Ayer tuve un día de lo más normal y, también, aburrido.
Trabajo sin novedades, abundante, poco imaginativo y con la sensación de no
haber hecho nada especialmente útil, una comida normal, amenizada por el genio
de MLLP, eso hay que decirlo, y una visita a la delegación de hacienda para
hacer la declaración, donde no sucedió nada fuera de lo común y al devolución
estuvo en consonancia con la de años anteriores. Llegué a casa envuelto en
sudor, me duche y me puse a seguir la actualidad, viendo el resumen del
desastroso día que para Bankia, y el conjunto de España, fue la jornada de
ayer, otra más en el camino al Gólgota.
Y en una de estas, cambiando de canal al empezar los
deportes del telediario de la 1, como siempre hago, me
encuentro con que en el hormiguero de Antena 3 está Charlize Theron…… y mi
televisor, de esos de culo, con diez años en sus posaderas, empieza a brillar
como no lo había hecho desde el día en el que lo compré, y el decodificador de
la TDT se empezó a calentar, a tono con el aire sahariano que llenaba ayer
Madrid y a todos sus habitantes, porque para el pobre decodificador, barato y
cutre como él sólo, era un reto inigualable poder transformar la secuencia de
unos y ceros que recibía a través de la antena para generar la figura de
Charlize. Acostumbrado a procesar gráficos bursátiles semejantes a continuas
disfunciones eréctiles, mi tele ayer disfrutó casi tanto como yo, porque por
fin algo luminoso, radiante, bello, sensual, alegre, jovial, atrevido, desbordante
se asomaba a sus entrañas. El tubo de vacío se llenó de color y sonrisas y la
electricidad estática de la pantalla se convirtió en una dinámica corriente de
luz y sonido que no hacía sino alabar la inmensa belleza que Charlize
desgranaba en cada una de sus sonrisas y palabras. Y si Pablo Motos, el
presentador, la persona más envidiada de España ayer, tenía una cara de orgullo
y satisfacción que le hacían sentirse como un rey, yo y el resto de mortales
que mirábamos las pantallas desde nuestros pequeños y tímidos hogares no nos
sentíamos menos que un príncipe, viendo como la princesa de nuestros sueños se
hacía realidad y se plantaba en el humilde salón de nuestra casa, te miraba a
los ojos cuando la cámara le enfocaba directamente, y, ante ese brillo antinatural,
ese cristalino que dejaba a las vidrieras catedralicias convertidas en meras
ventanas, uno sentía que Charlize le miraba, le sonreía…. “es a mi, me mira a
mi, me está hablando” y a medida que la entrevista avanzaba no dejaba de
hundirme en el fondo de mi sofá, aplastado ante tanta belleza, ante semejante
prodigio que, además era pura simpatía, un derroche de fuerza, vitalidad y
entrega. Esto no es real, pensaba, es un holograma, como el que pocos minutos
antes había visto en un reportaje del telediario sobre los que han instalado
como asistentes en Barajas. Es una infografía, un muñeco, no puede ser tan
perfecta y real a la vez… junto a ella también fue entrevistada Kristen
Stewart, coprotagonista de la película que ambas estrenan dentro de dos fines
de semana. Nerviosa, apocada, superada por la situación Stewart no hubiera
pasado de hacer una entrevista del montón, pero quedó completamente eclipsada
por Charlize, y es que no duden que de haber entrado en aquel momento en el
plató Obama, Merkel y el resto de los dirigentes mundiales también hubieran
quedado completamente reducidos a la nada ante la brutal, infinita belleza que
Charlize no dejaba de mostrar a una cámara que ayer descubrió para que había
sido diseñada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario