jueves, noviembre 06, 2014

China tiene la Luna a tiro de piedra


La imagen es realmente espectacular, y dice mucho de nosotros. En un primer plano se observa un cuerpo rocoso esférico, lleno de cráteres, surcos y cicatrices, con un aspecto ligeramente familiar peor un rostro, por así llamarlo, que no se nos hace conocido. El cuerpo que se sitúa al fondo, a la izquierda, sí que nos suena. Una pequeña canica azul y blanca, parcialmente oculta, que aún a esa distancia reconocemos perfectamente como nuestro hogar, La Tierra, el planeta en el que vivimos y así hemos bautizado. Ahora encajamos todas las piezas y comprendemos que ese cuerpo inicial tan familiar no es otro que nuestra Luna.

La toma está realizada por una cápsula china de nombre complicado, la Chang’e 5-T1, que este pasado 31 de octubre volvió a la Tierra tras darse un paseo por ahí arriba, y es una nueva muestra de las ambiciones cada vez mayores que muestra el programa espacial chino. En principio la idea del gobierno de Beijing es la de llevar a cabo una misión a corto plazo que, depositando una sonda en la superficie lunar, recoja muestras de la misma y sea capaz de despegar y reentrar en la órbita terrestre, para traerlas a casa. Sería una evolución de la misión desarrollada por esta sonda, pero lo que la 5-T1 ha demostrado es que China ya es capaz de poner objetos en la órbita lunar y que vuelvan. Esa foto tomada desde la cara oculta de la Luna así lo atestigua. Y a poco que uno le eche imaginación podrá pensar en cuándo va a tener lugar la misión tripulada china que ponga los pies sobre el satélite, tomando el relevo de los norteamericanos y sus misiones de 1969 – 1972. Es difícil dar fechas, pero algunos rumores apuntan que no van a pasar más de cuatro o cinco años para que tenga lugar ese proyecto, si todo va bien, no se producen accidentes técnico, ni políticos ni económicos. En todo caso la misión 5-T1 ha dejado asombrado a medio mundo porque ha revelado hasta qué punto China es, actualmente, no sólo una potencia espacial, sino la que con más empeño y esfuerzo está desarrollando una estrategia, carrera podríamos llamarla, para liderar ese campo. Con la tecnología rusa de disparo tan eficiente como siempre pero sin desarrollo alguno, carente de lanzadores pesados, con los americanos sumidos en el desconcierto tras el primer accidente privado y con el proyecto oficial del STS en un estado embrionario, China es actualmente la única nación que se puede plantear el reto de la vuelta a la Luna. Para poder llegar hasta allí no sólo hacen falte cohetes enormes, que también, sino recuperar la tecnología y técnica de acoplamientos en órbita terrestre y lunar que ya fue ensayada en los sesenta, concretamente en las misiones Apollo I a X, que sirvieron de entrenamiento y ensayo para un viaje que es mucho más complejo de lo que aún pueda parecer. Y la 5-T1 ha logrado, de manera automatizada, el primero de esos retos, que es despegar desde la Tierra, salir de su gravedad local y poner rumbo al satélite, llegar a la Luna, orbitarla, escapar de su atracción y retornar a casa sin desperfectos. Asombroso. Alcanzar este éxito tan inmenso requiere mucha tecnología, precisión y trabajo, y es una muestra de que, en ciertos campos, China se empieza a equiparar tecnológicamente a occidente, recortando la ventaja que teníamos en ese campo, uno de los pocos en los que aún despuntamos. Este viaje no deja de ser, por lo tanto, otro golpe sobre la mesa de la potencia china, que cada vez reclama más papel en un mundo nuevo, donde los tradicionales dominadores, nosotros, entramos no se si en una fase de declive, pero desde luego sí en una de compartir el poder con nuevos actores, Beijing el primero, que pesan y pisan fuerte.

La foto, además de toda la tecnología y geopolítica que encierra, es fascinantemente bella, y vuelve a poner sobre el tapete el pequeño mundo en el que habitamos, padecemos, reímos y sufrimos. Una de las transformaciones más profundas que significaron los viajes lunares del Apollo fue la posibilidad de poder contemplar la Tierra en su totalidad, en su inmensa pequeñez, dando lugar a esa expresión del maestro Carl Sagan, que la definió como “un pequeño punto azul y pálido” en medio de la infinitud del cosmos. La imagen de la sonda china vuelve a recordarnos lo importantes y, a la vez, insignificantes que somos, nosotros y nuestros problemas, y da para muchas reflexiones, pensamientos y noches de filosofía, a la luz de las estrellas.

No hay comentarios: