miércoles, agosto 20, 2014

La FED y el BCE, atrapados en Jackson Hole


No se preocupen si el título de hoy les suena confuso, aunque el tema lo es. Jackson Hole es una pequeña localidad sita en el estado de Wyoming, en medio de unas enormes montañas y bosques, un lugar paradisíaco rodeado de naturaleza de unas dimensiones como sólo el continente americano es capaz de recrear. En ese entorno, y desde hace bastantes años, se celebra en torno a estas fechas de Agosto una reunión entre los principales banqueros centrales, cuyo programa aún no ha sido publicado. Entre los asistentes estará Janet Yellen, la anfitriona, por parte de la FED, y por supuesto Mario Draghi, del BCE.

Estas reuniones eran conocidas para poco más que para unos expertos en el mundo económico y algunos frikis de la materia, que los hay, dado que un encuentro de autoridades monetarias, en principio, no parece nada sugestivo ni propenso al cachondeo. Sin embargo la crisis de 2008 y el derrumbe del sistema, apuntalado gracias a estos bancos centrales, ha convertido a estos encuentros veraniegos en una especie de Davos con calor, en el que periodistas, analistas, banqueros, poderosos y personajes influyentes, que sí lo son o como tal se lo creen, junto con los frikis de antes, pululan por las montañas de Wyoming tratando de escrutar en los discursos y conferencias los pasos que van a dar estos dioses en los que se han convertido los banqueros centrales. Sólo esto ya es una muestra de lo distorsionado, irreal y viciado que se encuentra el sistema financiero y económico. En la época de la URSS, en la que no existía información real sobre lo que allí pasaba, surgió la figura del “rusólogo”, un personaje que, en función de cómo fruncían el ceño los jerarcas moscovitas en cada desfile militar que se retransmitía desde la Plaza Roja de Moscú, siempre a unos agradable “diecimuchos” bajo cero, determinaba si la guerra fría estaba más o menos caliente, si en el politburó había disensiones y si el líder era tal o había entrado en desgracia. Sus conclusiones, habitualmente no muy razonadas, pero dichas de manera muy seria, eran tomadas como oráculo revelado por el resto de periodistas y se convertían en la base del análisis de los mismos. Otra figura similar son los vaticanistas, especie futuróloga de existencia fugaz, que toman el control de los medios cuando se produce un cónclave de elección papal y se fijan en detalles tan importantes como la efusividad de algunos saludos o cuántas monjas acompañan a determinado papable. Pues bien, de un tiempo a esta parte, y dada la insana dependencia que el mercado ha contraído con los banqueros centrales (recuerden, esto es síntoma de algo enfermo y anormal) han surgido lo que podríamos llamar “BCEístas” o “FEDeístas”, o como a ustedes les de la gana, que tratan de adivinar cuándo Yellen y Draghi moverán ficha, subiendo tipos en EEUU, o realizando un QE en Europa, o ambas cosas a la vez, o de momento ninguna de ellas. Los últimos datos macro conocidos, malos, señalan la debilidad del crecimiento en la UE, que en la práctica se encuentra estancada, con una Francia que no crece rodeada de Alemania, que flaquea, quizás como primera respuesta ante el conflicto con Rusia, y con economías del sur como la española que crecen, en parte por rebote estadístico, pero que, dependientes del núcleo de la Unión, no podrán seguir subiendo si los países grandes de la eurozona no lo hacen. Y todo ello con precios congelados. Por ese flanco aumentan las presiones sobre Draghi. En EEUU la FED sabe que debe subir tipos para evitar el desmadre burbujero que demasiados ya ven en muchos mercados, pero la lucha entre halcones monetaristas y palomas que miran en el empleo presiona a Yellen, que ha aprendido a no decir nada.

Y en medio, junto con otros banqueros centrales, miles de analistas que se les supone sabios y entendidos, pero que siguen utilizando métodos de chamanes para determinar el futuro de la política monetaria. Quizás sea la posición de las gafas de Draghi sobre su nariz o lo que Yellen haya dedicado en laca a moldear su cabello lo que, para muchos, sea la excusa determinante para justificar las próximas decisiones de ambos organismos y, con ello, subidas y bajadas en la bolsa, divisas, activos y demás variables que, quiéralo o no, influyen en su vida, aunque sólo haya sido consciente de ello desde hace unos pocos años. Y los osos de las montañas de Wyoming, que no se si los habrá, mirando todo con cara de no entender nada, como usted y como yo.

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