viernes, enero 27, 2017

Por fin llueve en casi toda España

Llueve en Madrid, de una manera mansa, suave, relajada. Desde el puente de la Constitución, si no me equivoco, no caía una gota en la ciudad, tras un otoño en el que llovió con ganas. El fío intenso ha permitido que los jardines que viven de lo que cae del cielo, como los de mi barrio, aún luzcan verdes, pero la ciudad en su conjunto necesitaba un baño que lavase su cara, limpiara el aire y alimentase a parterres y demás zonas verdes, que sólo han visto un pálido Sol y unas largas y frías noches, sucedidas una tras de otra sin remisión, como una condena mitológica.

Aún es muy pronto para poder decir algo, pero el invierno de 2017 está siendo más intenso que el pasado, cosa poco meritoria, dado que aquel apenas duró unas semanas de febrero, y puede que también más duro que los de años anteriores. También lo que llevamos de invierno está teniendo sus características peculiares, especialmente por los duros temporales que han azotado a la fachada mediterránea, tanto de mar como de lluvia y nieve. Los registros alcanzados en Valencia, Murcia, Baleares y gran parte de Cataluña son históricos, tanto por la cantidad de lluvia caída como por las nevadas que, en zonas interiores y costeras de esas comunidades, lo han cubierto todo de un blanco como no se veía desde hace décadas. Esas imágenes de las playas de Torrevieja o Denia blancas como si se tratase una estampa del mar Báltico son tan sugerentes como poco habituales. De mientras en esa zona del país se producía mucha actividad meteorológica, el resto ha estado sumido en un tedio bastante extenso. Frío, sí, mucho frío, pero días estables y soleados. Los valles del centro peninsular han estado semanas enterrados bajo espesas capas de niebla que los han sometido a condiciones muy duras, sin apenas amplitud térmica entre el día y la noche, y con una alta sensación de humedad. En el norte el comportamiento ha sido muy dispar, con una Galicia y Asturias sometidas al dictado del Sol y la ausencia de precipitaciones, con amenaza de sequía y pantanos descendentes, frente a una Cantabria y, sobre todo, País Vasco y Navarra que, tras unas semanas navideñas estables y aburridas, tuvieron a mediados de mes intensos temporales de lluvia y viento, que paliaron algo la sequedad que arrastraban esas comunidades tras un diciembre de lluvias muy ausentes. Nieve hemos visto mucha en la tele, fruto de los comentados temporales de levante, pero muy concentrada en pocas zonas. Sistema ibérico, Pirineos y Sierra Nevada, y pare usted de contar. El sistema Cantábrico o Central lucía hasta ayer apenas unas motas nevadas en sus cumbres, recuerdo de las primeras nieves que cayeron hace un mes, pero que no eran sino una mera mota en la frente de la montaña. Es de esperar que las precipitaciones que están cayendo ahora mismo lo sean de nieve en cotas altas, por lo que muchas de esas montañas que lucen peladas, y en las que residen estaciones de esquí convertidas en zonas de pastoreo de hierba, vuelvan a vestirse de un radiante blanco. Lugareños, hosteleros y las reservas de agua de sus zonas colindantes lo demandan y necesitan, y parece que este frente que nos está visitando, el primero de una serie que aportará inestabilidad durante parte de la semana que viene, lograra blanquear esas cimas.

Aún queda febrero, el mes del frío y de la nieve por excelencia en el norte, el “agosto” del invierno, que tiene ganada fama de loco, por inestable y cambiante. Es por tanto imposible hacer ningún balance, pero parece apuntar a que 2017 va a tener invierno, queda por saber su rigurosidad, pero frente a los descafeinados sucedáneos que hemos vivido en los últimos ejercicios, este sí que parece que es un invierno normal. Queda por ver si acabará nevando en las grandes ciudades, que suele ser la estampa visual que corona al invierno como tal, sus “cuarenta grados de rigor” y ya saben que Madrid y otras capitales son muy esquivas con la nieve. Ojalá caiga, tiempo queda por delante, pero difícil es. Lo iremos viendo.


Subo el fin de semana a Elorrio y me cojo dos días de ocio. Si no pasa nada raro, el siguiente artículo será el miércoles 1 de febrero. Abríguense y que Trump esté quieto al menos un día sin romper nada.

jueves, enero 26, 2017

Muros en la frontera

En España sabemos lo que es tener un muro en la frontera para impedir la entrada masiva de inmigrantes. Ceuta y Melilla están rodeadas por una valla de seguridad de grandes dimensiones y moderna tecnología que establece un perímetro en torno a ambas ciudades en su franja terrestre, siendo el mar otra barrera difícil de franquear, la que las rodea por el lado no vallado. Ambos territorios son minúsculos y su frontera divide dos datos de renta per cápita de una desigualdad aplastante, una de las más altas del mundo. Si esa valla no existiera las dos ciudades se verían colapsadas por marroquíes en busca de futuro.

