestra lo paleta que es la decisión de un país de no construir reactores, renunciando a esa fuente de energía y ese impulso tecnológico, de mientras sus vecinos sí lo hacen, porque si todo va bien el que hace el reactor sale ganando (inversión en I+D+i y empleo) y si todo va mal, en caso de accidente, todos salimos perdiendo, construyamos el reactor o no. El caso francés es paradigmático. En Francia funcionan más de cincuenta reactores nucleares que proporcionan el 80% de la electricidad consumida en el país. De hecho es la nación más nuclearizada del mundo. Es una apuesta estratégica que ese país ha desarrollado desde hace años, lo que ha llevado a Areva, el consorcio público privado que construye las centrales francesas, a ser uno de los principales inversores, desarrolladores y vendedores de tecnología nuclear en todo el mundo. Es por tanto, un sector estratégico para Francia, como puede serlo para España el turismo. Pongamos en frente el caso español. Con nuestros ocho reactores operativos, que producen el 20% de la electricidad consumida, España tiene en la energía nuclear una fuente más de suministro, pero no es ni mucho menos la determinante. Si uno accede a la web de Red Eléctrica en la que se muestra el consumo y la producción de la electricidad en cada momento verá que el peso de las fuentes es variado, siendo los ciclos combinados de gas la principal fuente común de abastecimiento, dependiendo la producción eólica del viento, que en días como estos es muy escaso, y teniendo una notable presencia el carbón, que también oscila mucho en función del comportamiento eólico. Lo que siempre está en el mix, que así se denomina esta mezcla de orígenes, es la energía nuclear, que no se apaga nunca, siendo su peso relativo más importante de noche y cuando el aporte renovable disminuye. Por lo tanto vemos que España necesita la energía nuclear pero no depende de ella, mientras que Francia no puede existir sin sus reactores. ¿Es factible, por tanto, alcanzar el sueño ecologista de renunciar a la energía nuclear? Quizás países como España puedan planteárselo a medio y largo plazo, teniendo en cuenta en todo caso que lo que se produce vía reactor se debe producir por otra vía fiable y segura, y a día de hoy eso implica el uso de energía fósil importada emisora de CO2. Si la demanda se mantiene estable muchos años (poco probable con el sueño del coche eléctrico en la mente de muchos) y la tecnología de producción renovable mejora mucho, quizás en años eso pueda llegar a ser posible, aunque se me antoja ilusorio, pero es obvio que Francia, y otras naciones intensivas en centrales nucleares, no pueden plantearse en un escenario de pocos años el cambiar de modelo de generación eléctrica. Simplemente sus costes serían infinitos.
Así, el incidente francés vuelve a ponernos sobre la mesa el complejo problema que supone obtener un suministro seguro, continuado y ecológico de energía. A día de hoy es imposible resolver esta ecuación, para un país moderno, cumpliendo las tres premisas porque, simplificando mucho, la nuclear es continuada y ecológica, pero no es segura, las fuentes derivadas del petróleo son seguras y continuadas, pero no ecológicas, y las renovables son ecológicas y seguras, pero no continuadas. ¿Cómo resolver este dilema? De las respuestas que obtengamos dependerá nuestro futuro en gran medida, dependientes como somos en grado sumo de la electricidad.
lunes, septiembre 12, 2011
Homenaje a Nueva York
Ya ha pasado el 11S, y hemos tenido la oportunidad de ver los homenajes que se han rendido en Nueva York, Washington y Pensilvania a los fallecidos por los atentados perpetrados contra esas ciudades. Emoción, ausencia de discursos y lágrimas, muchas lágrimas de familiares de tantas víctimas inocentes que ese día se encontraron con el horror. Poco a poco la zona cero irá terminando sus obras y las piscinas monumento inauguradas ayer encontrarán quien las visite y frecuente en recuerdo de sus allegados, dando sentido a aquel lugar.
Pero, y ¿Nueva York? ¿Qué hay de la ciudad? De hecho Nueva York y ciudad son sinónimos. Pensar en ella evoca sus avenidas, luces, marabuntas humanas, edificios gigantescos, laberintos de calles, vitalidad, etc. ¿Cómo vive el día a día el neoyorquino y se enfrenta, si es que lo hace, al recuerdo de lo sucedido hace ya diez años?. Para tratar de encontrar respuestas TVE emitió ayer un gran reportaje en el programa En Portada en el que fueron los taxistas los que relataban sus experiencias y sensaciones. Es cierto que una ciudad ese, en gran parte, sus taxis. En Madrid los Skoda Octavia blancos y las emisoras que llevan puestas te dice mucho de lo que se respira en la calle, y en Nueva York, en medio de esa marea de coches amarillos, hasta ahora casi todos modelo Ford Crown Victoria, se encuentra uno a toda una muestra de la diversidad humana que puebla el planeta. Hoy en día hay muy pocos taxistas en Nueva York que sean occidentales blancos, son una rara excepción, y pocos son los que también poseen el taxi en propiedad. La mayor parte lo alquilas durante medio día seis días a la semana, y durante esas doce horas viven en su asiento, tratando de ganar todo lo que puedan en medio de la selva del tráfico de Manhattan. En el reportaje aparecen taxistas indios, turcos, negros, musulmanes, incluso un occidental, y todos ellos recuerdan su experiencia de aquellos días, de cómo sintieron que la ciudad que nunca duerme se paró, se quedó en silencio, aturdida por lo sucedido, pero que luego, poco a poco, volvió a la normalidad, porque la inmensa fuerza que anida en sus calles volvió a resurgir. Algo más humana, coincidían, porque si hasta entonces el usuario del taxi ni se molestaba en dar los buenos días ahora sí, es más educado, respetuoso, como si un sentimiento de humanismo colectivo hubiera arraigado en las calles y aceras de la urbe. Vitalista, neurótica, forrada de dinero y llena de contrastes, Nueva York no se ha derrumbado como sus torres, sino que ha resurgido y, en medio de la actual crisis, sigue siendo un polo de atracción de inversiones y turistas. Dijeron ayer que 44 millones de turistas la visitaron el año pasado, una cifra inmensa se mire por donde se mire, y muchos de esos taxistas viven gracias a los turistas que llegan atraídos por el ansía de conocer el mito de Nueva York, pasearse por las calles que tantas veces han visto en las películas y sentirse parte del decorado de una ciudad que conocen mejor que el extrarradio de la ciudad en la que realmente viven. Poco a poco la zona cero del bajo Manhattan se ha ido convirtiendo también en un lugar de atracción de turistas, de mirones que acuden en masa a ver dónde estaban las torres y lo que allí está surgiendo, por lo que muchos taxista, lo quieran o no, se ven obligados a frecuentar ese espacio y tener por tanto sensaciones extrañas al pasar por allí, en función de lo que vivieron ese día.
