martes, enero 12, 2016

Las violaciones en Colonia, el desastre absoluto

Nada de lo sucedido en Colonia, como la más representativa de todas en las que eso pasó, durante la nochevieja de 2015 es ni comprensible ni justificable. Todo es asqueroso, sucio y reprobable. Lo que empezó como un rumor por parte de algunas mujeres, que denunciaban un asalto coordinado para violarlas por parte de hordas concentradas expresamente para ello ha derivado en un suceso en el que policía, políticos, medios de comunicación, autoridades locales y nacionales... todos han fallado de manera vergonzosa. Y las víctimas, cuyas denuncias crecen sin parar, se han sentido completamente abandonadas.

Poco se sabe de lo que pasó en esa nochevieja, entre otras cosas porque nadie se ha molestado en averiguarlo. Si no hubieran sido mujeres las atacadas seguro que ya sabíamos quiénes eran los causantes de la agresión. Si no hubiera habido inmigrantes ilegales entre los atacantes la corrección política no hubiera funcionado y la prensa y la policía habrían actuado al momento. Si no existiera miedo por parte de las autoridades a que un hecho de este tipo fuera utilizado por grupos ultras y xenófobos la alcaldía y el gobierno federal habrían tardado tres nanosegundos en condenarlo y movilizar a la sociedad en la condena y rechazo. Pero nada de todo esto ha pasado. Lo de Colonia es la tragedia perfecta en la que el buenismo, la estupidez y la incompetencia se juntan para lograr crear el desastre más absoluto. La presencia de inmigrantes y refugiados entre los asaltantes asustó a las autoridades y la prensa, que vieron el potencial que tendría la noticia de que algunos de los acogidos por Alemania se dedicaban a violar a mujeres germánicas junto a la catedral de Colonia, y cundió el miedo. No se pensó en las víctimas en ningún momento, más bien se las despreció por completo, y se decidió levantar una cortina de humo, un silencio cómplice que tapara la noticia, para que el paso del tiempo la amortiguase. Que las pobres mujeres denunciaran si querían, pero no iban a obtener eco mediático y, por tanto, nadie sabría lo sucedido ni le daría importancia. Los medios de comunicación, tanto públicos como privados, colaboraron en este apagón, siendo lo más correctos posibles, no diciendo nada o, como mucho, poniéndolo en columnas pequeñas en lugares inhóspitos de una página perdida, que no trascendiera mucho. Al cabo de los días, cuando las violaciones han ido saliendo a la luz y las denuncias se elevan ya a centenares, medios de todo tipo empiezan a pedir perdón porque en su momento no le dieron al tema la relevancia debida, pero ninguno ha salido a la palestra para confesar que eso fue una decisión consciente, no un olvido. Miembros del gobierno alemán tampoco han comparecido para explicar su inacción o, más bien, orquestada desidia. Y a buen seguro ambos colectivos culpan de todo a las mujeres que, como les recomendó la alcaldesa de Colonia el 2 o 3 de Enero, debieran mantener una distancia prudencial con sus potenciales agresores, dejando implícito el mensaje de que nadie, ni la policía ni ningún otro cuerpo del estado, las va a proteger, porque no lo considera ni relevante ni necesario. Si les violan es su responsabilidad, no la del atacante que abusa de ellas. ¿Diría lo mismo la alcaldesa, medios de comunicación y políticos alemanes en el caso de que los violadores fueran neonazis locales, o hinchas del fútbol inglés, o un grupo de universitarios norteamericanos? Apuesten todo su dinero al no. Ese es el problema de fondo.

La gestión de la inmigración es muy difícil, ya lo se, y la solución planteada por casi todos los países, excepto Alemania, de impedir la entrada, es la más fácil en principio y la más cruel e inútil. Debemos acoger a la gente que necesita ayuda, pero dejando claro, siempre, que tanto para ellos como para nosotros la ley es la misma, y los delitos y penas asociados también. Si alguien delinque nos debe dar igual su nacionalidad y origen. No sólo es injusto tener en cuenta ese factor, sino que es racista en el sentido estricto del término. La Ilustración derribó las barreras de la etnia para crear el imperio de la ley. Ahora en Europa, nacionalismos xenófobos tratan de restaurar esas barreras. La nefasta gestión de lo sucedido en Colonia nos debiera avergonzar a todos.

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