¿Hace esto más comprensible y justificable la promesa cumplida, ya van demasiadas, de levantar el muro que ha firmado Trump? No. La situación de ambas fronteras, su extensión y los flujos que se realizan a ambos lados son de naturaleza completamente distinta. Cierto es que de los más de tres mil kilómetros de frontera, sí, sí, tres mil kilómetros, un tercio ya tiene una valla más o menos compleja y estable, custodiada en algunos puntos por puestos de frontera que impiden el paso de quienes pretenden hacerlo que, recordemos, no sólo son mejicanos. La idea de Trump no sólo es absurda, porque la realidad demuestra que los muros son franqueables (y Ceuta y Melilla saben mucho de eso) y que las fronteras naturales pueden ser atacadas en caso de necesidad, como vemos todos los días en ese cementerio marino en el que se ha convertido el sur del Mediterráneo. Lo peor de la idea de Trump es el mensaje que lanza, mensaje racista, discriminatorio y basado en la idea de lo mejores que somos “nosotros” frente a la chusma que son “ellos”, y en esos pronombres puede usted, querido lector, situar no solo la coyuntura norteamericana sino muchas otras, actuales y pasadas. La gestión de la inmigración es un tema muy complicado, que requiere una combinación de medidas duras y blandas, organización, cohesión social y visión de largo plazo, y sobre todo didáctica, mucha didáctica. Las envejecidas sociedades occidentales, de las que formamos parte, somos cada vez más reducidas en la suma total de población mundial, vamos a menos. Hace un siglo Europa era la cuarta parte de la población mundial, hoy apenas representamos el 5%, y nuestras empresas, ciudades y pueblos necesitan personas jóvenes, que posean ideas, iniciativa y ganas de trabajar. Dado que no tenemos niños la inmigración es la solución más sencilla, pero es algo instintivo en toda población el sentir rechazo por aquellos que vienen de fuera, y en ese miedo es donde cala el discurso nacionalista y xenófobo que tan bien conocemos en todas partes. En la España del boom de los sesenta era charnego el término despectivo que se utilizaba sobre los que, llegados desde el resto del país, acudían a Cataluña a trabajar en sus empresas. En el País Vasco la palabra usada era maketo, que algunos todavía mencionan, y que posee una carga de racismo, desprecio y abuso de superioridad de tales dimensiones que podría ser introducida en alguno de los simplistas discursos de Trump. Miles, millones de personas se movieron en España de sus lugares de origen a donde había trabajo, igual que millones de españoles abandonaron el país en busca de un futuro que les era vedado en su nación de origen. De entre todas esas personas habría de todo, como entre las poblaciones que las acogieron, porque no hay pueblos ni naciones ni orígenes mejores o peores que otros. La bondad, inteligencia, estupidez, destreza con el baile, gusto culinario o ansia delictiva están igualmente repartidas por toda la población humana, y normalmente es la diferencia de renta y los sistemas legales y políticos imperantes en un territorio los que alientan o aplacan la maldad que reside en nosotros. Es así, aunque sea más fácil pensar que “nosotros” somos los buenos y “ellos” los malos. Eso es mentira, aunque siempre es más cómodo recurrir a una gran mentira que a una pequeña verdad.

Tenemos la desgracia de que Trump sea el único que ha ganado unas elecciones y esté cumpliendo lo que prometió en campaña. El panorama es desolador y, para México, alarmante. Los mejicanos cuentan con toda mi solidaridad y apoyo frente a las desgraciadas declaraciones que cada día provienen de una vejada, insultada, humillada Casa Blanca. Está por ver que el Congreso de EEUU dote de fondos a la idea del muro, y sin dinero no se podrá construir, pero las intenciones de quien ocupa ahora mismo el despacho oval son firmes. Con esta medida Trump vuelve a insultar a todo hispanohablante… bueno, lo cierto es que insulta a todo aquel que no “piense” como él. México, país hermano. Estamos, estoy con vosotros.

miércoles, enero 25, 2017

Vuelve la inflación para hacernos daño

El balance económico de 2016, que como todos tiene luces y sombras, es mucho más positivo de lo que nadie hubiera sido capaz de imaginar al principio del ejercicio. Hemos batido récord absoluto de entrada de turistas y de divisas procedentes de sus bolsillos, la creación de empleo y el crecimiento han estado por encima de lo esperado y la bonanza ha sido mucho mayor de la que se estimaba. Este éxito (con sus sombras, no lo olvidemos) se debe, en parte, al cambio estructural de la economía española tras el impacto de la crisis y los llamados vientos de cola, en forma de bajada de precios del petróleo y la indefinida política flexible del BCE.