Y pese a que el recuerdo de esa tragedia siempre va a existir en la ciudad, Nueva York demuestra que es capaz de sobreponerse a todo. Por eso también es la capital del mundo, pese a no ser ni siquiera la capital de su estado (¿alguien ha estado alguna vez en Albany?). Los terroristas del 11S también querían atentar contra ese espíritu indomable, que irradia e ilumina. Deseaban apagarlo, y pese a que lograron un éxito descomunal con su atentado, Nueva York se ha demostrado más fiera e indomable de lo que ninguno de ellos hubiera sospechado. Ahí reside gran parte de su atractivo, y por eso tantas personas en el mundo amamos a Nueva York.
Pero, y ¿Nueva York? ¿Qué hay de la ciudad? De hecho Nueva York y ciudad son sinónimos. Pensar en ella evoca sus avenidas, luces, marabuntas humanas, edificios gigantescos, laberintos de calles, vitalidad, etc. ¿Cómo vive el día a día el neoyorquino y se enfrenta, si es que lo hace, al recuerdo de lo sucedido hace ya diez años?. Para tratar de encontrar respuestas TVE emitió ayer un gran reportaje en el programa En Portada en el que fueron los taxistas los que relataban sus experiencias y sensaciones. Es cierto que una ciudad ese, en gran parte, sus taxis. En Madrid los Skoda Octavia blancos y las emisoras que llevan puestas te dice mucho de lo que se respira en la calle, y en Nueva York, en medio de esa marea de coches amarillos, hasta ahora casi todos modelo Ford Crown Victoria, se encuentra uno a toda una muestra de la diversidad humana que puebla el planeta. Hoy en día hay muy pocos taxistas en Nueva York que sean occidentales blancos, son una rara excepción, y pocos son los que también poseen el taxi en propiedad. La mayor parte lo alquilas durante medio día seis días a la semana, y durante esas doce horas viven en su asiento, tratando de ganar todo lo que puedan en medio de la selva del tráfico de Manhattan. En el reportaje aparecen taxistas indios, turcos, negros, musulmanes, incluso un occidental, y todos ellos recuerdan su experiencia de aquellos días, de cómo sintieron que la ciudad que nunca duerme se paró, se quedó en silencio, aturdida por lo sucedido, pero que luego, poco a poco, volvió a la normalidad, porque la inmensa fuerza que anida en sus calles volvió a resurgir. Algo más humana, coincidían, porque si hasta entonces el usuario del taxi ni se molestaba en dar los buenos días ahora sí, es más educado, respetuoso, como si un sentimiento de humanismo colectivo hubiera arraigado en las calles y aceras de la urbe. Vitalista, neurótica, forrada de dinero y llena de contrastes, Nueva York no se ha derrumbado como sus torres, sino que ha resurgido y, en medio de la actual crisis, sigue siendo un polo de atracción de inversiones y turistas. Dijeron ayer que 44 millones de turistas la visitaron el año pasado, una cifra inmensa se mire por donde se mire, y muchos de esos taxistas viven gracias a los turistas que llegan atraídos por el ansía de conocer el mito de Nueva York, pasearse por las calles que tantas veces han visto en las películas y sentirse parte del decorado de una ciudad que conocen mejor que el extrarradio de la ciudad en la que realmente viven. Poco a poco la zona cero del bajo Manhattan se ha ido convirtiendo también en un lugar de atracción de turistas, de mirones que acuden en masa a ver dónde estaban las torres y lo que allí está surgiendo, por lo que muchos taxista, lo quieran o no, se ven obligados a frecuentar ese espacio y tener por tanto sensaciones extrañas al pasar por allí, en función de lo que vivieron ese día.
Y pese a que el recuerdo de esa tragedia siempre va a existir en la ciudad, Nueva York demuestra que es capaz de sobreponerse a todo. Por eso también es la capital del mundo, pese a no ser ni siquiera la capital de su estado (¿alguien ha estado alguna vez en Albany?). Los terroristas del 11S también querían atentar contra ese espíritu indomable, que irradia e ilumina. Deseaban apagarlo, y pese a que lograron un éxito descomunal con su atentado, Nueva York se ha demostrado más fiera e indomable de lo que ninguno de ellos hubiera sospechado. Ahí reside gran parte de su atractivo, y por eso tantas personas en el mundo amamos a Nueva York.
jueves, septiembre 08, 2011
Diez años desde el 11S (III)
Y por encima de todas las reflexiones que podamos hacer, el 11S es un día en el que tres mil personas murieron asesinadas por el fanatismo y el odio humano, en el que los mayores símbolos de la de la ingeniería fueron destruidos usando para ello a otros enormes éxitos alcanzados por la mente del hombre. En el que el corazón de la ciudad más significativa del mundo, Nueva York, se convirtió en un crematorio, y su suelo en un cementerio. Sea ese día nuestro recuerdo a las victimas de las torres gemelas, a las que fallecieron en Washington y en Pensilvania. A ellas les debemos todos los homenajes posibles
Y para recordar ese momento, vengan aquí las impresiones desnortadas, perdidas, alucinadas, de Antonio Muñoz Molina, recién llegado a esa ciudad, que vivió el infierno ante sus ojos, y que aún no es capaz de olvidarlo.
Mañana es fiesta en Madrid. Si no pasa nada raro, hasta el Lunes, 12, un día después.
Y para recordar ese momento, vengan aquí las impresiones desnortadas, perdidas, alucinadas, de Antonio Muñoz Molina, recién llegado a esa ciudad, que vivió el infierno ante sus ojos, y que aún no es capaz de olvidarlo.
Mañana es fiesta en Madrid. Si no pasa nada raro, hasta el Lunes, 12, un día después.
miércoles, septiembre 07, 2011
Diez años desde el 11S (II)
La caída de las torres gemelas es, probablemente, el acontecimiento más mediático de la historia, el que más gente ha congregado frente a un televisor para asistir, alucinados todos ellos, a un espectáculo coreografiado para lograr la máxima y más impactante audiencia posible. No se los datos de audiencia de ese día, pero si sumamos la de todos los canales del mundo, que absortos repetían esas imágenes inimaginables, superará a todo lo conocido. La cobertura del acontecimiento desbordó a los medios, mostró la relevancia de Internet como canal de comunicación y cambió el mundo mediático.
