Por encima de todas las noticias que hoy circulan por el mundo, en Internet, ese universo paralelo que no deja de crecer y asombrar, la Noticia, así, con mayúsculas, es la operación que ha efectuado el FBI que ha conllevado el cierre de Megaupload. Bajo ese nombre se esconde una de las webs más transitadas del mundo, y uno de los principales puntos de distribución de contenidos para ser descargados por los usuarios. Vamos, uno de los lugares donde más “pelis”, música y series podías bajarte. Curiosamente el cierre de Megaupload ha sido muy de película, con fuerzas especiales, muchos arrestos y toda la parafernalia necesaria.
Más allá de que las acusaciones de blanqueo de dinero y crimen organizado contra los propietarios de la web sean ciertas, esta operación pone de manifiesto dos aspectos importantes. El primero, el menor, es que una vez cerrada esta web existen otras miles desde donde se podrán descargar archivos, por lo que si el objetivo es acabar con la piratería esto puede ser una llamativa y poderosa llamada de atención, pero de eficacia limitada. El otro, el importante, es que se cierren o abran webs, se bajen gratis o no los contenidos, la tecnología y el uso de la misma hace mucho tiempo que ha destruido el canal de venta clásico de determinados productos, especialmente todos aquellos que pueden convertirse en archivos informáticos. Cuando uno se ha acostumbrado a obtener gratis y al instante películas no va a comprar DVDs que le exigen un desembolso de dinero muy elevado y acudir a una tienda física. El mundo de la música fue el primero que experimentó este proceso porque el tamaño de los archivos MP3 es más pequeño y su manejo es trivial en las redes desde hace años, y las consecuencias han sido enormes. Las tiendas de discos han cerrado y ya no volverán, quedando reducidas a espacios cada vez más pequeños en centros comerciales, en los que el merchandising de los grupos empieza a comerse el hueco de los CDs. Las discográficas, antiguos imperios, languidecen en medio de demandas, acusaciones monopolísticas y caída brutal de sus ingresos, y veremos a ver si existen dentro de unos pocos años. El mismo CD, como producto físico, empieza a ver su existencia amenazada. Así, la venta de música sólo tiene un canal posible, Internet, y de momento dos formatos conocidos y exitosos. O la venta individual de canciones a muy bajo precio, que es la fórmula de itunes, o el hacerse abonado a una cuenta que permite oír de todo en todas partes vía streamming pero sin poseer el archivo, que es la alternativa spotify. Así, el modelo musical de hace una década ha muerto, y ahora el negocio es otro, su dimensión es más reducida y los gustos y preferencias se han dispersado sin rumbo fijo. Los cantantes famosos lo son por sus extravagancias, no por sus canciones, y en muchos casos ganan más sirviendo de percha de modistos horteras que con sus actuaciones. A medida que el ancho de banda creció el fenómeno empezó a trasladarse a los archivos de vídeo, más voluminosos y pesados que los de música. Y como en el mundo de la imagen se mueve mucho más dinero que en el de la música, aunque también mengua a toda velocidad, la presión antidescargas ha sido mayor y los esfuerzos de control por parte de los estados también. Hoy estamos viviendo un nuevo episodio de esta particular guerra que, pase lo que pase, también acabará con la industria de la imagen tal y como la conocemos (y luego vendrá el mundo del libro y el pirateo digital, que ya se asoma por la puerta…)
Como verán el problema de fondo es complejo, y de difícil solución. Y es que la gestión de los derechos de propiedad de un objeto inmaterial, que es en lo que se han convertido los productos audiovisuales, se antoja poco menos que imposible. No se cual será el futuro, puede que una combinación entre los dos sistemas que antes mencionaba, pero pasará en todo caso por una evidente reducción de precios y márgenes por parte de las distribuidoras, llegando hasta su desaparición por ser innecesarias. Y la piratería, que siempre la hubo, la seguirá habiendo, cada vez más sofisticada y difícil de evadir, porque estoy seguro de que la caída de Megaupload “levantará” nuevos servidores de descargas en todo el mundo…….
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