En 2017 las perspectivas coinciden en que será imposible repetir unas cifras macroeconómicas como las del pasado año y la discusión está en cuánto nos alejamos de esos guarismos. En parte esta visión más negativa se debe a que parte de esos vientos de cola se van a reducir, o dejar de soplar directamente. El Brexit y la devaluación de la libra encarece notablemente España (y cualquier otro lugar) como destino turístico para los británicos y puede que alguno de ellos este año no salga de vacaciones, y las cifras se moderen. El petróleo ha subido bastante desde sus mínimos de hace un año, y cotiza cómodo en una franja que supera los 50 dólares el barril, el dólar se ha reforzado respecto al euro, por lo que el valor de ese barril de crudo también ha subido al cambio, el BCE se empieza a ver presionado por las subidas de tipos que llegarán, se supone, desde EEUU, y desde allí mismo Trump y sus hueste introducen inestabilidad e incertidumbre día a día. Todos estos factores, y alguno más como el riesgo del islamismo terrorista y el caos político en Europa, frenan el PIB y, atención, presionan a los precios al alza. Una de las señales de la “anormalidad” en la que llevamos instalados ya varios años es el pulso nulo o negativo de los precios. El IPC ha estado en terreno negativo varios meses a lo largo de ese tiempo y con unos acumulados anuales que eran de una escasez absoluta. El desempleo y la devaluación salarial de los que aún lo poseemos ha propiciado que la demanda interna española sea muy muy débil, y por el lado de la oferta la rebaja permanente, el uso de la economía colaborativa a costes bajos y la bajada de las materias primas ha permitido que los precios se quedasen quietos, y todos estos factores han logrado algo casi milagroso, como es que tanto los perceptores de ingresos como los empresarios hayan logrado márgenes. Los unos, consumidores, pensionistas, asalariados, con subidas ridículas, pero que permitían ganar poder adquisitivo ante unos precios menguantes. Los otros, productores, distribuidores e intermediarios, beneficiados de la bajada de costes propios y pudiendo crecer en beneficios y mercados aún con precios estancados. Es una situación extraña, casi imposible de concebir a priori, y que durante un par de años más o menos ha propiciado un alivio económico a gran parte de la población. En cierto modo es lo que nos ha otorgado esta sensación de haber salido de la crisis, aunque aún vivamos en ella, o más bien en el modelo productivo generado tras su estallido. Como reverso a este supuesto paraíso, nada lo es, la desigualdad de rentas ha crecido y se ha cebado en capas de la población como los jóvenes o primeros empleados, que han visto sus expectativas e ingresos devaluados por completo, frente a, vean que curioso, pensionistas y perceptores de rentas fijas (asalariados indefinidos, funcionarios, etc) que han ganado cuota en el reparto de la riqueza nacional.


Pues bien, esta situación que he descrito, curiosa, empieza a quebrarse, porque los citados nubarrones del principio del artículo van a hacer, entre otras cosas, que despierte el monstruo de la inflación, que hasta ahora estaba dormido. El efecto de la subida prevista del IPC para este año, si no hay desviaciones, supondrá la primera pérdida neta de renta para los colectivos hasta ahora beneficiados desde hace muchos años, y es probable que introduzca una cuña de malestar social en ellos, apaciguados como pocos en la convulsa España en la que vivimos. Si la amenaza inflacionaria se convierte en real, la presión para quitar las medidas expansivas crecerá en torno a un BCE cada vez más dividido, y eso sería un freno adicional al ciclo económico. Queda todo el año para ver qué sucede, pero que tendrá más curvas que el pasado parece seguro.

martes, enero 24, 2017

Trump empieza a hacer destrozos

Ay ay ay, qué cuesta arriba se me va a hacer esto. Durante mucho tiempo se me ha acusado de ser proamericano, en este país tan antiyanqui pero que de manera instantánea e intensa copia las modas que llegan del otro lado del charco. Querámoslo o no EEUU es el país más poderoso del mundo y el líder del imperio en el tiempo en el que nos ha tocado vivir. Otros países lo fueron en otros siglos y, probablemente, otros lo serán en el futuro. Ha habido presidencias, especialmente las de Bush hijo, que han cometido errores enormes, tanto en las formas como en el fondo, que han dañado la imagen de aquella nación y sus intereses, pero parecían episodios aislados.