Y eso que hace diez años algunas de las cosas que hoy consideramos como habituales no existían, hace sólo diez años. No había Ipods, Ipads ni cualquier otro producto de Mac cuyo nombre empezase por “I” o sus copias clónicas. El concepto de red social no se había creado, y es probable que Mark Zuckerberg se pasease por su instituto trasteando ordenadores con su ya inseparable sudadera con capucha, pero facebook, twitter y todas esas cosas no eran ni imaginadas. Wikileaks tampoco funcionaba. Pensemos en un momento un 11S en facebook, ¿cuánta gente se sumaría al “no me gusta” que aparecería en los perfiles, referido a los ataques? ¿Cuántos miles de grupos se crearían? ¿Cuántos locos, como el que les escribe, llenarían sus perfiles, muros y demás huecos sociales con mensajes, alusiones e imágenes de lo sucedido en Manhattan? ¿Cuántos “hastag” se darían de alta en twitter sobre el tema? Sería un ejercicio curioso, y sin duda todos estos nuevos sistemas de comunicación se colapsarían ante lo sucedido, en medio de la incredulidad de sus usuarios y gestores de sistemas. Algo así les pasó a los medios tradicionales. Los periódicos del día siguiente, o las muchas ediciones especiales que salieron en la misma tarde de ese maldito día 11 (tengo muchas de las españolas, gracias MLLP!!!) presentan portadas y titulares apocalípticos, de esos que si uno los ve recién llegado de vacaciones le dan la sensación de haber regresado a otro mundo. El despliegue de los medios fue enorme, y las televisiones, as grandes vencedoras en un suceso tan mediático y visual como este, tiraron la casa por la ventana. El trabajo que hizo en España TVE fue enorme, no sólo en lo que hace a la duración del informativo, ocho horas largas, sino al esfuerzo que supone narrar algo así. En la web de TVE hay un elegante especial sobre ese día con testimonios variados e interesantes. Varios son de Ana Blanco, la eterna cara de los informativos de la casa, profesional hasta la médula, creíble ante todo, y seria como pocas. Su caso es el de muchos presentadores de todo el mundo, que empiezan su informativo con unas curiosas imágenes de algo que sucede en Nueva York y que ven como poco a poco el mundo que conocen se derrumba ante sus ojos. Ellos tampoco se lo creían, no podían creérselo, como nos pasaba a todos (y me sigue sucediendo cada vez que lo veo) pero encima tenían que relatarlo, seguir sentados en su plató, improvisar sin guión alguno, con los ojos fijos en una pantalla que no dejaba de emitir unas secuencias de pesadilla. En Ana Blanco uno encuentra la representación de los cientos, miles de periodistas de todo el mundo que, ese día y los siguientes, se dejaron la piel por contarnos lo que pasaba. Luego ha habido tragedias locales que les han podido impactar más, y la propia Blanco contó en una entrevista que el 11M de Madrid supuso para ella el peor momento de su carrera, el de mayor sufrimiento al contar lo que pasaba, pero ese 11 de septiembre mostró la unidad de los medios ante la adversidad, no porque estuvieran de acuerdo o no por lo que pasaba, o lo interpretasen igual, no, sino porque estaban todos superados, absortos, atontados.
La fuerza de esas imágenes es tal que, pese a que desde entonces se han rodado muchas películas, y con muchos desastres y destrucciones, nada ha superado a la horrenda realidad que allí se pudo ver. En estos años sólo acontecimientos como el terremoto de Haití de 2010 o el tsunami de Japón, en Marzo, en otro 11, han generado imágenes comparables pero, matiz fundamental, producto de la naturaleza abatida sobre los humanos. El hecho de que el 11S sea producto exclusivo de personas sobre personas le confiere su matiz más tenebroso, y hace que ver esas imágenes sea contemplar, atontados, incrédulos, lo más profundo del horror que somos capaces de crear cada uno de nosotros. En parte, qué miedo, hay reside su fuerza.
Y eso que hace diez años algunas de las cosas que hoy consideramos como habituales no existían, hace sólo diez años. No había Ipods, Ipads ni cualquier otro producto de Mac cuyo nombre empezase por “I” o sus copias clónicas. El concepto de red social no se había creado, y es probable que Mark Zuckerberg se pasease por su instituto trasteando ordenadores con su ya inseparable sudadera con capucha, pero facebook, twitter y todas esas cosas no eran ni imaginadas. Wikileaks tampoco funcionaba. Pensemos en un momento un 11S en facebook, ¿cuánta gente se sumaría al “no me gusta” que aparecería en los perfiles, referido a los ataques? ¿Cuántos miles de grupos se crearían? ¿Cuántos locos, como el que les escribe, llenarían sus perfiles, muros y demás huecos sociales con mensajes, alusiones e imágenes de lo sucedido en Manhattan? ¿Cuántos “hastag” se darían de alta en twitter sobre el tema? Sería un ejercicio curioso, y sin duda todos estos nuevos sistemas de comunicación se colapsarían ante lo sucedido, en medio de la incredulidad de sus usuarios y gestores de sistemas. Algo así les pasó a los medios tradicionales. Los periódicos del día siguiente, o las muchas ediciones especiales que salieron en la misma tarde de ese maldito día 11 (tengo muchas de las españolas, gracias MLLP!!!) presentan portadas y titulares apocalípticos, de esos que si uno los ve recién llegado de vacaciones le dan la sensación de haber regresado a otro mundo. El despliegue de los medios fue enorme, y las televisiones, as grandes vencedoras en un suceso tan mediático y visual como este, tiraron la casa por la ventana. El trabajo que hizo en España TVE fue enorme, no sólo en lo que hace a la duración del informativo, ocho horas largas, sino al esfuerzo que supone narrar algo así. En la web de TVE hay un elegante especial sobre ese día con testimonios variados e interesantes. Varios son de Ana Blanco, la eterna cara de los informativos de la casa, profesional hasta la médula, creíble ante todo, y seria como pocas. Su caso es el de muchos presentadores de todo el mundo, que empiezan su informativo con unas curiosas imágenes de algo que sucede en Nueva York y que ven como poco a poco el mundo que conocen se derrumba ante sus ojos. Ellos tampoco se lo creían, no podían creérselo, como nos pasaba a todos (y me sigue sucediendo cada vez que lo veo) pero encima tenían que relatarlo, seguir sentados en su plató, improvisar sin guión alguno, con los ojos fijos en una pantalla que no dejaba de emitir unas secuencias de pesadilla. En Ana Blanco uno encuentra la representación de los cientos, miles de periodistas de todo el mundo que, ese día y los siguientes, se dejaron la piel por contarnos lo que pasaba. Luego ha habido tragedias locales que les han podido impactar más, y la propia Blanco contó en una entrevista que el 11M de Madrid supuso para ella el peor momento de su carrera, el de mayor sufrimiento al contar lo que pasaba, pero ese 11 de septiembre mostró la unidad de los medios ante la adversidad, no porque estuvieran de acuerdo o no por lo que pasaba, o lo interpretasen igual, no, sino porque estaban todos superados, absortos, atontados.
