Ya el final de diciembre fue de fuerte
marejada en las bolsas. El tradicional rally de Navidad, en el que se maquillan
las carteras para que a finales del ejercicio presenten unos resultados más
bonitos para sus suscriptores, no tuvo lugar. Más bien fue al contrario, los índices
consolidaron caídas y el año se cerró con unas pérdidas que, en el caso del
Ibex, superaron el 7%. 2016
ha empezado peor si cabe, con descensos generalizados que afectan a los parqués
de todo el mundo, siendo el peor arranque anual en la historia del Dow
Jones. ¿Por qué sucede todo esto? ¿Es grave? Vaya par de preguntas.
La segunda es más fácil de
contestar que la primera. Aún sin saber si es grave o no, bueno no es, y es una
señal más de que algo en la economía global no funciona. El porqué de los
descensos es más complejo, como siempre. Verán que en los medios se habla de
dos causas fundamentales, la desaceleración china y la bajada del precio del
petróleo. Realmente lo segundo es, en una parte, consecuencia de lo primero. Los
mercados bursátiles están bajando ahora como ya lo hicieron hace ya muchos
meses los mercados de materias primas (el petróleo es una de ellas, aunque su
bajada tiene muchos motivos adicionales), en lo que fue el primer indicio serio
de que el impulso de la economía global se estaba acabando. Los países emergentes,
que eludieron la crisis global que arrancó en 2008, y se convirtieron en
refugio de inversores, han sido los que esta vez han comenzado el ciclo
bajista. Brasil está instalado en una recesión que supera el 3% de caída del
PIB y China ve como sus cifras de PMI, indicador del comportamiento industrial,
no dejan de caer desde hace meses. China, es verdad, se frena, como por otra
parte sería lógico esperar de una economía que lleva creciendo demasiado tiempo
a tasas muy altas y con un patrón, basado en la inversión, que debe revertir a
un modelo de crecimiento endógeno basado en el consumo. El desplome del precio
de las materias primas ha ido acompañado, durante todo 2015, de una bajada en
los indicadores de comercio internacional, que son de lo más variado, pero que
señalan inequívocamente que los flujos comerciales entre países se están
reduciendo. Caen las compras y ventas de manera global, aunque haya casos
locales, como el español, en el que las exportaciones sigan creciendo. Todos
estos indicadores señalan una sola cosa, que es que el crecimiento global se
frena. Los países emergentes entran en crisis y los países desarrollados no son
capaces de tirar de la economía global, con una Europa que, pese a haber vivido
un 2015 económicamente mejor de lo esperado, aún presenta tasas de crecimiento
de PIB muy discretas y unos EEUU que, pese a seguir creciendo, se encuentran en
una fase muy madura de su ciclo y es de prever que pasen por trimestres de bajo
crecimiento, o incluso de contracción. A todo esto se le debe sumar la decisión
de la FED de iniciar una (creo que necesaria) subida de tipos para purgar
excesos bursátiles y mandar un mensaje de normalidad a unos mercados
financieros dopados por tipos de interés anormalmente bajos, que tiene unos
efectos secundarios muy intensos en los mercados de divisas, revaluando el dólar
y haciendo mucho daño a las economías, muchas de ellas nuevamente emergentes,
que están endeudada en esa moneda y no en divisas locales, que se debilitan
cuando los capitales salen corriendo en busca del rendimiento que puedan ofrecer
los tipos crecientes dictados desde Washington.
Como ven, todo un lío, pero que apunta a la
misma dirección. Frenazo global. ¿Crisis global? Todavía es pronto para afirmarlo.
Algunos indicadores podrían estar diciendo eso, y el que empiecen a salir voces
de expertos afirmando que “esta vez es diferente y no estamos ante una nueva
crisis” me produce bastante miedo. Hay mucha información que no tenemos, sobre
todo en lo referente a la economía china, cuyo sector bancario “en la sombra” (shadow
banking) es enorme y tan opaco como tantos otros sectores económicos del país. Las
turbulencias en los mercados seguirán, y está por versión estamos ante una
contracción global que nos dejaría un 2016 decepcionante (eso es bastante
probable) o algo mucho más serio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario