miércoles, mayo 23, 2012

A Apple (también) le sale a devolver


Creo que les comenté de pasada que hace una semana tuve cita para hacer la declaración de la renta, en la administración de Montalbán, centro puro de Madrid, al lado de Cibeles. Tenía reserva para las 18 horas, y llegué un poco antes, por lo que me senté en la zona de espera sita enfrente a los puestos desde los que los funcionarios elaboraban las declaraciones. Había allí un poco de todo, pero lo primero que pensé en cuanto me senté, y es cierto, es en la palabra “pringados” Sí, allí estábamos los pringados asalariados, a los que Hacienda ata muy en corto, y que no pueden eludir sus impuestos.

Y es que somos esos, los asalariados con nómina, los que soportamos la carga fiscal real del país, los que pagamos los impuestos directos y los que no podemos hacer mucha cosa para disminuir nuestra contribución, salvo desgravar comprándose un piso carísimo, tener un hijo de por vida o depositar el dinero en un plan de pensiones que vaya usted a saber lo que sucederá con él. Autónomos, empresas, profesionales liberales, todos los demás eluden, de una manera u otra, el IRPF, y las empresas el de sociedades, bien mediante argucias legales o, directamente, evadiendo. Pensando en esto me quedé con un titular que publicaba El País el pasado Martes, que no sólo no me sorprendió, sino que me hizo girar la cabeza suavemente y decir en bajito… ves, David, cómo eres un pringado…. Apple ha logrado que sui declaración del impuesto de sociedades en España le salga a devolver. Sí, sí, la empresa “cool” por antonomasia, la más chic, in, o como quieran definirla, recurre a las mismas trampas contables que todas las demás para no paga impuestos en nuestro país, y tampoco en otros, tranquilos. Todas las ventas se realizan con base a la matriz europea sita en Irlanda, debido no al clima, sino al bajo impuesto de sociedades que allí rige. A partir de ahí la filial española de Apple importa los productos de Irlanda a un precio muy alto, de tal manera que no obtiene prácticamente margen de beneficio en las ventas con respecto al precio de origen. Súmenle a esto costes fijos de los locales, sueldos y salarios, y algunas bonificaciones y el beneficio declarado por Appel en España es…. Negativo!!! Así que los únicos impuestos que paga la manzanita dorada en España son los derivados de las cotizaciones sociales de sus empleados, el IBI de los locales y el santo IVA de las ventas. Del margen de ganancia y del volumen de venta y del beneficio obtenido, nada de nada, por lo que puede estar seguro de que el bar donde hoy se tome un aperitivo ha contribuido al fisco más que el imperio español de Steve Jobs, que era muy listo para todo, no sólo para diseñar y vender. Esta táctica, que podemos denominar irlandesa, no la practica sólo Apple, desde luego. Prácticamente todas las empresas informáticas la llevan a cabo, y muchas otras compañías. Hace un tiempo se organizó una polémica al descubrirse que las ventas a través de Internet de ZARA también se facturaban en Irlanda, y no dejaban euro alguno al erario español. En aquel momento la compañía sacó un retorcido comunicado tratando de tapar todo el jaleo y anunció que en el futuro eso ya no sucedería. Deshecho el ruido mediático me apuesto lo que quieran a que todo sigue igual, y que ZARA tampoco deja nada en las arcas patrias. Y esto no es un problema español, sino mundial. La tecnología y los caros abogados permiten eludir los impuestos por parte de las grandes empresas en prácticamente todas sus filiales, por lo que al final su contribución al sostenimiento de los costes de las naciones en las que operan suele ser casi nula. Por ello, cuando se habla de “armonización fiscal” o de subir los impuestos a los “más ricos” a mi me entra la risa floja, el meneo de cabeza y el bocadillo mental con la palabra “pringado” dirigida a quién me lo está contando.

Una reflexión colateral que no puedo evitar al respecto. Es muy paradójico, cuando no surrealista, que sean precisamente los productos de Apple, los Iphone, los Ipad y todo lo que empiece por “I”, tan modernos y guays, los que han permitido que las redes sociales se disparen en el mundo, se organicen los movimientos indignados, y sirvan como medio de denuncia para reclamar un cambio de modelo económico y social. Qué pensará el indignado que acampa en una plaza si se entera que él paga más impuestos al año que la empresa que ha fabricado su maravilloso y “megachic” móvil desde el que escribe a diestro y siniestro contra, entre otras cosas, la evasión de impuestos…

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