martes, marzo 19, 2013

El corralito en Europa


Los viernes por días peligrosos en el mundo laboral. Si tu jefe te llama a última hora de la mañana la posibilidad de que seas despedido es muy alta, y es ese intervalo que va desde las 12 hasta el momento de irse en el que más sufres de toda la semana. Pura tensión. En el mundo de las finanzas globales, los riesgos se dan en fin de semana, cuando la actividad está paralizada, los mercados descansan y la gente está recuperándose del trauma del viernes, fuera este real o no. Así, los políticos, amparados en la oscuridad de las somnolientas noches de sábado y domingo, maquinan planes que se trastocan en pesadillas el Lunes.

Lo sucedido con el rescate de Chipre, publicado a los medios en la madrugada del viernes al sábado, ha sido la antología del disparate. Quebrado en la práctica desde hace meses, el sistema financiero chipriota, cargado hasta arriba de bonos griegos incobrables se llevó por delante a las finanzas del país, en un caso que, por su dimensión e insularidad, recuerda un poco a Islandia. Desde hace meses se discutía en el eurogrupo cómo llevar a cabo el rescate teniendo en cuenta todos los problemas asociados a estos asuntos y dos particularidades chipriotas. Una es que su mercado de bonos, deuda pública, es de un tamaño ridículo, y por tanto las quitas que se produjeran en él no serían suficientes como para compensar la deuda acumulada. El otro es la presencia de Rusia, física y virtualmente, a través de intereses, población y miles de millones en las cuentas de los bancos chipriotas, algunos de origen dudoso, otros claramente procedentes de actividades ilícitas, y todos ellos amparados en una legislación local que era, digámoslo así, muy laxa en lo que hace al blanqueo de capitales. Esa relación con Rusia es tan elevada que el propio gobierno de Moscú ha otorgado préstamos con anterioridad a las autoridades de Nicosia, antes de que lo hiciera la propia UE. Bien, con todas estas fichas sobre la mesa se reunieron los países del eurogrupo  y, con la supuesta intención de arreglarlo, la acabaron por fastidiar del todo. Se estimó que serían necesarios unos, voy a redondear cifras, 15.000 millones de euros para rescatar el país, de los que dos tercios los aportaría la UE a través de avales (un 12% España) y el resto, 5.000 millones, saldrían de la isla, a través de reducciones de gasto, subidas de impuestos, recortes (les suena, verdad) y la imposición de una tasa a los depósitos bancarios, fueran de quien fuesen, graduada en dos tramos en función de si el importe de lo acumulado en el banco fuera inferior o superior a los 100.000 euros. El acuerdo se difunde a los medios a eso de las 4 de la mañana del sábado y, con lógica, el gobierno chipriota decide bloquear el sistema financiero local, impidiendo las operaciones por internet y aprovechando que allí el Lunes también era fiesta. Sale el sol el sábado por la mañana y los chipriotas y el resto de europeos empiezan a oír, somnolientos, estas noticias, que sus dirigentes aplauden, pero que en la soledad de las cocinas y salones de media Europa empiezan a provocar escalofríos. Los ahorros, los depósitos, el bloqueo bancario…. Y una palabra maldita empieza a extenderse en el boca a boca y alcanza al mediodía todas las plazas y calles del continente. Corralito. Eso que sólo pasaba en Argentina y en sitios como esos, que no podía suceder nunca en Europa, ha sido implantado por decisión del Eurogrupo en uno de los estados miembros de la Unión. Los sacrosantos ahorros de los ciudadanos, obtenidos a través del esfuerzo, de la suerte, de la herencia, del trabajo serio o irresponsable, de la manera que sea, que eran inviolables, son ahora asaltados por parte de las autoridades, en este caso europeas, como parte del botín exigido para salvar a la banca y el estado chipriota. El enfado empieza a subir de grado y el gobierno de Nicosia aplaza la votación necesaria para convertir este atraco en ley, y amplia el cierre de los bancos hasta el Jueves. Y en la UE, ante el cariz que adquieren las protestas, empieza el triste juego del “yo no he sido” por parte de unos dirigentes que pretenden ser irresponsables sólo en el buen sentido del término, cuando es seguro que lo son en el malo.

Rectificaciones, dudas, medias vueltas, donde dije digo… da igual, el mal está hecho. El sancta sanctorum de la inviolabilidad del depósito bancario se ha roto. Usted y yo ya no tenemos seguro el dinero en el banco, porque si los rescates actuales no logran su objetivo (aviso, no lo harán) se atacará a los depósitos con toda naturalidad, alegando excusas de lo más peregrino (ahora han sido los malvados mafiosos rusos, aquí pueden ser los especuladores inmobiliarios). No deja de ser paradójico que cuando en el Vaticano, por primera vez en la historia, se va a sentar un Papa no europeo, la economía del continente también importe una figura de la patria del pontífice, el corralito.

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