lunes, marzo 04, 2013

¡¡Viva el invierno de 2013!!


Nubes altas y densas cubren a estas intempestivas horas el cielo de Madrid, y un suave pero persistente viento del sureste sopla sobre la ciudad, limpiando el aire, e impregnándolo de un toque húmedo, anticipo de las precipitaciones que, provenientes de Canarias, donde han causado algunos problemas, llegarán a lo largo del día y, con elevada probabilidad, persistirán durante toda esta primera semana de Marzo, regando abundantemente el sur y centro peninsular, en lo que sería el primer temporal de lluvias de primavera, dado que, viniendo de sur, las temperaturas subirán y sólo nevará en los altos.

¿Se acuerdan del invierno de 2012? ¿El del año pasado? Fue horrible. Día tras día, sin descanso, como si de un disco rayado se tratase, el cielo proyectaba la misma imagen de sol radiante, fondo azul y ausencia total de precipitaciones de ningún tipo. Se batieron varios registros de escasez de lluvias, e incluso hubo comarcas en las que no cayó nada. Las heladas negras, secas y muy frías, destrozaron los escasos brotes de la cosecha que se atrevieron a asomar en los secarrales y las pérdidas en el campo fueron muy elevadas. Se inició de la manera más abrupta conocida un año de sequía extrema que las lluvias de Abril, generosas, no fueron capaces de mitigar, y tras ese invierno maldito llegó un verano de ausencia total de lluvias, altas temperaturas e incendios devastadores. En 2012 la meteorología se cebó en España y ofreció una de sus peores caras, no la que asociamos a los desastres que abren los telediarios, esas riadas que arrastran coches y matan gente, no, sino al mal silencioso, al persistente y olvidado gemido del suelo que se reseca y muere. La sequía devastadora apenas abrió informativos y, como mucho, se la mencionaba en los rellenos que anteceden a los sacrosantos deportes. Esta tendencia tuvo un momento de ruptura inicial en septiembre octubre, con algunas lluvias torrenciales en el Mediterráneo, especialmente en la zona de Almería, y en un otoño que en el resto del año fue normal, pero debido a lo que arrastrábamos, insuficiente para compensar tanto déficit de precipitación. El inicio del invierno fue mixto, y recuerdo que en mis vacaciones navideñas en el norte empecé a preocuparme porque el tiempo empezaba a mostrar las mismas trazas de estabilidad sosa que en 2012. Sin embargo a partir de la segunda semana de Enero la cosa ha cambiado radicalmente, las precipitaciones se han hecho intensas, persistentes y, en muchos lugares, agobiantes, lo que unido a un constante flujo de vientos fríos del norte que apenas se ha cortado en dos meses, ha provocado que este invierno haya sido uno de los que más nevadas ha registrado de los últimos tiempos. No sólo las estaciones de esquí, que sobrepasadas con capas de varios metros han visto sus pistas cubiertas como no las recordaban desde hacía décadas, sino las latitudes bajas y medias de toda España han visto alguna vez la nieve, llegando a cuajar en muchas capitales de provincia, tristemente no en Madrid, y dejando paisajes de postal en pueblos y localidades que, acostumbradas o no a la nieve, la echaban mucho de menos. Esa nieve, reserva de agua para la primavera y el verano, y toda la precipitación caída, han hecho que las temperaturas de estos meses, curioso, hayan sido menos frías de lo habitual, al estar el cielo cubierto e impedir las típicas heladas, pero están poco a poco rellenando nuestros embalses. Los datos nacionales muestran que el 26 de febrero, último día disponible en este momento, la reserva hidráulica se encontraba en el 67,36%, frente al 62,82% que se alcanzaba en 2012, estamos por tanto cinco puntos de media mejor. Y todo esto viniendo de dónde venimos, y es que si se fijan en la Comunidad de Madrid, que aún no alcanza los registros de 2012, miren la gráfica de la web y vean el repunte que se observa en 2013. Ese repunte es nuestra salvación de cara a beber y ducharnos en este año.

Y obviamente las lluvias de esta semana aumentarán estos registros, y la inmensa cantidad de nieve que se acumula en la sierra, hasta dos metros de altura en la estación de esquí de Navacerrada, acabará cayendo hacia los pantanos y los abastecerá de cara a un verano que, si es normal, será seco y tórrido. Así que cuando a lo largo de la semana, aquí o en otras partes de España, oiga quejas por la lluvia que cae y cae piense en esas gráficas, y en la riqueza, vida y milagro que se esconde detrás de ellas, y bébase un buen trago de lo que desee a la salud de esas generosas nubes que le regalan… agua.

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