miércoles, julio 10, 2013

Elaborar estrategias pensando en lo imposible


La falta de reacción y el descrédito en el que se ha sumido el gobierno de Rajoy ante las revelaciones de Bárcenas, publicadas por el mundo, lo han situado contra las cuerdas, en una posición de Jaque, como relata hoy mismo el citado medio. Esto se debe tanto a la importancia de la información difundida como a la propia ausencia de respuesta por parte del gobierno, que o bien sigue una táctica suicida de negar la realidad o, aún peor, nunca sospechó que la situación llegaría hasta este punto. Simplemente descartó este escenario y no se preparó ante él, y ahora trata de elaborar una estrategia apresurada para limitar daños, en lo que no es sino la asunción de un grave error estratégico.

Y todo viene del mal uso que le damos a esa fatídica pregunta que comienza por ¿Y si…? Que nos martiriza por una u otra causa, en lo personal y en lo profesional, y que muchas veces es la principal de las fuentes de angustia y amargura que amenazan con superarnos. Cometemos dos graves errores con esa pregunta. Uno es el de planteárnosla ante hechos pasados, intentando reconstruir un mundo pretérito que sucedió, y que ya no podemos alterar. ¿Cuántas veces, ante desgracias o sucesos negativos, nos hemos torturado con los “y si” relacionados con los actos que nos condujeron a ese punto del tiempo? Si no hubiera salido de casa no me habría pillado la tormenta, si no le hubiera dicho eso no habría hecho aquello, y así hasta el infinito. Es una actitud humana, natural, pero que conduce a un callejón sin salida, porque lo hecho hecho está y ya no se puede remediar. Lo único que podemos (y debemos) sacar de esas reflexiones es un aprendizaje para no cometer errores pasados, para evitar que, en la medida de lo posible y dentro de nuestro ámbito de influencia, no la volvamos a fastidiar, por así decirlo. Los ”y si” hay que planteárselos hacia el futuro, que es un mundo aún por construir y en el que nuestras acciones condicionarán, más o menos, pero lo harán, el resultado final. Aquí el error que cometemos es el de restringir mucho los supuestos para los que nos planteamos esa hipótesis, confiados plenamente en nuestro éxito o suerte, y pensando que las cosas malas sólo les pasan a los demás. Esto es muy frecuente a la hora de, por ejemplo, conducir. Yo controlo y el resto del mundo va como un loco es un pensamiento que nos asalta recurrentemente, y que demuestra que se puede vivir en un mundo de locos. Así, beber antes de conducir no es problema “porque yo controlo y se hasta dónde puedo beber”. Luego pasa lo que pasa y nos conformamos con lamentar el destrozo de nuestro coche, fruto del accidente que no podía suceder. En general debemos adoptar un cierto criterio de prudencia y precaución, ser conscientes de que no controlamos todos los factores que condicionan el resultado de nuestras acciones, y actuar en consecuencia. Los anglosajones denominan con el concepto “worst case scenario” el suponer que lo peor que podamos imaginar pueda llegar a pasar y, ante eso, preguntarse cual sería nuestra respuesta. Por ejemplo, a la hora de comprarse un piso, calculamos los costes de la hipoteca, los muebles, las cuotas mensuales y demás facturas. Y nos ponemos en el peor escenario posible, que me despidan y mi fuente de ingresos se seque, por un periodo breve o por un tiempo indefinido. ¿De cuántos recursos dispondría y hasta cuánto tiempo podría emplearlos en esa situación? ¿en ese “worst case”? Eso me dará una primera respuesta de cual es el tamaño de la hipoteca que puedo pedir y afrontar y, a partir de ahí, se puede aumentar el volumen e gasto y , tachán tachán, el tamaño y condiciones de la vivienda. Y con todas las hipótesis planteadas sobre la mesa, uno decide, y tiene hechos los números para cada caso y disminuyen las sorpresas, que cuando son malas limitan mucho la capacidad de respuestas del individuo, aumentando notablemente las probabilidades de cometer errores o imprudencias.

Todo esto es fácil de decir pero difícil de hacer, y yo mismo trato de llevarlo a la práctica y no dejo de ser asaetado por “y sis” pasados sin solución y dilemas futuros sin resolver. En el caso de Rajoy y su equipo seguro que están todo el día preguntándose qué hubiera pasado si a Bárcenas le habrían despedido hace quince años, pero lo que es un garrafal error presente es no haber estudiado el escenario en el que el preso de Soto del Real tirase de la manta (cuántos habrán repetido en presencia de Rajoy “eso nunca sucederá”) y el no contemplar ese escenario lleva a la parálisis actual. Aprendamos del gobierno, de sus aciertos y, sobre todo, de sus garrafales errores, y tratemos de evitarlos en nuestro día a día. No acertaremos siempre, pero al menos reduciremos el número y dimensión de los problemas, que no es poco.

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