Vamos con el presupuesto. Hoy se presenta en el Congreso para su tramitación, tras hacerse público el pasado viernes. Es duro y austero, como debía ser dada la situación de emergencia en la que nos encontramos, pero los incomprensibles y lamentables errores de comunicación de este gobierno han logrado que la imagen que de él se obtenga no esté ligada al mayor aumento del impuesto de sociedades a las grandes empresas jamás llevado a cabo, sino a una amnistía fiscal encubierta, llamada regularización, que ha escandalizado a muchos. Y con razón.
Esta medida es un error en todos los sentidos, tanto económico como fiscal, hacendístico, político y de imagen. El plan consiste en abrir un plazo de unos meses para que los capitales sitos en el extranjero o en España y que no hayan tributado nunca puedan aflorar, a cambio sólo se les penalizará con un recargo del 10%. El objetivo de esta medida es doble. Por un lado un ingreso directo derivado de ese tipo de impuesto, que según el gobierno reportaría algo más de 2.000 millones de euros, y por otro los ingresos derivados de la mayor existencia de capital en el país, que o bien se depositaría o circularía, siendo gravado por tributos en un caso o en otro. Al ciudadano de a pie, muchos asalariados atados a una nómina de la que no pueden escapar, como es mi caso, esta medida les suena a broma de mal gusto, porque frente a las obligaciones de pago que nos asolan día a día, a tipos muy superiores al 10%, uno descubre que podía haber evadido impuestos si se hubiera juntado con una serie de amiguetes para crear el capital necesario, y luego retornarlo con una tributación mucho más laxa, ahorrándose bastantes puntos porcentuales de gravamen en el camino. A esta sensación de estafa deben estar muy unidos los que se encargan de perseguirla, sean funcionarios de la hacienda pública o no, que ven como sus esfuerzos de lucha contra el fraude, que habitualmente chocan con una sociedad como la española, orgullosa de evadir impuestos, se ven aún más frustrados desde las altas instancias del gobierno al abrir la puerta a una manera limpia de eludir el pago de impuestos. Decía ayer Fátima Báñez, ministra de empleo, que se va a llevar a cabo un plan de lucha contra el fraude en el cobro del desempleo y otras prestaciones sociales. Bienvenido sea, pero no deja de ser triste que, como en el caso de la nómina, el fraude pequeño que es fácil de perseguir lo sea y el grande, que parece más complejo y lleno de intereses, se tolere y, de vez en cuando, se perdone. Se escuda el gobierno en que anteriormente medidas similares fueron desarrolladas tanto en España, por gobiernos del PSOE y el PP, como en otros países, en especial Reino Unido e Italia, pero repetir los errores de otros no hace que sea mejor cometerlos. Recuerdo que cuando hace tres años viajé a Roma (tres años ya, qué horror!!!!) esta amnistía del gobierno Belusconni era el tema central de debate en los medios, y como ahora aquí me pareció la típica medida desesperada e inútil, además de injusta. No dispongo de los datos exactos de la supuesta efectividad de estas políticas a la hora de generar ingresos extra, pero viendo el estado de las arcas públicas italianas sospecho que no debió de ser muy significativo. No, este no es el camino. Es cierto que el fraude en la evasión de capitales es mucho más fácil de llevar a cabo hoy en día y muy difícil de perseguir, pero esto es una manera de arrojar la toalla por parte del gobierno, y mandar un mensaje muy claro y pernicioso a la población. Si puede defraudar poco le pillaremos, pero si es capaz de hacerlo mucho, hágalo, porque acabará saliéndole rentable.
A todos estos males hay que añadirle que si por una medida tan nociva se van a ingresas 2.000 tristes millones de euros, más o menos lo que colocamos en deuda cada semana, no es ni siquiera rentable. El coste en imagen y popularidad para el ejecutivo de esta medida es mucho mayor que esa cifra, infinitamente mayor. ¿En qué estaban pensando los asesores de Moncloa cuando alumbraron esta feliz idea? Espero que a lo largo de la tramitación parlamentaria que empieza hoy la desestimen. Que renuncien a ella y propongan un recorte equivalente. Total, el presupuesto es incumplible y las cifras de déficit anunciadas jamás se alcanzarán…
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