Creo que les comenté de pasada que hace una semana tuve cita
para hacer la declaración de la renta, en la administración de Montalbán,
centro puro de Madrid, al lado de Cibeles. Tenía reserva para las 18 horas, y
llegué un poco antes, por lo que me senté en la zona de espera sita enfrente a
los puestos desde los que los funcionarios elaboraban las declaraciones. Había
allí un poco de todo, pero lo primero que pensé en cuanto me senté, y es
cierto, es en la palabra “pringados” Sí, allí estábamos los pringados
asalariados, a los que Hacienda ata muy en corto, y que no pueden eludir sus
impuestos.
Y es que somos esos, los asalariados con nómina, los que
soportamos la carga fiscal real del país, los que pagamos los impuestos
directos y los que no podemos hacer mucha cosa para disminuir nuestra
contribución, salvo desgravar comprándose un piso carísimo, tener un hijo de
por vida o depositar el dinero en un plan de pensiones que vaya usted a saber
lo que sucederá con él. Autónomos, empresas, profesionales liberales, todos los
demás eluden, de una manera u otra, el IRPF, y las empresas el de sociedades,
bien mediante argucias legales o, directamente, evadiendo. Pensando en esto me
quedé con un titular que publicaba El País el pasado Martes, que no sólo no me
sorprendió, sino que me hizo girar la cabeza suavemente y decir en bajito… ves,
David, cómo eres un pringado…. Apple
ha logrado que sui declaración del impuesto de sociedades en España le salga a
devolver. Sí, sí, la empresa “cool” por antonomasia, la más chic, in, o
como quieran definirla, recurre a las mismas trampas contables que todas las demás
para no paga impuestos en nuestro país, y tampoco en otros, tranquilos. Todas
las ventas se realizan con base a la matriz europea sita en Irlanda, debido no
al clima, sino al bajo impuesto de sociedades que allí rige. A partir de ahí la
filial española de Apple importa los productos de Irlanda a un precio muy alto,
de tal manera que no obtiene prácticamente margen de beneficio en las ventas
con respecto al precio de origen. Súmenle a esto costes fijos de los locales,
sueldos y salarios, y algunas bonificaciones y el beneficio declarado por Appel
en España es…. Negativo!!! Así que los únicos impuestos que paga la manzanita
dorada en España son los derivados de las cotizaciones sociales de sus
empleados, el IBI de los locales y el santo IVA de las ventas. Del margen de
ganancia y del volumen de venta y del beneficio obtenido, nada de nada, por lo
que puede estar seguro de que el bar donde hoy se tome un aperitivo ha
contribuido al fisco más que el imperio español de Steve Jobs, que era muy
listo para todo, no sólo para diseñar y vender. Esta táctica, que podemos
denominar irlandesa, no la practica sólo Apple, desde luego. Prácticamente
todas las empresas informáticas la llevan a cabo, y muchas otras compañías.
Hace un tiempo se organizó una polémica al descubrirse que las ventas a través
de Internet de ZARA también se facturaban en Irlanda, y no dejaban euro alguno
al erario español. En aquel momento la compañía sacó un retorcido comunicado
tratando de tapar todo el jaleo y anunció que en el futuro eso ya no sucedería.
Deshecho el ruido mediático me apuesto lo que quieran a que todo sigue igual, y
que ZARA tampoco deja nada en las arcas patrias. Y esto no es un problema
español, sino mundial. La tecnología y los caros abogados permiten eludir los
impuestos por parte de las grandes empresas en prácticamente todas sus
filiales, por lo que al final su contribución al sostenimiento de los costes de
las naciones en las que operan suele ser casi nula. Por ello, cuando se habla
de “armonización fiscal” o de subir los impuestos a los “más ricos” a mi me
entra la risa floja, el meneo de cabeza y el bocadillo mental con la palabra
“pringado” dirigida a quién me lo está contando.
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