La fuerza de esas imágenes es tal que, pese a que desde entonces se han rodado muchas películas, y con muchos desastres y destrucciones, nada ha superado a la horrenda realidad que allí se pudo ver. En estos años sólo acontecimientos como el terremoto de Haití de 2010 o el tsunami de Japón, en Marzo, en otro 11, han generado imágenes comparables pero, matiz fundamental, producto de la naturaleza abatida sobre los humanos. El hecho de que el 11S sea producto exclusivo de personas sobre personas le confiere su matiz más tenebroso, y hace que ver esas imágenes sea contemplar, atontados, incrédulos, lo más profundo del horror que somos capaces de crear cada uno de nosotros. En parte, qué miedo, hay reside su fuerza.
martes, septiembre 06, 2011
Diez años desde el 11S (I)
Esta semana se cumple el décimo aniversario de los atentados terroristas contra Nueva York y Washington que causaron el derrumbe de las torres gemelas y acuñaron el acrónimo de 11S como sinónimo de terror e infamia. Tratando de abstraerme de la realidad, y con la paradoja de que el aniversario se “celebre” con el derrumbe de las bolsas mundiales por la nueva fase de la crisis que vivimos, voy a dedicarle varias entradas a lo que han supuesto esos atentados en el mundo que vivimos hoy en día. Diez años no son suficientes, pero si empiezan a mostrar una cierta perspectiva.
Y en lo que hace a los propios Estados Unidos, es duro constatar que transcurridos esos años su posición en el mundo es más débil de lo que era antes de los ataques. El asesinar finalmente a Bin Laden, objetivo teórico de las guerras emprendidas, ha supuesto algo así como el cierre del círculo para el gobierno y parte de la sociedad americana, pero es evidente que, mientras que la política antiterrorista en suelo norteamericano ha impedido nuevos ataques, la estrategia militar exterior no ha funcionado. La guerra de Afganistán se ha empantanado durante una década en la que las tropas americanas y del resto de países allí presentes apenas han logrado hacerse con el control de las zonas circundantes a sus bases de operaciones. La retirada anunciada por Obama, con plazos más allá de 2012, muestra que la salida de los occidentales de Afganistán va a ser por la puerta de atrás, sin lograr estabilizar el país ni la zona colindante con Pakistán, convertido hoy en día en el auténtico polvorín de la región. Entre medio tuvimos la guerra de Irak, un caro, complejo y bastante inútil ejercicio militar que principalmente sirvió para deslegitimar las intervenciones militares en el exterior y arruinar el capital solidario atesorado por EEUU en todo el mundo tras el 11S. Irak y Afganistán, dos fracasos estratégicos de largo plazo, han consumido recursos, fuerzas y prestigio de los EEUU hasta unos niveles difícilmente soportables, y han mostrado que un mundo unipolar es mucho más complejo de gestionar que uno dominado por dos potencias. Se puede establecer una correlación, a posteriori, entre estas guerras, los incentivos financieros creados para salir del agujero del 11S y la actual crisis financiera, que esta siendo devastadora para EEUU y el mundo, pero no deja de ser un ejercicio teórico que, pese a su lógica, no deja de ser la unión de unos puntos que van correlativos en el tiempo pero no tienen porqué ser causales unos con otros. Lo cierto es que si EEUU empezaba el siglo XXI con una incuestionable sensación de fortaleza y liderazgo sin rival posible, transcurrida una década de estos atentados su posición en el mundo se debilita y su espíritu se agrieta. Nuevos actores, los llamados emergentes, han emergido de una vez, y si es cierto que nada se puede comparar al poderío militar norteamericano, el dólar ya no puede comprar voluntades como antes y han quedado demostradas las limitaciones de un ejército, diseñado para una confrontación a gran escala, en una guerra de guerrillas sucia y cruel en medio de montañas desérticas. Quizás la gran innovación en el campo militar de estos años haya sido la proliferación de los drones, aviones no tripulados, toda una parafernalia de artefactos teledirigidos de alcance y potencia variable que han acercado la guerra aún más a los videojuegos y la muerte a la mera pulsación de botones a distancia.
Para el islamismo radical el mundo también ha cambiado. Sigue golpeando, y ha extendido su estela de muerte y destrucción a ciudades como Bombay, Madrid y Londres, pero afortunadamente la estrategia original de Al Queda se ha debilitado, y las revueltas árabes de este 2011 muestran un camino alternativo que, pese a estar aún por ver a donde se dirige, difiere radicalmente de la paranoia fascistoide encarnada por Bin Laden y sus acólitos. Así, la caída de las torres sacudió el mundo, pero aún no está claro como se vana situar las piezas en el tablero tras semejante golpe.
