Obnubilados por el resultado
electoral del pasado domingo, no estamos prestando atención a muchas otras
cosas que pasan fuera de nuestro mundillo local. En la UE, sin ir más lejos,
esta ha sido una semana muy intensa, llena de rumores griegos y realidades
británicas. El que las dos palabras que más de moda están hoy en día en Europa
sean Grexit y Brexit es un síntoma de que parece haber más gente dispuesta a
irse que a quedarse en el club, y eso es, de por sí, una mala noticia. Confió
en que ninguna de estas salidas se materialice, pero el riesgo cierto ya está
ahí.
Coincidiendo con el inicio de la
legislatura, con esa pomposa ceremonia regia en el parlamento de Wetsminster
que parece sacada de un rodaje de época, Cameron
ha iniciado una gira por capitales europeas para explicar su idea del
referéndum y, de paso, usarlo como arma negociadora a la hora de obtener
mejores condiciones para la permanencia de Reino Unido en la UE. La idea es
simple: o me da más y me quedo o hago la consulta y a saber qué pasa. La
pregunta a ser votada por parte de los británicos, que es con lo que hoy titulo
el artículo, está formulada de manera que parece llamar más al sí que al no,
pero la mera idea de plantearla es un riesgo muy serio. La hipotética salida de
Londres del club de la UE sería perjudicial para ambos, un mal juego en el que
todos perderíamos, y que ahora mismo consiste en una subasta para ver quién lo
haría en mayor grado. Empresas que cambiarían de residencia fiscal, el fin del
espacio Schengen y la ciudadanía comunitaria en el Reino Unido, problemas para
una city global que actúa como polo financiero de gran parte de los bancos
europeos (el Santander sin ir más lejos) etc etc. Y por encima de todo la idea
de fragmentación, de ruptura, de hacer reversible un sueño que hasta ahora sólo
caminaba en la dirección de la unión, bien es cierto que muchas veces a través
de un sendero retorcido y lleno de fango. La consulta fue una de las propuestas
con las que Cameron se presentó a las elecciones que, de manera brillante, ha
ganado, por lo que es obvio que su mención no corresponde a un farol o ardid de
juego de cartas, sino que busca zanjar de una vez por todas, si eso es posible,
la ambigua relación que los británicos viven con los continentales. Hoy en día
Reino Unido ya es un socio extraño de la UE, no sólo porque no participe en el
euro, sino porque desde hace tiempo se desvinculó de la política agraria común,
la PAC, recibiendo a cambio el famoso cheque británico, y en general participa
de muchas de las políticas comunes de manera tangencial, cuando no directamente
autista. El país posee dos almas, una que mira a Europa y otra al gigante
norteamericano, que habla su lengua y es un mercado directo para sus empresas.
Y en Londres sigue latiendo, cierto que cada vez menos, un corazón que recuerda
su pasado imperial, de no hace demasiadas décadas, y que es fácil suponer aún
sangra por la herida de la pérdida. Hace poco más de medio siglo Reino Unido
seguía siendo una potencia colonial de primer orden, y eso ahora no es sino una
excusa para fabricar recuerdos turísticos y reuniones de la Commonwealth en las
que la reina de Inglaterra sigue siendo la soberana de todos ellos. El inglés,
orgulloso vencedor de la II Guerra Mundial, ve poco a poco como en el continente
surge de nuevo un poder, esta vez económico, y que una Alemania con una economía
insuperable le gana en casi todos los aspectos. Y eso le crea enormes recelos, que
el populismo nacionalista alienta para poder pescar en ellos. Y de ahí surgen
tensiones que no dejan de entorpecer el camino de la Unión.
¿Se llevará a cabo finalmente la
consulta? A día de hoy las probabilidades de que eso ocurra son altísimas, y en
ese caso el resultado, incierto, determinaría el futuro de la UE, querámoslo o
no. Curiosamente los nacionalistas escoceses, los otros vencedores de las
recientes elecciones, son muy pro europeos, mientras que el núcleo anti UE se
encuentra localizado en las huestes más recalcitrantes del propio Cameron. Si
logra dominar a los suyos y obtiene un SÍ en la consulta todos habremos ganado,
pero hasta que eso se produzca nos quedan meses, años hasta 2017, de nervios,
intrigas y, también, sondeos. Hablaremos mucho de este asunto.
Subo a Elorrio el fin de semana y me cojo el
Lunes festivo. Hasta el Martes 2, disfruten y sean felices.