miércoles, marzo 13, 2013

Fumata negra en Ponferrada


Tiene su gracia el que haya sido la revuelta municipal de un pueblo de León la que haya puesto al descubierto todas las vergüenzas del PSOE, con mucha mayor intensidad que la lucha entre soberanistas, federalistas, independentistas y otras corrientes acabadas en “istas”. Lo sucedido en torno a la moción de censura del ayuntamiento de Ponferrada es tan patético y cutre que ha retratado sin piedad alguna toda la ejecutiva del POSE y cargos locales, desde un Rubalcaba incapaz de gestionar su partido hasta unos concejales que sólo buscan el poder, pasando por unos cuadros medios que aúnan incompetencia y ansia de mando en un cóctel muy peligroso.

Pero como de este asunto ya se ha dicho mucho, y muy bien (de hecho bastaría con el artículo de Millás de El País del domingo) quiero centrarme, sin salir de Ponferrada, en un problema de fondo en el que poca gente ha caído, y que Millás menciona en su artículo. Si uno se va a la web oficial en al que se recogen los resultados de las últimas elecciones locales de 2011, ve que en Ponferrada el PP sacó 12 concejales, el POSE 8, y los Independientes Agrupados de Ponferrada 5. Este partido es el que organizó en torno a sí Ismael Álvarez, antiguo concejal del PP que fue acusado y condenado por acoso sexual sobre Nevenka Fernández. Tras su condena, que cubrió con una sanción monetaria dado que la ley de entonces le permitía eludir prisión, Álvarez se va del PP y crea esta agrupación en torno a su persona. Y empeñado en recuperar el poder, logra que el pueblo de Ponferrada le crea en su denuncia de que todo el escándalo surge por el despecho de una Nevenka resentida y déspota, jugando al viejo y sucio truco de acusar a la víctima de ser la culpable de su desgracia, y consigue que la víctima tenga que exiliarse de la localidad, dejando el terreno libre para que Álvarez vuelva por sus fueros. Al parecer su popularidad entre los vecinos de la localidad sigue siendo grande y, en las citadas elecciones de 2011, logra un total de cinco concejales y la nada desdeñable cifra de 5.716 votos sobre los poco más de 35.000 registrados, quedándose a menos de 3.000 sufragios de los registrados por el PSOE. Todo un triunfo. Ismael se hace con el tercer grupo del ayuntamiento y empieza lo que parece ser una operación de acoso y derribo a la alcaldía popular que, sostenida por una mayoría simple, resulta ser inestable e incapaz de controlar el municipio. De esas marrullerías diarias surgiría la moción de censura que ha explotado este fin de semana, pero fíjense en lo trascendental. No uno ni dos, sino más de cinco mil vecinos de Ponferrada votaron conscientes y libremente a un acosador sexual que, lejos de arrepentirse de su comportamiento, no dejó de cesar en su acoso hasta logra que, con sentencia favorable hacia ella, la víctima huyera. Imagínense lo que pudo suponer para Nevenka el comprobar que en su pueblo había muchas, muchísimas personas que defendían a su acosador, que había pocas, poquísimas, que la defendían a ella, y que como sucedía en las películas del oeste, la ley y la justicia no eran nada frente a los forajidos que, organizados, asaltaban la diligencia o el “saloon”. En ese clima de odio Ismael triunfó, Nevenka perdió y la democracia se suicidó. El resultado electoral no pudo ser, por tanto, ni menos sorprendente ni más repulsivo, porque sabida era la fama del personaje y la gente que arrastraba. Por tanto, todas las excusas que ahora se ponen por parte de cualquiera de los altos o bajos cargos del PSOE sobre lo sucedido allí son falsas, mezquinas e inútiles, pero es que lo que ha pasado en ese pueblo es, en su conjunto, tan falso y mezquino que, sinceramente, era de esperar que en algún momento se llegase a producir algo así.

Dos corolarios de esta historia, cutres y zafios. Uno es el de esa imagen del nuevo alcalde manteado por sus seguidores, orgulloso de haber conseguido el poder (y la pasta) del ayuntamiento, sin importarle en lo más mínimo el lodazal en el que se regodea y mueve para logarlo, ejemplo gráfico de la total pérdida de valores de una sociedad enferma. El otro, más global, es que si alguna vez se han preguntado cómo es posible que en Italia voten a Berlusconi no hace falta que cojan una avión y vayan a Italia a preguntarlo, no. Cojan un coche e interrogue a los ponferradinos porqué han votado a un acosador.

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