No tengan dudas de que el espectáculo financiero y político que ofrece Europa está siendo observado en todo el mundo, y me da la impresión de que con una mezcla de asombro y satisfacción. Asombro por lo raro que supone ver a los desarrollados y cultos europeos bordear la ruina y el fracaso de su proyecto, y satisfacción, con una cierta dosis de venganza, porque ahora somos nosotros, quienes hemos dado lecciones a todo el mundo, quienes hemos impuesto consejos y medidas a otros países, los que nos mostramos incapaces ante nuestra propia crisis.
Muestra de nuestra incapacidad es la gira que hizo hace pocos días la jefa del FMI, la francesa Christine Lagard, por los países emergentes, en busca de su apoyo para que contribuyeran al fondo europeo de rescate. El resultado fue, como mínimo, triste. Brasil se mostró muy interesado, pero no prometió cifra alguna, Rusia estaba encantada con la visita, e incluso afirmó su compro miso de aportar unos 7.000 millones de euros, que sobre el monto total del fondo, cerca de un billón, es poco más que calderilla. Y China…. Muchas palabras y promesas, pero nuevamente, nada de acuerdos ni de dinero. La mera imagen de pedigüeña de la pobre Lagard ha debido ser muy comentada. Y de todos esos países es China el fundamental. La crisis occidental hace que cada vez más gente vea a China como el modelo a seguir, como la inspiración. Su tasa de crecimiento de cerca del 10% anual emborracha a quien se sumerja en sus datos macro, y de ahí a la admiración no hay mucho. Sin embargo, soy de los que defiende que de China se puede aprender lo que NO hay que hacer. Su sistema productivo es una actualización de las novelas de Dickens, pero en un paisaje oriental y con arroz de fondo. Fábricas inmensas con miles de trabajadores sometidos a condiciones infames, por salarios ridículos, y que pueden ser prescindidos sin problema dada la avalancha de población rural que cada día llega a las siempre crecientes ciudades. Despilfarro, destrucción del medio ambiente, comportamiento imperial, sometimiento de la población y régimen autoritario en el que no hay libertad, este es el marco en el que la economía china logra crecer y saca cada año a millones de personas de un estado de pobreza del que no nos podemos no hacer a la idea, pero que evidentemente no es ni sostenible a medio plazo ni mucho menos exportable. Lo que más miedo me da es la combinación de poder autoritario y riqueza, lo que hace que para muchos las imperfectas democracias puedan ser relevadas como modelo productivo por regímenes de ordeno y mando, que económicamente son más eficientes, porque no pierden el tiempo en debates ni discusiones. Se hace lo que el comité de turno decida y punto. Y esa tendencia es muy grave. Si la economía occidental entra en una grave recesión sin que se vea su final las tentaciones de, sino acabar, depurar las democracias en las que vivimos aumentarán, y en gran parte serán aplaudidas por muchos de los ciudadanos europeos que, hartos de paro, crisis e ineficacia, pueden caer fácilmente en la tentación de que líderes mesiánicos y regímenes experimentales solucionen lo que otros no han sido capaces de hacer. Huelga decir que este escenario me pone los pelos de punta, y que se debe hacer todo lo posible para que no suceda, pero nuestra debacle y el ímpetu chino actúan coordinadamente en ese único, y tenebroso, sentido.
Y además, el éxito económico hace que uno se envalentone y diga lo que piensa del resto. En la pasada cumbre de Asía Pacífico celebrada en Hawai hace una semana, intervino, entre otros muchos, un señor llamado Jin Liqun, gestor de uno de los fondos soberanos chinos, miembro del Partido Comunista Chino, y que controla en torno a los 300.000 millones de dólares, así que este es uno de esos que llamamos mercados. Y ante la crisis europea su opinión era que el estado social europeo estaba en quiebra porque había generado indolencia y pereza entre los ciudadanos. ¿Ustedes creen que este señor comprará deuda española hoy? ¿Qué hará caso a Lagarde? Lo más seguro es que siga pensando en sus corruptelas y se ría ante nuestros problemas
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