A muchos aficionados a la ciencia ficción el nombre de Tatooine les será mucho más familiar que el de muchos de los barrios de su ciudad o pueblos de su provincia. Al oírlo vendrán (nos vienen) a la mente imágenes de un polvoriento desierto, de las instalaciones de una granja de humedad en la que trabajan los miembros de la familia Skywalker, con un joven Anakin camino de su madre y venganza, o un joven Luke en busca de su pasado, y un atardecer en el que dos soles ocres avanzan rumbo al ocaso mientras la música de John Williams lo llena todo….
Sí, el pequeño y perdido Tatooine, donde se sitúa el puerto espacial de Mos Eisly, y suceden muchas de las cosas que se cuentan en La Guerra de las Galaxias, orbitaba en la imaginación de George Lucas en torno a dos soles, un sistema binario que generaba esas extrañas puestas de sol y, es de supone, varias sombras durante el día. Hasta ahora esa imagen era una pura fantasía, e incluso algunos expertos aseguraban que un sistema así era intrínsecamente inestable y tendente al colapso rápido. Sin embargo, como siempre, la realidad supera a cualquier ficción imaginable, y la sonda Kepler de la NASA, cuyos resultados en la búsqueda de planetas en el Universo están superando todas las expectativas imaginables, ha demostrado la existencia de no sólo uno, sino muchos sistemas planetarios que giran en torno a estrellas binarias, de tal manera que, si es cierto que siguen siendo una minoría, no son algo tan excepcional como podría haberse pensado en un principio, y pudiera haber miles, millones de ellos repartidos por toda esa inmensidad que llamamos universo. De hecho el registro de planetas que Kepler está haciendo empieza a adquirir dimensiones monstruosas, de tal manera que lo que empieza a contemplarse como una rareza es una estrella que no posea sistemas de planetas a su alrededor. Nuevamente, el sistema solar cae otro peldaño en su grado de exclusividad, otorgado en exclusiva por nosotros, los residentes en él, y se convierte en “uno más” de los sistemas planetarios que circulan por ahí, otra cura de humildad astronómica…. Bien, y ¿cómo es el Tatooine que se ha descubierto? Lo siento mucho, pero no creo que albergue ninguna cantina como la que se muestra en el episodio IV, no. Al parecer el sistema descubierto consta de dos planetas gaseosos, de grandes dimensiones, de los que se denominan como tipo Júpiter por su parecido con nuestro vecino, incapaces de albergar vida tal y como la conocemos, con inmensas atmósferas y enormes presiones internas, y que giran alrededor de un doble sistema de estrellas, y lo hacen a una enrome velocidad, ya que por los cálculos se deduce que el año de estos dos mundos oscilaría entre dos tercios y un tercio del año terrestre para cada uno de ellos. Como las estrellas también giran en torno a su centro de gravedad, se puede decir que en ese sistema nadie se está quieto ningún momento, por lo que la visión de los amaneceres y atardeceres debe generar complejas y preciosas visiones de las dos estrellas uniéndose y separándose, coordinando sus ortos y ocasos o escondiéndose una y mientras que la otra sigue en el cielo, eclipsándose parcialmente entre ellas, poseyendo fases, quizás…. Un espectáculo fascinante que, es de suponer, generará alteraciones climáticas inmensas, porque imagínese lo que puede suponer una combinación en la que las dos estrellas se encuentren juntas en el “verano” de ese mundo y se separen en el “invierno” Las diferencias de intensidad luminosa y de calor irradiado pueden ser inmensas, y de hecho los científicos estiman que frente al 6% de cambio de intensidad solar que suponen las estaciones terrestres, podríamos ver escenarios de más del 250% de alteración. Brutal.
De ser así, si colocásemos a un rocoso planeta en ese escenario es muy probable que acabara siendo un árido e insoportable desierto, tal y como lo imaginó Lucas en su momento, en el que los habitantes vivieran refugiados en cuevas o en construcciones subterráneas, y en el que los cultivos difícilmente podrían existir en la superficie. ¿No les suena a Tatooine? ¿Verdad que si? Como mínimo es un escenario fascinante, y nos muestra que, a medida que sabemos más de lo que hay ahí fuera, más nos asombramos ante la diversidad de lo que descubrimos. No me digan que no es maravilloso…
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