Hoy Zapatero firma el decreto de disolución de las cortes y dará por finalizada esta convulsa legislatura que pasará a la (mala) historia. Lo que en Marzo de 2008 era una crisis que venía con fuerza sobre nosotros era una evidencia sólo para unos pocos, y por decirlo se les, y en parte nos, acusaba de todo, tachando ese pensamiento de antipatriótico, fatalista y pesimista. Tres años y medio después el agujero se ensancha bajo nuestro Spies, y apenas nos mantenemos agarrados a unas biznas que nos sostienen sobre el vacío. España, Europa y el Mundo se enfrentan a un panorama peligroso. ¿Qué hacemos?
Por de pronto reconocer los riesgos que enfrentamos. Vivimos en un mundo de negación, que prefiere pensar que sus proyectos e ilusiones vencen a la realidad, que con soñar se puede volar y dejar la gravedad a un lado. Cuando, como es normal, la gravedad se impone y uno se estampa, se acusa a todo el mundo de provocar el fracaso pero se eluden las responsabilidades propias. Sí, el infantilismo nos ha conquistado. Un ejemplo es el FMI. Se le lleva acusando desde hace años de que no previó la crisis de las hipotecas de 2008, en la que seguimos, y se le lanzaron todo tipo de improperios, muchos de ellos justificados. Ahora, con Christine Lagard al frente, ha anunciado que hay enormes riesgos y futuros problemas de recapitalización de bancos en Europa… y todo el mundo se ha lanzado contra ella, acusándola de tremendista, agorera y de dar malas noticias, cuando lo que se necesitan son buenas. ¿en qué quedamos? Si el canario que nos debe avisar del peligro en la mina se duerme y no nos indica el peligro, nos cargamos al canario por inútil, y si nos previene como es su labro, nos lo cargamos por agorero (bueno, no es exacto del todo, en el segundo caso el canario muere el sólo, es su labor). Así realizar análisis rigurosos sobre lo que sucede, plantearse escenarios que prevean como la quiebra de Grecia va a afectar a al Euro y a la propia Unión Europea y cosas por el estilo choca con el pensamiento imperante de que todas esas predicciones sólo buscan, en el fondo, destruir el euro, están hechas de mala fe, por analistas que cobran de la competencia y que pretenden desprestigiar el proyecto europeo, dado que este es el caso analizado. En fin, una nueva manifestación del infantilismo barato, de la negación por la negación y de las ganas de no querer reconocer el panorama al que nos enfrentamos. Y esa negación es el primer paso para el error. Si no queremos ver la realidad difícilmente podremos hacerle frente, y mucho menos modificarla. Un ejemplo no muy lejano. Desde hace meses oímos día tras día que la reforma que se ha hecho en España de las Cajas de Ahorro es un éxito, un ejemplo, y que todo ha salido de maravilla. Lo dijo, entre otros, el actual presidente de la CECA, Isidro Fainé, también lo dice MAFO, el Gobernador del Banco de España, y su equipo, cada vez que tiene la oportunidad. Vivimos en el mundo de las maravillas financieras recién arregladas. Pero vaya, vuelve la tozuda y fastidiosa realidad a estropear este dulce sueño. Hoy el País titula en portada que los bancos y cajas que fueron ayudados por el gobierno, vía avales para garantizar sus emisiones, piden una nueva prórroga porque no encuentran financiación en el mercado. Así, estos avales públicos se demuestran muy necesarios pero, vaya vaya, insuficientes en el tiempo y parece que en las dimensiones. ¿No será que bancos y cajas no están tan bien como se dice en público? ¿No será que, en el fondo, siguen tan descapitalizados como hace dos años? Fíjese en los carteles de se vende en los balcones de su barrio, cuánto tiempo llevan colgados y piense en el efecto de esas no ventas y bajadas de precios en el balance bancario.
En fin, la tozuda realidad se acabará imponiendo, aunque no se si seremos capaces de hacer frente o no. Si quieren leer algo rápido, breve, conciso, realista y sincero de cual es el reto que como europeos tenemos en frente, lean este artículo de Carlos Yarnoz publicado ayer en el País. No les llevará mucho tiempo, pero serán unos minutos muy bien aprovechados. Si después tienen un ligero escozor en las tripas será un buen síntoma. Se habrían dado cuenta de dónde estamos y a que nos enfrentamos, y de paso habrán ganado una primera batalla a la clase política y mediática, que sigue sin enterarse de que va todo esto. Ánimos
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