Y en lo que hace a los propios Estados Unidos, es duro constatar que transcurridos esos años su posición en el mundo es más débil de lo que era antes de los ataques. El asesinar finalmente a Bin Laden, objetivo teórico de las guerras emprendidas, ha supuesto algo así como el cierre del círculo para el gobierno y parte de la sociedad americana, pero es evidente que, mientras que la política antiterrorista en suelo norteamericano ha impedido nuevos ataques, la estrategia militar exterior no ha funcionado. La guerra de Afganistán se ha empantanado durante una década en la que las tropas americanas y del resto de países allí presentes apenas han logrado hacerse con el control de las zonas circundantes a sus bases de operaciones. La retirada anunciada por Obama, con plazos más allá de 2012, muestra que la salida de los occidentales de Afganistán va a ser por la puerta de atrás, sin lograr estabilizar el país ni la zona colindante con Pakistán, convertido hoy en día en el auténtico polvorín de la región. Entre medio tuvimos la guerra de Irak, un caro, complejo y bastante inútil ejercicio militar que principalmente sirvió para deslegitimar las intervenciones militares en el exterior y arruinar el capital solidario atesorado por EEUU en todo el mundo tras el 11S. Irak y Afganistán, dos fracasos estratégicos de largo plazo, han consumido recursos, fuerzas y prestigio de los EEUU hasta unos niveles difícilmente soportables, y han mostrado que un mundo unipolar es mucho más complejo de gestionar que uno dominado por dos potencias. Se puede establecer una correlación, a posteriori, entre estas guerras, los incentivos financieros creados para salir del agujero del 11S y la actual crisis financiera, que esta siendo devastadora para EEUU y el mundo, pero no deja de ser un ejercicio teórico que, pese a su lógica, no deja de ser la unión de unos puntos que van correlativos en el tiempo pero no tienen porqué ser causales unos con otros. Lo cierto es que si EEUU empezaba el siglo XXI con una incuestionable sensación de fortaleza y liderazgo sin rival posible, transcurrida una década de estos atentados su posición en el mundo se debilita y su espíritu se agrieta. Nuevos actores, los llamados emergentes, han emergido de una vez, y si es cierto que nada se puede comparar al poderío militar norteamericano, el dólar ya no puede comprar voluntades como antes y han quedado demostradas las limitaciones de un ejército, diseñado para una confrontación a gran escala, en una guerra de guerrillas sucia y cruel en medio de montañas desérticas. Quizás la gran innovación en el campo militar de estos años haya sido la proliferación de los drones, aviones no tripulados, toda una parafernalia de artefactos teledirigidos de alcance y potencia variable que han acercado la guerra aún más a los videojuegos y la muerte a la mera pulsación de botones a distancia.
Para el islamismo radical el mundo también ha cambiado. Sigue golpeando, y ha extendido su estela de muerte y destrucción a ciudades como Bombay, Madrid y Londres, pero afortunadamente la estrategia original de Al Queda se ha debilitado, y las revueltas árabes de este 2011 muestran un camino alternativo que, pese a estar aún por ver a donde se dirige, difiere radicalmente de la paranoia fascistoide encarnada por Bin Laden y sus acólitos. Así, la caída de las torres sacudió el mundo, pero aún no está claro como se vana situar las piezas en el tablero tras semejante golpe.
lunes, septiembre 05, 2011
Super ET
Nací en 1972, por lo que tuve la inmensa suerte de vivir mi juventud en la década de los ochenta mientras una serie de magos realizaban unas maravillosas películas. Un tal Spielberg había hecho una de tiburones, y luego unas cuantas de extraterrestres, como Encuentros en la Tercera fase o ET, y te lo pasabas en grande viéndolas. Lucas terminaba su trilogía de la Guerra de las Galaxias, los hermanos Zemeckis componían su Regreso al Futuro desde el Ayuntamiento de Hill Valey, y así un montón de cintas hechas con el objeto de entretener y pasar un buen rato. Y desde luego que lo conseguían. Y como eran magníficas siguen gustando a todo el mundo.
Y llegó un momento en el que se dejaron de hacer esas películas, quizás porque los que soñaban con esa diversión fueron creciendo y los siguientes no demandaban cosas así. Y muchos empezamos a añorar aquella época de cine juvenil, limpio, fresco, emocionante y divertido, sobre todo, en el que las explosiones y la tecnología no lo llenaban todo y dejaban sin sitio a tu imaginación. Hasta hace unos meses, en los que se empezó a hablar de Super8, la nueva película de JJ Abrams, creador de Lost y otras películas que le han encumbrado a la fama y altar de sus muchos seguidores. Producida por Sieplberg, se leía en todas partes que Super8 era una vuelta a ese cine de los ochenta, a unos goonies modernizados, que recuperaba ese espíritu y que, dicho en plata, estaba muy bien. Con más retraso de lo debido, y algo nervioso ante el miedo de que tanta buena crítica acabe en decepción, me metí en el cine esperando, queriendo creer, y salí convertido en profeta. Y es que todo lo que dicen las críticas es verdad, y además me ha gustado mucho. Es una película en la que, frente a otras, se nota que se han gastado mucho dinero, y hay una producción enorme, pero que no se ha empleado en epatar al público, sino en enamorarle, asustarle e introducirle en una trama que le absorbe por completo. La película en sí mismo es un emocionado testimonio de amor al cine, a esos críos que entonces y ahora hacían novillos, quedaban de noche y conspiraban entre ellos para rodar una película, e este caso de zombies. En esa cuadrilla de niños, remedo de los goonies, tenemos al director, un tipo rudo, desagradable y que provoca rechazo, al protagonista sin carácter, al genio cachondo, al introspectivo técnico, a la chica preciosa, todos ilusionados con su proyecto que un inmenso accidente de tren que contemplan en las afueras de su pueblo los transforma, sin desearlo, en protagonistas de una historia mucho más oscura y peligrosa de lo que nunca hubieran soñado. Las interpretaciones de los críos, y de los adultos, son muy creíbles y le aportan un aire de seriedad a la película de la que carecen otras mucho más serias, en teoría, pero que luego se quedan en nada. Como supondrán hay emoción, sustos, intrigas, carreras, golpes de humor, momentos de tragedia y de alegría, pero todos ellos enlazados con una naturalidad y un gusto impecable, que hace que no se pueda uno despegar de su asiento ante lo que contempla, que lo pasa muy mal cuando las cosas se tuercen y muy muy bien cuando parecen resolverse. Sin embargo, frente a algunos de los ejemplos anteriormente comentados, se nota que está hecha en nuestros tiempos, una época mucho más gris, oscura y desilusionada que esos ochenta, o al menos así creo que la percibe Abrams y, junto a él, Spielberg, el productor. Aquí el ejército americano es un enemigo de su propia población, y si en películas como ET los científicos y militares eran personas de poco fiar, aquí directamente conspiran y se revuelven contra la población civil.
Y es que me parece que más que a los Goonies, Super8 es una revisión de ET, desde una óptica mucho más cruel y descreída. Es un ET pasado por el tamiz de un par de décadas de confusión, terror y decepción, y pese a que la acción se sitúa a finales de los setenta, es evidente que el barniz optimista que existía en las películas de los ochenta, basado en una América ilusionada consigo misma y con su futuro, se oscurece notablemente ahora, tras varias guerras malganadas, a diez años de la caída de las torres gemelas, y en medio de una crisis económica sin muchos precedentes. Y pese a lo que se ha dicho, me ha gustado el final. Es puro Spielberg. Y sólo por eso es bueno.
