miércoles, abril 04, 2012

Adiós a Antonio Mingote

¿A dónde van los genios del humor cuando fallecen? Esa forma de vivir, entregada a hacer reír a los demás, a hacerles pasar un buen rato y, en muchos casos, pensar de la manera más lúcida posible me hace pensar que, si hay un cielo, debieran tener un hueco preeminente reservado. En las pasadas navidades un anuncio reunía a lo más selecto del humor televisivo ante la tumba de Gila, uno de los maestros, para pedir ayuda y encontrar la risa que a este país parece habérsele ido entere tanta crisis, económica y existencial.

Pues bien, si existe el hueco citado, desde ayer Gila y otros tienen compañía porque
ha fallecido Antonio Mingote, el decano de la viñeta española, dibujante incansable, entregado con alma a una profesión que para él era un divertimento obligatorio, que durante sesenta años cumplió como un rito diario, sin falta, en las páginas de un periódico, el ABC, que era más suyo que de nadie. Durante muchos años simultaneó su viñeta diaria con la participación en otros medios, como fue el caso de La Codorniz, úniva ventana abierta al humor en una España gris y dictatorial en la que reír estaba tan mal visto como pensar y disentir. Aquella revista fue al cantera de muchos de los caricaturistas que hoy pueblan medios de comunicación en todo el país, y que desde siempre tuvieron en Mingote una referencia, el maestro que había iniciado los caminos antes que él, que ya los había trillado y se los había enseñado. Curiosamente el último Mingote que me ha tocado conocer ha sido el viñetista, porque acceder al ABC en Elorrio era y es un acto de valientes o incautos. Durante muchos años, cuando era un adolescente, y luego en la universidad, el Mingote que conocí fue el de la radio, el que se sentaba junto a un grupo de maravillosos locos en aquello que Luis del Olmo bautizó como “el estado de la nación” y que reunió a lo mejor del humor español de entonces. Junto a Mingote estaban Tip, Coll, Chumy Chumez,, Summers, y luego se añadirían Forges, Jordi Estadella, Ussia, etc. Viendo los nombres se da cuenta uno de que la mayor parte ya no están con nosotros. Fue Luis Sánchez Pollock, Tip, otro genio tan brillante como incomprendido, el primero en dejar este mundo, y ha sido Mingote el último de ese grupo de maestros en abandonarnos. En medio Coll, o Chumy, otro gran viñetista, también se fueron. Una vez que vine a trabajar a Madrid pude acceder al Mingote de las caricaturas, que junto a su gran discípulo Forges, eran y seguían siendo hasta ayer las dos referencias obligadas cada vez que abría sus periódicos respectivos. Pero Mingote era mucho más, sobre todo en esta ciudad de Madrid, que le acogió como propio, como a tantos que aquí residen y son de cualquier otra parte. Los dibujos de Mingote han llegado a formar parte de la descripción del paisaje madrileño, y se pueden encontrar por muchas partes. Nombrado alcalde honorario del parque del retiro, la misma estación de metro que da acceso a ese pulmón de la ciudad está decorada con un azulejado que describe una escena de Domingo por la mañana en el parque, dibujada por el genio, en el que junto a una fuente de formas caprichosas pasean los barquilleros chulapos, mujeronas de carnes voluptuosas y ojos atrayentes, niños revoltosos, patos que tratan de salpicar a los incautos que se atreven con las barcas del estanque, y muchos otros personajes que describen de maravilla el paisaje y paisanaje de esta villa que el elevó a rango de corte.

Decía ayer por la noche
Ignacio Camacho, el mejor articulista que escribe hoy en este país, que estaba en la capilla ardiente de Mingote como compañero y casi como familiar, que la viñeta que el más recuerda es una en la que aparece dibujado Velázquez junto al caballete y entran las meninas y el resto de la familia real por la puerta, y el pintor, asustado, dice en pensamientos “hay días en los que a uno no se le ocurre nada…” Mingote siempre tenía una idea para cada día, y hasta el final de sus 93 años deslumbró. Su sillón r minúscula de la real Academia Española luce desde hoy vacío, su viñeta también, y su recuerdo será tan grande que tardaremos mucho en llenarlo. Qué más se puede decir a parte de ¡¡Gracias!!…..

Me cojo vacaciones el Lunes y Martes, así que hasta el Miércoles 11. Descansen y sean felices.

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