El vídeo comienza con una imagen
de fondo negro en la que un mensaje advierte, en inglés, subtitulado en árabe,
que esto es una muestra de la venganza que le espera a EEUU por sus acciones
contra el islam y el Estado Islámico (EI, IS en inglés). Tras una serie de
mensajes de igual estilo y contenido, la imagen desaparece y se nos traslada a
un lugar indeterminado del desierto. Un lugar pedregoso, árido, sin dunas de
arena pero con suaves colinas de fondo, en el que no hay nada vivo y donde dos
personas, vivas se muestran ante una cámara que graba, fija, profesionalmente,
con un grado de nitidez y calidad que asombra.
Uno de ellos, con el pelo rapado
al cero, luce un mono naranja que le cubre el cuerpo entero, a excepción de la
cabeza, y se encuentra arrodillado sobre el pedregal. A su izquierda, un hombre
permanece de pie, cubierto por un mono negro que lo cubre por completo, dejando
apenas ver sus ojos. Le protege y a la vez camufla. Vemos el rostro del
arrodillado, sereno, serio, con la mirada perdida, y apenas distinguimos los
ojos de quien está de pie, que oscila y se mueve ligeramente mientras enseña a
cámara un cuchillo pequeño, típico de cocina, no un machete ni nada aparatoso.
En un momento dado el hombre arrodillado empieza a hablar. Con una voz firme,
en un inglés nativo, lee, o al menos eso parece, un discurso político
inculpatorio contra su país, EEUU, en el que acusa al gobierno y ejército
norteamericano de invadir aquellas tierras, de matar a sus residentes y, ahora,
de volver a luchar contra los creyentes. Traslada la culpa de lo que le vaya a
pasar a Obama y al resto de los dirigentes de la potencia, y afirma que lo que
vamos a presenciar no es sino una muestra de venganza por esos actos hostiles y
una advertencia para todo aquel americano que ose atacar a los combatientes del
EI. Mientras el arrodillado habla, el hombre de pie se mueve suavemente,
mostrando en ocasiones el cuchillo, pero sin hacer ostentación del mismo, más
bien como jugueteando ante la cámara. Algunos de sus movimientos parecen
cómicos, como si quisiera transmitir con gestos la alegría o lo bien que se lo
está pasando en ese momento. El hombre arrodillado termina su proclama y tras
unos segundos de silencio comienza a hablar el hombre de pie, en un inglés que
los expertos determinan que tiene acento británico. Vuelve a lanzar un mensaje
de amenazas, y se muestra en todo momento contenido, sereno y firme, sin un ápice
de teatralidad o exceso. La escena es de un minimalismo desbordante, con una cámara
que no quita el protagonismo a los dos hombres sobre un escenario natural de
desolación. En todo momento los subtítulos traducen lo que ambos hombres dicen
al árabe, dado que el único idioma que oímos de sus labios es el inglés. El
hombre de negro acaba su discurso, no se si leído o memorizado, y se junta aún
más al hombre arrodillado, que mira a la cámara con un gesto firme y sereno. El
espectador, que a medida que ha ido viendo la grabación se ha puesto más y más
nervioso, desea en todo momento que se trate de una farsa, de una puesta en escena,
de un montaje, que no suceda lo que cada vez parece más seguro que va a
suceder. Sin embargo, su esperanza se desvanece cuando el hombre de negro
sujeta con su mano derecha la cabeza del arrodillado, y lleva la mano izquierda,
que porta el cuchillo, hacia la garganta…….
El vídeo termina con el cadáver de James Foley
tumbado, tirado, vejado sobre un pedregal, manchado en su propia sangre, y
continuos mensajes en árabe que, supongo, claman venganza y odio hacia EEUU y
todos aquellos que osen poner sus manos en la tierra del califato del EI. El espectador,
estupefacto, aún no tiene muy claro qué es lo que acaba de presenciar, pero no
puede evitar que se le revuelvan las tripas. Al cabo de un día los medios
contarán la historia de Foley, periodista norteamericano, alabado por sus
compañeros de todo el mundo, que llevaba dos años secuestrado en Siria por
milicias islamistas, y que
fue asesinado por unos salvajes hace dos días, en medio de un pedregal, en Irak.
DEP
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