Y llegó un momento en el que se dejaron de hacer esas películas, quizás porque los que soñaban con esa diversión fueron creciendo y los siguientes no demandaban cosas así. Y muchos empezamos a añorar aquella época de cine juvenil, limpio, fresco, emocionante y divertido, sobre todo, en el que las explosiones y la tecnología no lo llenaban todo y dejaban sin sitio a tu imaginación. Hasta hace unos meses, en los que se empezó a hablar de Super8, la nueva película de JJ Abrams, creador de Lost y otras películas que le han encumbrado a la fama y altar de sus muchos seguidores. Producida por Sieplberg, se leía en todas partes que Super8 era una vuelta a ese cine de los ochenta, a unos goonies modernizados, que recuperaba ese espíritu y que, dicho en plata, estaba muy bien. Con más retraso de lo debido, y algo nervioso ante el miedo de que tanta buena crítica acabe en decepción, me metí en el cine esperando, queriendo creer, y salí convertido en profeta. Y es que todo lo que dicen las críticas es verdad, y además me ha gustado mucho. Es una película en la que, frente a otras, se nota que se han gastado mucho dinero, y hay una producción enorme, pero que no se ha empleado en epatar al público, sino en enamorarle, asustarle e introducirle en una trama que le absorbe por completo. La película en sí mismo es un emocionado testimonio de amor al cine, a esos críos que entonces y ahora hacían novillos, quedaban de noche y conspiraban entre ellos para rodar una película, e este caso de zombies. En esa cuadrilla de niños, remedo de los goonies, tenemos al director, un tipo rudo, desagradable y que provoca rechazo, al protagonista sin carácter, al genio cachondo, al introspectivo técnico, a la chica preciosa, todos ilusionados con su proyecto que un inmenso accidente de tren que contemplan en las afueras de su pueblo los transforma, sin desearlo, en protagonistas de una historia mucho más oscura y peligrosa de lo que nunca hubieran soñado. Las interpretaciones de los críos, y de los adultos, son muy creíbles y le aportan un aire de seriedad a la película de la que carecen otras mucho más serias, en teoría, pero que luego se quedan en nada. Como supondrán hay emoción, sustos, intrigas, carreras, golpes de humor, momentos de tragedia y de alegría, pero todos ellos enlazados con una naturalidad y un gusto impecable, que hace que no se pueda uno despegar de su asiento ante lo que contempla, que lo pasa muy mal cuando las cosas se tuercen y muy muy bien cuando parecen resolverse. Sin embargo, frente a algunos de los ejemplos anteriormente comentados, se nota que está hecha en nuestros tiempos, una época mucho más gris, oscura y desilusionada que esos ochenta, o al menos así creo que la percibe Abrams y, junto a él, Spielberg, el productor. Aquí el ejército americano es un enemigo de su propia población, y si en películas como ET los científicos y militares eran personas de poco fiar, aquí directamente conspiran y se revuelven contra la población civil.
Y es que me parece que más que a los Goonies, Super8 es una revisión de ET, desde una óptica mucho más cruel y descreída. Es un ET pasado por el tamiz de un par de décadas de confusión, terror y decepción, y pese a que la acción se sitúa a finales de los setenta, es evidente que el barniz optimista que existía en las películas de los ochenta, basado en una América ilusionada consigo misma y con su futuro, se oscurece notablemente ahora, tras varias guerras malganadas, a diez años de la caída de las torres gemelas, y en medio de una crisis económica sin muchos precedentes. Y pese a lo que se ha dicho, me ha gustado el final. Es puro Spielberg. Y sólo por eso es bueno.
viernes, septiembre 02, 2011
Qué lejos está todo
En medio del aluvión de noticias que vivimos es difícil que temas no relacionados con la economía o la política consigan un hueco en nuestra agenda diaria, y la ciencia es de las que peor lo tiene, porque muchos, instintivamente, piensan “complicado” nada más ver un titular sobre el espacio o similar, así que es de agradecer que el Miércoles, en la web de El País, ocupase un lugar destacado la imagen que la sonda Juno, lanzada hace unas semanas hacia Júpiter, ha tomado del sistema Tierra Luna. Véanla, es curiosa, y tiene mucha miga.
La foto está tomada a dos millones de kilómetros de la tierra y muestra un punto azulado y otro gris que está a una distancia considerable. Sí, el azul somos nosotros, la tierra y el otro es la Luna. Imágenes como estas vuelven a recordarnos que no somos nada, nuestra insignificancia, etc. Y todo eso es cierto y no debiéramos olvidarlo en nuestro día a dia, pero en lo que quiero fijarme es en la distancia, lo lejos que están las cosas unas de otras en el espacio. La Luna, por ejemplo, la vemos todos los días con permiso de las fases y las nubes. ¿Está muy lejos? No lo parece, se ve ahí arriba, pero dista más o menos unos 300.000 kilómetros de nosotros. Dado que la tierra tiene un diámetro, redondeando, de 12.000 kilómetros, la Luna está a, vaya vaya, 25 tierras de distancia de nosotros, una cantidad que se me antoja enorme. Cierto es que para llegar allí (y por tanto salir de la Tierra) hay que coger mucha velocidad y el viaje puede durar menos que una salida de puente rumbo a levante, pero eso es lo más cerca que tenemos de nosotros y está muy lejos. Otros destinos empiezan a ser inabarcables. Marte, por ejemplo, el planeta del viaje soñado. En los momentos más cercanos a nosotros, cuando Tierra y Marte se oponen y están en el mismo radio de giro en torno al sol, Marte se encuentra a, más o menos, 55 millones de kilómetros de nosotros. Toma ya. Eso suena a muchísimo, verdad??? Los lanzamientos se suelen hacer teniendo en cuenta que se tarda unos seis meses en llegar, y se calculan las épocas en las que, en ese periodo de seis meses, la distancia entre la tierra y Marte, ambos en movimiento, será la menor posible, por lo que el cohete que viaja hasta allí hace siempre bastante más que esos 55 millones de kilómetros. Aún así, supongamos que podemos ir en línea recta hasta ese mundo. ¿Cuánto es esa distancia? Una nave mandada a Marte supera los 20.000 kilómetros por hora de velocidad y tarda unos siete meses en llegar. Cambiemos las escalas. ¿Cuánto puede caminar usted al día? ¿5 kilómetros? ¿15? Un peregrino en busca de Santiago puede hacer cerca de 30 kilómetros al día. Si hace esa distancia todos los días durante unos 200 días, ¿a donde llegaría? Pues si partes de Madrid puedes alcanzar Washington DC, al otro lado del Atlántico. Así, viajar a Marte en la tecnología más moderna que poseemos equivale al reto de irse andando desde mi casa hasta el obelisco de Washington, atravesando un puente infinito sobre el mar. Inabarcable, verdad??? Y Marte (y Venus, que aún puede estar más cerca de nosotros) es lo más próximo que tenemos… a medida que uno empieza a pensar no ya en galaxias, no, sino en Júpiter o Saturno, las distancias se empiezan a hacer incomprensibles, qué más da diez millones de kilómetros arriba o abajo, o cien…. Nos perdemos, o mejor, nunca llegamos.
