Ayer Rajoy celebró su primera rueda de prensa en España
desde que es presidente del gobierno, bueno el hacerlo, nefasto el haber
tardado tanto. Casi todas las preguntas fueron sobre Bankia, y trató de
eludirlas como pudo. A la pregunta de si España acudirá al rescate europeo de
los bancos ofreció un rotundo NO, pero creo que él sabe que eso no va a ser
así. Mi consejo es que dejemos nuestro orgullo infantil en el baúl de los
recuerdos (uuu) y solicitemos ese rescate antes de que nos lo impongan, porque
no tenemos recursos propios para rescatar a Bankia y a todo lo que vendrá
detrás.
El final del desastroso día de ayer fue, como diría el
propio Rajoy, colosal. BFA,
la matriz de BAnkia, admitió que sus cuentas de 2011 eran tan falsas como las
del déficit griego, y que donde dijo que había ganado 30 millones de euros
realmente había perdido 3.300, así, por las buenas. Bien, esto es mentir,
falsear, engañar, lo que ustedes quieran, y hace perder toda la confianza en
las finanzas españolas. Desde ayer cualquier inversionista sabe que las cuentas
que se presentan por parte de las entidades en este país pueden ser
completamente falsas, y esto nos pone en el nivel griego, por lo que la manida
frase de “España no es Grecia” ya no puede ser usada, al menos desde mi punto
de vista. Al desastre de Bankia debemos sumarle los agujeros de CatalunyaCaixa,
NovaCaixaGalicia y otras entidades menores que andan por ahí en un estado
completamente zombi. La idea que surge poco a poco es la de unificarlas todas
en la práctica, dado que deben ser nacionalizadas si no se quiere evitar su
quiebra, dada la insolvencia de sus cuentas. ¿Cuánto dinero puede suponer este
proceso para las aras públicas? Muchísimo, demasiado…. Las
cifras bailan sin parar y marean por su dimensión, llegándose a valores de
60.000 millones de euros, diez billones de las antiguas (veremos a ver por
cuanto tiempo) pesetas, aunque en esta cifra estarían incorporados los
requerimientos de capital de entidades bancarias pequeñas no intervenidas, como
Popular o Sabadell. En todo caso esos valores aún pueden variar en función del
resultado de las auditorías privadas contratadas que, tanto por la imagen
propia como por su interés en el asunto, no darán valores menores a los
anteriormente citados, y si seguramente los harán crecer. Es decir, tenemos que
meter todo ese dinero, extraído de recursos públicos, en el capital de las
entidades, con lo que el estado (nosotros) se hará cargo de ellas y pasará
varios, muchos años, controlándolas, a la espera de que den beneficios y pueda
desprenderse de esos activos. Las vías para aportar esos recursos que se están
comentando son dos. La primera es emitir nueva deuda pública para recaudar el
dinero e inyectarlo a las entidades. Con una prima de riesgo como la de ayer,
510, la emisión sería carísima y España no sería capaz de afrontarla, lo que
nos llevaría inevitablemente al rescate. La segunda vía, más retorcida, es
crear esos títulos de deuda pero no venderlos en el mercado, sino dárselos
directamente a la entidad nacionalizada, y que ella, con esas garantías, que en
el argot se denomina “colateral” acuda al BCE para que le preste el dinero
líquido. En este caso España se ahorra gran parte del diferencial de la prima
de riesgo (no todo, porque algo, poco, cobraría el BCE) y daría un margen
temporal de actuación, pero obviamente exige que el BCE (Alemania) diga que
está de acuerdo, y en todo caso es probable que de aceptar exija
contraprestaciones en forma de nuevos recortes y promesas, dado que ya no se
fía mucho de España, sus entidades y su gobierno. Como ven, estamos bastante
atrapados y con pocas salidas. Sobre
como afecta todo esto a la contabilidad nacional, sí aumentará el déficit, la
deuda o ambos, la respuesta es muy compleja, y esta web pude ayudarles a
entenderlo un poco.
En fin, casi cuatro años después de la caída de Lehman
Brothers y la recapitalización de la banca norteamericana, el que, ingenua y
chulescamente se vendía como el mejor sistema financiero del mundo se descubre
que era como todos los demás, un enorme agujero lleno de cosas oscuras y
malolientes, y que necesita ayuda pública para no arrastrar al país en su
caída. Entre medias de todo esto nos hemos quedado sin recursos propios, hemos
destrozado el mercado de trabajo y dejado a la economía patria en un estado de
abatimiento digno de la gran depresión. Bankia va a ser nuestro Lehman
Brothers, y nos va a llevar al rescate europeo. Agárrense, empiezan los
momentos de la verdad.
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