lunes, julio 08, 2013

Bárcenas y la manta


Dicen algunos mal pensados que han mandado a la cárcel a Luís Bárcenas en pleno verano para que, al no tener que usar manta en su cama, no tire de ella, y disponga sólo de una liviana e inofensiva sábana. Lo cierto es que el dicho de la manta se puede usar en varios sentidos, de ahí que también se dijera que, en sus tiempos, cuando encerraron a Luis Roldán en una cárcel abulense, el propósito era que pasase tanto frío que no tuviera opción para deshacerse de la versión castiza del moderno edredón nórdico. En aquel caso Roldán acabó hablando, aunque para entonces ya estaba todo bastante claro. Parece que, en lo que nos ocupa ahora, Bárcenas empieza a largar.

El que se ha apuntado un tanto esta vez ha sido Pedro Jota, el director de El mundo, que ayer publicaba su encíclica habitual y un suplemento verano con cuatro horas de conversación con el personaje, realizadas antes de que ingresara en prisión. En El País deben estar que trinan, porque tras haber publicado los papeles famosos que dieron lugar a toda esta historia El Mundo les ha adelantado (por la derecha o por la izquierda, escojan ustedes) y vuelve a hacerse con el control informativo del caso. ¿Qué cuenta Bárcenas? Como no me he leído el artículo poco puede reseñarles, pero por las fuentes y comentarios que se ven por ahí parece que va admitiendo que existía una red de financiación ilegal que afectaba a la dirigencia del PP y que ha funcionado durante muchos años, independientemente de quiénes eran las cabezas visibles del partido. Sueldos, comisiones, sobres, amaños varios… al parecer, y como pasó con el caso Snowden referido a las escuchas y el espionaje, Bárcenas puede poner negro sobre blanco lo que todos hemos sospechado a lo largo de tantos años, y que los distintos casos de corrupción que se han ido descubriendo dejaban muy claro, y no es otro asunto que el de la financiación ilegal de los partidos políticos, en este caso el PP, pero hemos visto asuntos similares en otras formaciones. El caso Filesa en el pasado del PSOE o los ERE andaluces en su presente, el caso del Palau de la Música y Millet en CiU, y ahora la bomba Bárcenas en el PP. Todos son tramas destinadas a desviar fondos, de origen público o privado, a hacerlas desaparecer del fisco y emerger en la contabilidad del partido de turno, que es incapaz de afrontar sus gastos generales y de campaña con los ingresos legales que declara año tras año. Por eso, cuando los dirigentes políticos del partido afectado, en este caso el PP, salen a la palestra y se rasgan las vestiduras en nombre de su honorabilidad la audiencia está tentada en darles un óscar por su interpretación, y desde luego no creerse nada de lo que hayan afirmado con tanta vehemencia y arrojo. Y eso cuando salen a hablar, porque si practican una política informativa oscurantista y cobardica como la que se ha empeñado en llevar a cabo el PP la sospecha se convierte en constancia. No se si lo que afirma Bárcenas es cierto o no, deberá determinarlo un juez, y ante un juez deberá repetir sus acusaciones y presentar las pruebas de las mismas, pero su relato, guste o no, es coherente, da sentido y puede ser el origen de los fondos que acumulaba en Suiza porque, como gestor mayor de la trama corrupta de financiación, es de suponer que se llevaba las comisiones más jugosas. Y de mientras Bárcenas habla y va soltando sus perlas por goteo, la credibilidad de PP se desangra ante el respetable como un toro en plena faena, que ha recibido el impacto de varias banderillas y al que el sujeto de la barbilla prominente no deja de dar estocazos. Y ya saben cómo suelen acabar las corridas, de toros, con la muerte del animal y la salida del torero, a veces entre palmas, otras entre grandes abucheos, pero viendo en todo caso desfilar al animal muerto camino del desolladero

¿Qué debe o puede hacer el PP? Su campo de juego se estrecha día a día, en gran parte por su propia ineptitud a la hora de gestionar este asunto. El estilo Rajoy, acrecentado por los nefastos consejos de Arriola, el eterno asesor de comunicación que basa su estrategia en no comunicar, ha conducido a la indefensión vergonzosa de un presidente que no es capaz de decir la palabra “Bárcenas” en público, sea por vergüenza, cobardía o culpabilidad. Haga lo que haga el daño está hecho, y es enorme. Lo lógico sería que saliera a la palestra, hiciera una rueda de prensa de verdad y, como colofón, ofreciera las cabezas de media dirigencia histórica del partido como castigo preventivo ante lo que pueda pasar en los juzgados de aquí a unos meses. ¿Lo hará? Por supuesto que no, pero será peor para él, su gobierno, y el conjunto del país.

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