jueves, julio 18, 2013

La corrupción política y el doping en el deporte


Las informaciones relativas a la presunta financiación ilegal del PP surgen cada día como brotes tras la lluvia. Ayer El mundo traía un suplemento de 16 páginas con hojas escaneadas que dan una idea de lo que se movía en Génova y quienes se lo llevaban, en teoría. En paralelo, esta semana un juez de Barcelona ha dictaminado que en el caso Palau se puede hablar de financiación ilegal de CiU mediante comisiones ilegales cobradas a las distintas empresas involucradas, el famoso 4%, y a poco que se escarbe el caso de los EREs en Andalucía será, seguramente, otra forma de financiación encubierta de un partido, en este caso el PSOE, con distinta metodología pero igual objetivo. Conseguir dinero.

¿Es inevitable la corrupción política? ¿Debemos resignarnos a convivir con ella? No, evidentemente no, pero sobre todo a la segunda pregunta. Los comportamientos ilegales deben ser perseguido judicialmente, castigados duramente y señalados para que el culpable sufra el oprobio y la vergüenza. Por cierto, esto último no se da en España, donde robar y corromper sigue siendo algo no tan mal visto. Pero el problema de fondo, el de la financiación de los partidos, sigue estando en el aire y si no se le da una solución volveremos a ver escándalos de este tipo durante el resto de nuestras vidas. Y aquí funciona una especie de hipocresía social que, a mi modo de ver, es muy similar a la que se manifiesta con el deporte profesional y el doping. Ya conocen ustedes mi teoría de que todos los deportistas profesionales están dopados, más o menos, de una forma u otra, y que todo el mundo lo sabe y consiente y que en función de la relevancia social del deportista, sus ingresos y poder, el amaño es descubierto o no. Las leyes antidoping se hacen cada vez más complejas y detalladas pero el doping no se queda atrás, y de salto en salto, la situación sigue avanzando en una especie de empate técnico insalvable. Aquí y cada vez que se me pide mi opinión al respecto reitero mi idea de que el doping debiera dejar de ser delito, que seamos honestos con nosotros mismos y que, dado que lo que nos importa del deporte son las marcas, records e ingresos, permitamos que cada uno se meta lo que desee y allá él. Las víctimas de la droga deportiva, que se suceden año a año sin que nadie las eche en falta o denuncie, al menos tendrían un cierto reconocimiento y todo sería más honesto que en la actualidad. Basta ver lo que pasa con el dopaje en deportes como el fútbol o el atletismo en los siempre politizados juegos olímpicos para hacerse una idea de hasta qué punto hacemos teatro cada vez que proclamamos la limpieza del deporte. Y en el asunto de la financiación de los partidos la situación es similar. Todos ellos delinquen para obtener ingresos ya que, de manera legal, no pueden sacarlos y estarían abocados a la desaparición. Las campañas electorales son caras, cada vez más, y sólo hace falta fijarse en EEUU para imaginarse hasta dónde pueden crecer los costes de una elección. La situación actual hace que las mordidas que los partidos realizan a empresas y organizaciones se traduzcan en adjudicaciones ilegales, amaños de contrato y prebendas más o menos descaradas una vez que el candidato “untado” ha alcanzado el sillón del poder, y todo ello en medio de la más absoluta opacidad. ¿Cómo se frena esto? ¿Prohibiendo las donaciones? Esa es la situación actual y ya ven ustedes que resultados ofrece. Mi propuesta es que nos dejemos de hipocresía, detengamos a todos los delincuentes actuales y, tras ello, cambiemos la ley a futuro, de tal manera que las donaciones a los partidos sean legales, públicas y, si se desea, publicitadas. Saquemos a la luz lo que ya sucede entre bambalinas y sepamos quiénes y por cuánto aportan a los diferentes partidos, y eso sí sería transparencia de cuentas. Lo demás sería seguir como hasta ahora, vivir en un mundo de falsedad, en el que todos sabemos que la contabilidad A es preciosa y la B es la real.

Cada vez que hay campaña electoral en EEUU varias webs sacan datos de quiénes han financiado a cada uno de los dos grandes partidos, y se pueden hacer análisis gráficos y estadísticos muy interesantes sobre los flujos de dinero, y ver qué empresas se decantan más por uno que por otro, y cuáles son las más conservadoras (o inteligentes) y financian a ambos para así resultar beneficiadas gane quien gane. Saber estas cosas puede parecer obsceno y lleva a muchos a rasgarse las vestiduras, pero la situación española de hoy en día es igualmente obscena y, además, hipócrita en todos los sentidos imaginables. En fin, creo que por probar no pasaría nada, y es que no podemos estar mucho peor que lo que ya lo estamos.

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