Pudiera así ser lógico pensar que cuando uno mira al firmamento en una noche estrellada lo que realmente está viendo es un inmenso, inimaginable, vacío, salteado de puntos alejados infinitamente unos de otros, sin posibilidad de que se pueda ir a alguno de ellos. Frente a esa visión descorazonadora, siempre hay gente, muchas veces niños, que pregunta porqué no viajamos hasta allí, si hemos logrado llegar hasta el apartamento de verano no debe ser tan difícil, se estarán preguntando… es esa ilusión la que necesitamos para arreglar nuestro problemas en la Tierra y para (miren, miren esa imagen y sueñen) salir de aquí rumbo a lo desconocido. ¿Por qué no?
La foto está tomada a dos millones de kilómetros de la tierra y muestra un punto azulado y otro gris que está a una distancia considerable. Sí, el azul somos nosotros, la tierra y el otro es la Luna. Imágenes como estas vuelven a recordarnos que no somos nada, nuestra insignificancia, etc. Y todo eso es cierto y no debiéramos olvidarlo en nuestro día a dia, pero en lo que quiero fijarme es en la distancia, lo lejos que están las cosas unas de otras en el espacio. La Luna, por ejemplo, la vemos todos los días con permiso de las fases y las nubes. ¿Está muy lejos? No lo parece, se ve ahí arriba, pero dista más o menos unos 300.000 kilómetros de nosotros. Dado que la tierra tiene un diámetro, redondeando, de 12.000 kilómetros, la Luna está a, vaya vaya, 25 tierras de distancia de nosotros, una cantidad que se me antoja enorme. Cierto es que para llegar allí (y por tanto salir de la Tierra) hay que coger mucha velocidad y el viaje puede durar menos que una salida de puente rumbo a levante, pero eso es lo más cerca que tenemos de nosotros y está muy lejos. Otros destinos empiezan a ser inabarcables. Marte, por ejemplo, el planeta del viaje soñado. En los momentos más cercanos a nosotros, cuando Tierra y Marte se oponen y están en el mismo radio de giro en torno al sol, Marte se encuentra a, más o menos, 55 millones de kilómetros de nosotros. Toma ya. Eso suena a muchísimo, verdad??? Los lanzamientos se suelen hacer teniendo en cuenta que se tarda unos seis meses en llegar, y se calculan las épocas en las que, en ese periodo de seis meses, la distancia entre la tierra y Marte, ambos en movimiento, será la menor posible, por lo que el cohete que viaja hasta allí hace siempre bastante más que esos 55 millones de kilómetros. Aún así, supongamos que podemos ir en línea recta hasta ese mundo. ¿Cuánto es esa distancia? Una nave mandada a Marte supera los 20.000 kilómetros por hora de velocidad y tarda unos siete meses en llegar. Cambiemos las escalas. ¿Cuánto puede caminar usted al día? ¿5 kilómetros? ¿15? Un peregrino en busca de Santiago puede hacer cerca de 30 kilómetros al día. Si hace esa distancia todos los días durante unos 200 días, ¿a donde llegaría? Pues si partes de Madrid puedes alcanzar Washington DC, al otro lado del Atlántico. Así, viajar a Marte en la tecnología más moderna que poseemos equivale al reto de irse andando desde mi casa hasta el obelisco de Washington, atravesando un puente infinito sobre el mar. Inabarcable, verdad??? Y Marte (y Venus, que aún puede estar más cerca de nosotros) es lo más próximo que tenemos… a medida que uno empieza a pensar no ya en galaxias, no, sino en Júpiter o Saturno, las distancias se empiezan a hacer incomprensibles, qué más da diez millones de kilómetros arriba o abajo, o cien…. Nos perdemos, o mejor, nunca llegamos.
Pudiera así ser lógico pensar que cuando uno mira al firmamento en una noche estrellada lo que realmente está viendo es un inmenso, inimaginable, vacío, salteado de puntos alejados infinitamente unos de otros, sin posibilidad de que se pueda ir a alguno de ellos. Frente a esa visión descorazonadora, siempre hay gente, muchas veces niños, que pregunta porqué no viajamos hasta allí, si hemos logrado llegar hasta el apartamento de verano no debe ser tan difícil, se estarán preguntando… es esa ilusión la que necesitamos para arreglar nuestro problemas en la Tierra y para (miren, miren esa imagen y sueñen) salir de aquí rumbo a lo desconocido. ¿Por qué no?
jueves, septiembre 01, 2011
El porqué de la reforma constitucional
El asunto de la reforma constitucional para la inclusión de un límite al déficit público se ha convertido en el gran asunto de debate y polémica nacional. Veo al menos tres aspectos fundamentales de la cuestión que están valorándose de manera muy desigual. Uno, el menos importante, que son las formas, en las que se ha actuado mal por parte del PP y del PSOE, y que es de lo que más se está hablando y discutiendo (referéndum sí o no, deprisa y en agosto, que si se cuenta con el apoyo de alguno de los grupos minoritarios, etc). Es importante, sí, pero menos.
