Sí, como señalaba ayer este puede ser el gran año de Irán, y es que ese país cada vez se está volviendo más peligroso e importante en el contexto internacional. En el marco de un programa nuclear con teóricos fines civiles pero que nadie duda de que tiene objetivos militares, la escalada de tensión entre Irán y sus vecinos por un lado y las potencias occidentales por otro amenaza con acabar mal, tanto para unos como para otros. En este caso sería Ahmadineyad y su régimen el más perjudicado, pero nada es descartable en ese escenario. Sinceramente hay tantas piezas sobre la mesa que ni un novelista lo pudiera haber diseñado mejor.
En otro de los episodios de esa creciente tensión, ayer murió uno de los responsables del programa nuclear iraní por la explosión de una bomba adosada en su coche. Es el cuarto científico nuclear que muere en Irán en semejantes circunstancias en los dos últimos años, demostrando que esa sí que es una profesión de riesgo, y que la radiación en este caso es lo de menos. Nadie se ha responsabilizado de estos atentados, pero todo hace sospechar que la mano de Israel está detrás, pero no se puede descartar que en este caso Israel cuente con mucha ayuda en el interior del país y por parte de los vecinos, aún más ansiosos que el gobierno de Jerusalén por celebrar la caída de los chiítas de Teherán. Estos atentados se parecen mucho a los que se registraban en la época de la guerra fría, en la que honrados comerciantes de lanas, que resultaban ser espías del bloque soviético o norteamericano, morían en extrañas circunstancias. En este caso el tablero iraní posee, básicamente, dos planos a seguir. Uno es el interno, con una sociedad fragmentada, muy joven, que fue la primera en rebelarse contra el régimen dictatorial que la oprime desde hace décadas, en un anticipo de esa primavera árabe, y que fue cruelmente reprimida. El apoyo a la dictadura islámica parece disminuir poco a poco y la constante recesión económica en la que vive el país aumenta el descontento y las protestas. En el plano externo hay muchos frentes abiertos. La resolución de la crisis siria será decisiva para el devenir de Irán, porque si triunfa la revuelta y Asad cae el régimen de Teherán estará sólo en la zona y la población del país se animará a rebelarse aún con más fuerza contra la dictadura. También es importante lo que sucede en Irak, donde la violencia sectaria crece día a día y los chiítas, apoyados por Irán, tratan que ese país caiga bajo la órbita de “Ajma” para así compensar una posible pérdida del aliado sirio y, en todo caso, mantener su estatus de potencia regional. Los vecinos, especialmente las monarquías árabes sitas al otro lado del golpe pérsico, sunnis radicales que odian a los chiís, desean por encima de todo la caída del régimen iraní, y es probable que estén financiando actos como el atentado registrado ayer, o revueltas callejeras en Teherán y otras ciudades. Se habla mucho de un ataque militar por parte de Israel contra Irán, pero yo creo que serían Arabia Saudí y Catar los países que, por proximidad e interés, más colaborarían en ese supuesto ataque. De hecho siguen armándose sin parar con el objeto de defender sus estratégicas reservas de crudo y el canal del golfo. Los dos elementos que faltan en este juego son el petróleo y el armamento nuclear. Irán dispone mucho del primero y tarta de lograr el segundo, y creo que su objetivo debiera ser, si es listo, tratar de que la situación no se descontrole antes de que pueda hacer la prueba de una bomba. Desde ese momento el juego habrá cambiado mucho. Sin embargo, la actuación de chulo de barrio que está adoptando Irán con sus maniobras y amenazas de cierre del estrecho de Ormuz sólo le perjudican ¿Por qué lo hace?
Una de las hipótesis más interesantes es que todo es una maniobra de distracción y entretenimiento, para ganar tiempo en el programa nuclear y de paso apaciguar la convulsa situación interna, que sería peor de lo que se supone. Como toda dictadura, el uso del enemigo exterior es un recurso muy útil para lograr la cohesión interna del país y así acallar las voces disidentes, no sólo de la calle, sino de poderosos estamentos militares y religiosos que no ven con buenos ojos la deriva del gobierno de “Ajma” ¿Un juego de farol? ¿un señuelo? En todo caso de caras consecuencias en lo que hace al precio del petróleo. Como verán, todo digno del gran John le Carré. Seguiremos atentos a todo lo que allí pase. Dará mucho que hablar.
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