Ayer fue un día de euforia en las bolsas, como algunos otros que han existido a lo largo del año. Los anteriores fueron flores de un día, y queda por ver cuanto tiempo durará el rebote de ayer sin marchitarse. Todo al parecer se deriva del principio de acuerdo entre Francia y Alemania para, en el marco de una Europa a dos velocidades, permitir la emisión de eurobonos conjuntamente ente los países que firmasen un reforzado pacto de estabilidad, y de esa manera ayudar al resto de naciones que ahora están embarrancadas. Seguro que muchos de ustedes apenas han entendido nada del párrafo anterior, a ver si logro explicarlo.
Mucho se habla ahora, y con razón, de que el euro no es viable sin una unión fiscal de los países que lo conforman, que garantice ingresos similares, deudas y déficits parejos y, por tanto, solidez a las cuentas que en el fono respaldan el valor de la moneda. Esta teoría, una moneda, un tesoro, es sabida desde tiempo inmemorial, y la pregunta sería el porqué se diseñó el euro sin esa integración. Y no es que los señores que crearon el euro fueran tontos, ni mucho menos. Lo que sucedía, y sigue pasando, es que el euro es la moneda de un conjunto de naciones soberanas, que tiene sus propias reglas, constituciones y sistemas de decisión y poder (e idioma, asunto nada menor). Para lidiar con este grave obstáculo en 1997 se firmó lo que se llamó el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, que era un texto vinculante para todos los países que quisieran entrar en el euro, por el que se comprometían a respetar los límites de déficit y deuda establecidos en Maastricht, en el acuerdo con el que se inició la carrera del euro. Así, cada país juraba ante los demás que sería fiscalmente responsable, y esa era la garantía de que el conjunto del área euro lo fuese. Muy bonito, sí, y en teoría sólido y seguro. De hecho se diseñaron mecanismos de castigo a los países que incumpliesen este pacto. Como ustedes supondrán, estos mecanismos nunca se utilizaron, empezando por el hecho de que fueron Francia y Alemania, los países más poderosos, los primeros que incumplieron este pacto al alcanzar déficits superiores al 3% a principios de la década del 00. Así, poco a poco, la exigencia que contenía este pacto se fue relajando, y en medio del boom de la burbuja inmobiliaria los países del euro no hicieron caso alguno a sus recomendaciones, y nadie, fuera un país o la Comisión Europea, exigió su cumplimiento. Cuando la crisis estalló los déficits y la deuda se dispararon y casi todos los países pasaron a ser incumplidores de un pacto que habían jurado respetar, por lo que la eficacia del mismo se vio seriamente comprometida. En estos años se han llegado a acuerdos en el seno de la Unión para volver a la senda de los requisitos de Maastricht en 2013, y esos acuerdos son los que obligan al gobierno de España a meter las tijeras en todo, porque desde el entorno del 7% de déficit con el que cerraremos este 2011 hasta el 3% que debemos cumplir en 2013 queda mucho trecho por recortar. Pero y luego, se llegue a ese límite o no, ¿qué sucederá en el futuro? ¿Cómo garantizar que el fracaso del Pacto de Estabilidad y Crecimiento no se vuelva a producir? Una posible vía es la de imponerse techos de gasto de manera muy coercitiva, como lo ha hecho España en la constitución, pero es una solución que un país puede adoptar y otro no querer. La vía más clara es la integración fiscal entre las naciones, de tal manera que cedan soberanía y sea el poder superior el que determine sus techos de gasto, pero ¿quién es el que da el paso y cede sus poderes? Volvemos a enfrentarnos al problema originario de 1997.
Y la solución aparente, que viene de Alemania, es “yo lo hago y el que quiera y pueda que me siga” Así parece que los países del norte de Europa, que oscilan en torno a la economía alemana, junto a una Francia que va a rebufo con tal de no perder su cuestionada triple A, firmarían un Pacto de Estabilidad entre ellos, con condiciones muy duras que si no cumplen ya lo harán en breve. Y el resto de países, si quieren se ayudados en el sostén de su deuda por el BCE, deberán suscribir esos acuerdos y permitir que ese núcleo dure supervise sus políticas fiscales. O el sometimiento o la quiebra, parece ser el dilema. Y seguro que si eso se hace varias naciones europeas quedarán descolgadas por completo, y la propia UE perderá parte de su sentido. ¿Es el camino adecuado? ¿Es el único posible? ¿A dónde nos conducirá?
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