Otro es el técnico, sobre si esto es bueno o no, y que efectos tiene si se lleva a cabo. Es el debate más complicado e importante, porque la medida tiene efectos complejos a corto y largo plazo, y sin que se sepa el texto de la Ley Orgánica que la va a desarrollar es difícil saber cuánto alcance acabará teniendo. Yo estoy a favor, aunque hay críticas muy fundamentadas y que abren un debate apasionante, como esta publicada ayer por José Borrell, pero de esto no se comenta demasiado y, de hacerlo, se acude al trazo grueso de la acusación de neoliberalismo y derechona que sitúa el debate en un lugar impropio y a un nivel inaceptable. Pero de lo que menos se habla es del porqué ahora y porqué así. Se despacha diciendo que es urgente y necesario, como ayer mismo reiteró ZP. Y es cierto. Lo malo es que se hace tarde y a la fuerza. Poniendo las cosas en su contexto, no podemos olvidar que el mes de agosto que se acabó ayer ha sido un desastre sin paliativos. A eso del día 10 la bolsa estaba derrumbada y la prima de riesgo española e italiana superaba los 400 puntos, un nivel inasumible para ambos países y el conjunto del euro. No es que España estuviera al borde del abismo, que lo estaba, sino que el precipicio se encontraba muy concurrido. Hubo miedo, en el gobierno, en al oposición, en Bruselas y en todas partes. Se hicieron muchas llamadas, reuniones improvisadas, y además de una publicitada reunión entre Merkel y Sarkozy se consiguió una más oculta decisión del BCE para que comprase deuda española e italiana para bajar el diferencial. Así, para decirlo claro, desde hace dos semanas España funciona con respiración asistida del BCE, porque no somos capaces de vivir de manera autónoma. No, no estamos intervenidos, pero ya nos han monitorizado. Así, no es de esperar que la compra de deuda y el soporte del BCE salgan gratis. Por supuesto que, pese a negarlo, el gobierno de España ha recibido una carta del BCE en el que se le marcan las pautas a seguir para que esta compra de deuda se mantenga, y a buen seguro que esta reforma constitucional estaba en la lista de cosas a hacer. Quizás no así, pero me apuesto lo que quieran a que se exigían medidas “rotundas, claras y públicas2 para readmirar el compromiso de austeridad del Reino de España y la garantía de los pagos futuros. ¿Se les ocurre algo que llene más los titulares que una reforma constitucional en ese sentido? Pues a mi no. Esta medida es eso, una especie de acto de contrición pública, de flagelación en la plaza global que nos observa y financia, ojo a esto último, jurando por lo más sagrado, la constitución, que devolveremos todo lo que debemos, que es mucho, demasiado. Fíjense si la cosa habrá llegado a un punto de gravedad tal que hasta PP y PSOE se han puesto de acuerdo…..
Por esto se han hecho las cosas. Porque dependemos de la financiación exterior para sobrevivir, así de duro, y si se corta nos hundimos, y con nosotros el proyecto de Europa. Y hay que hacer todo lo necesario para que eso no suceda. Aprovechar este momento como hacen algunos para reivindicar derechos históricos (caso del PNV) o hablar de limitaciones del autogobierno (CiU y otras CCAA) es no ya irresponsable, sino suicida. Sin financiación no hay ni auto ni gobierno que valga. Y en el punto en el que estamos sólo nos queda la opción de decidir que tipo sacrificio escogemos. Y de esto habla muy poca gente, y lo que es peor, casi nadie lo explica. Y la alternativa ya saben cual es…..
Otro es el técnico, sobre si esto es bueno o no, y que efectos tiene si se lleva a cabo. Es el debate más complicado e importante, porque la medida tiene efectos complejos a corto y largo plazo, y sin que se sepa el texto de la Ley Orgánica que la va a desarrollar es difícil saber cuánto alcance acabará teniendo. Yo estoy a favor, aunque hay críticas muy fundamentadas y que abren un debate apasionante, como esta publicada ayer por José Borrell, pero de esto no se comenta demasiado y, de hacerlo, se acude al trazo grueso de la acusación de neoliberalismo y derechona que sitúa el debate en un lugar impropio y a un nivel inaceptable. Pero de lo que menos se habla es del porqué ahora y porqué así. Se despacha diciendo que es urgente y necesario, como ayer mismo reiteró ZP. Y es cierto. Lo malo es que se hace tarde y a la fuerza. Poniendo las cosas en su contexto, no podemos olvidar que el mes de agosto que se acabó ayer ha sido un desastre sin paliativos. A eso del día 10 la bolsa estaba derrumbada y la prima de riesgo española e italiana superaba los 400 puntos, un nivel inasumible para ambos países y el conjunto del euro. No es que España estuviera al borde del abismo, que lo estaba, sino que el precipicio se encontraba muy concurrido. Hubo miedo, en el gobierno, en al oposición, en Bruselas y en todas partes. Se hicieron muchas llamadas, reuniones improvisadas, y además de una publicitada reunión entre Merkel y Sarkozy se consiguió una más oculta decisión del BCE para que comprase deuda española e italiana para bajar el diferencial. Así, para decirlo claro, desde hace dos semanas España funciona con respiración asistida del BCE, porque no somos capaces de vivir de manera autónoma. No, no estamos intervenidos, pero ya nos han monitorizado. Así, no es de esperar que la compra de deuda y el soporte del BCE salgan gratis. Por supuesto que, pese a negarlo, el gobierno de España ha recibido una carta del BCE en el que se le marcan las pautas a seguir para que esta compra de deuda se mantenga, y a buen seguro que esta reforma constitucional estaba en la lista de cosas a hacer. Quizás no así, pero me apuesto lo que quieran a que se exigían medidas “rotundas, claras y públicas2 para readmirar el compromiso de austeridad del Reino de España y la garantía de los pagos futuros. ¿Se les ocurre algo que llene más los titulares que una reforma constitucional en ese sentido? Pues a mi no. Esta medida es eso, una especie de acto de contrición pública, de flagelación en la plaza global que nos observa y financia, ojo a esto último, jurando por lo más sagrado, la constitución, que devolveremos todo lo que debemos, que es mucho, demasiado. Fíjense si la cosa habrá llegado a un punto de gravedad tal que hasta PP y PSOE se han puesto de acuerdo…..
Por esto se han hecho las cosas. Porque dependemos de la financiación exterior para sobrevivir, así de duro, y si se corta nos hundimos, y con nosotros el proyecto de Europa. Y hay que hacer todo lo necesario para que eso no suceda. Aprovechar este momento como hacen algunos para reivindicar derechos históricos (caso del PNV) o hablar de limitaciones del autogobierno (CiU y otras CCAA) es no ya irresponsable, sino suicida. Sin financiación no hay ni auto ni gobierno que valga. Y en el punto en el que estamos sólo nos queda la opción de decidir que tipo sacrificio escogemos. Y de esto habla muy poca gente, y lo que es peor, casi nadie lo explica. Y la alternativa ya saben cual es…..
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