miércoles, noviembre 16, 2011

Momentos decisivos

Parece que esta vez sí que es cierto lo de que nos asomamos al precipicio, expresión tantas veces repetida a lo largo de los últimos meses. La subasta de letras del tesoro de España de ayer arrojó un resultado tan malo como era de esperar dada la escalada de las primas de riesgo, con la española en torno a los 450. Nervios, intereses caros, aumento de los diferenciales, rumores…. la Unión Europea se hunde en un marasmo que, por momentos, le ahoga. De no hacer nada ya el riesgo de ruptura de la eurozona es real, y sus consecuencias serían devastadoras.

¿Cómo solucionamos esto? A medio plazo sólo saldremos de la crisis con reformas, austeridad, ahorro y sacrificio, en un camino turbulento de muchos años, más de una década probablemente. Pero de lo que ahora se trata es que hoy, mañana o la semana que viene el euro no se derrumbe. Para eso sólo hay una solución, y es que el Banco Central Europeo (BCE) actúe como lo que se llama “prestamista de último recurso” y que garantice la solvencia de toda la deuda pública emitida, dado que siempre puede “imprimir” euros que la respalden. Esto para Alemania es tabú, blasfemia, dado que implica una política monetaria completamente expansiva y le retrotrae a los tiempos del marco desatado, la hiperinflación y el ascenso al poder de los nazis, y claro, se niega en redondo. ¿Existe una postura que pueda aunar el interés alemán por la estabilidad financiera y el papel del BCE como garante del sistema? Sí, y aunque es retorcido, puede funcionar.
Ayer lo explicaba este artículo, que es bastante técnico, por lo que si lo leen y no entienden varias cosas no se preocupen. La idea básica es que el BCE anuncie un compromiso público de que respaldará sin límites la deuda de los países cuando las primas de riesgo alcancen unos determinados niveles que se consideren de riesgo. Pongamos el caso de España. Cuanta más alta es la prima más nos cuesta financiarnos y más nos “duele” la economía. Los 450 actuales son insoportables, 400 son sangrantes y 350 muy dolorosos. Podría salir el BCE diciendo que si la prima española supera los, pongamos, 400, intervendrá sin límite, pero que hasta esa cifra no, por lo que será la actitud del gobierno y la economía española las que, con su esfuerzo y sacrifico, convenzan a los mercados para que la prima baje de los 400. Así España seguiría teniendo una presión externa para hacer reformas, no podría relajarse y dejarlo para mañana, que es otro de los miedos que tiene Alemania, pero sabría que en ningún caso el castigo por la mala política económica supondría su ruina. Estaría completamente intervenida, sabiendo que los 400 son su límite, pero pondría un tope al sufrimiento. Para cada país el BCE determina cual es el límite de la prima que puede soportar, y en una rueda de prensa oficial, en Frankfurt, delante de todos los medios de comunicación del mundo, y con el entusiasta aplauso de Ángela Merkel, el nuevo gobernador Mario Draghi haría pública la lista y la intención del BCE de intervenir así desde ese momento. A partir de entonces el especulador sabría cual es el límite de la ganancia que puede sacar de la deuda soberana de los países inmersos en esa lista, y al ver acotado su margen la tentación de atacar disminuiría mucho. Todos los países quedarían, de facto, supervisados por el BCE, es decir, por Alemania, y no tendrían más opción que ejecutar una política económica seria y solvente de cara a mantener ese límite de la prima. La presión de “los mercados” aflojaría y los países podrían emprender las reformas que se deben realizar lejos del insoportable clima de histeria que estamos viviendo.

Esto puede funcionar desde el mismo momento del anuncio, y eliminaría la necesidad de ampliar la FEEF, el fondo de rescate, dado que no habría ya países rescatados como hasta ahora. Para aquellos países que sí han sido rescatados (Grecia, Portugal e Irlanda) no serviría, y tendrían que realizar los ajustes que ya tienen comprometidos. ¿Nos sacaría esto de la crisis? No, desde luego, pero nos permitiría respirar y darnos la tranquilidad necesaria para hacer lo que tenemos que hacer, manteniendo el euro y la UE en estado latente, sí, pero vivos. Si no se hace algo por el estilo el riesgo de colapso del euro es muy real, y puede materializarse antes de lo que nos podamos imaginar. Y hay que hacer todo lo posible para que eso no suceda.

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