Trump es otra cosa, y no es que no sea un político al uso, sino que reniega de la política en sí y enarbolado en la bandera populista, acusa a todos de estar en su contra y de ser él la encarnación del país, en una actitud que en Europa conocemos muy bien, para la desgracia de los países que hemos sufrido discursos semejantes en el pasado. Pero es que en las cosas del comer, en la política técnica, Trump es también un personaje que va por libre. Con la firma de ayer, retirando a EEUU del TPP, el tratado comercial con el Pacífico, la zona económica más importante del mundo, el ya presidente lanzó un misil contra la línea de flotación del comercio mundial, destrozó gran parte de las ilusiones empresariales de miles de negocios y entidades de ambos lados del inmenso océano, puso en bandeja un regalo a las autoridades chinas, el dejarles la oportunidad de ser las que lideren el desarrollo comercial en su zona de influencia, y de una tacada hizo aplaudir a todos los antiglobalización del mundo, en general grupos de una ideología de extrema izquierda que se han manifestado contra el comercio desde hace décadas sin ser conscientes de que esos intercambios son una de nuestras principales fuentes de riqueza. Un millonario adusto y prepotente, un miembro de lo que para muchos de esos izquierdistas es lo más detestable que existe en la sociedad, ha sido el que les ha dado el regalo con el que soñaban desde hace tanto tiempo. Es asombroso. Y muy doloroso. Mucho. No sólo por la imagen que se ofrece al declarar a EEUU, el líder del mundo libre como pomposamente se la ha bautizado, con algo de acierto, como el abanderado del nuevo proteccionismo nacionalista que envenena las relaciones internacionales y amenaza con descomponerlas poco a poco, sino también por las consecuencias económicas de esta acción. Empresas de todo el mundo comercian en esa zona, la más importante del planeta, y todas las naciones de la Tierra, de una u otra manera, tienen industrias que, de manera directa o auxiliar, producen, exportan o importan con esos destinos en mente. Las cadenas de producción de la mayoría de los bienes que consumimos en el día a día se han establecido como una red global en la que todos dependemos de todos, y cada producto es la suma de trabajo, piezas, diseños y montajes repartidos a lo largo y ancho de los continentes. Destruir esa estructura que tanto ha costado crear y que tantísimos beneficios ofrece a productores y consumidores es suicida, desde todos los puntos de vista posibles. Las consecuencias económicas de la ruptura de estos acuerdos serán malas, muy malas, para todos. También, desde luego, para los EEUU, que sufrirán en sus propias carnes decisiones erróneas de este u otro tipo.

Trump es un personaje potencialmente muy peligroso al mando del barco global. Cada día que pasa parece más claro que su actitud y decisiones presidenciales van a ser tal y como es él, y no como la moderación del cargo debiera aconsejar. Su acción perjudicará a todos, empezando por sus propios conciudadanos, que quizás no sean conscientes de ello hasta que sea demasiado tarde. Enarbolando banderas arcaicas, fracasadas, falsas y destructivas, Trump es ya el principal enemigo del orden liberal, de la economía de mercado, de la seguridad jurídica y de la prosperidad económica. ¿Cuánto daño nos provocarán sus errores? Me temo que más del que podamos imaginar.

lunes, enero 23, 2017

Madrid y el ambiente del sábado noche

Este fin de semana he tenido visita por parte de un buen amigo de Elorrio (¡gracias, DAG!) y por tal motivo no he podido seguir en directo los actos de la coronación de Trump y las primeras barbaridades que han salido de la boca de su equipo, que ya llena la administración norteamericana con su estilo personal, formas adustas y fondo basado en la arrogancia, el desconocimiento y el populismo salvaje. Quizás el no haber podido verlo en detalle me ha ahorrado algunos momentos adicionales de melancolía, otro motivo por el que debo agradecer la estancia de mi amigo.

La cuestión es que, el sábado por la noche acabamos juntándonos con otro matrimonio amigo y dos amigas más y, los seis, encontrándonos en una zona céntrica, nos preguntamos dónde ir a cenar, asunto que siempre suele traer algo de miga en toda reunión de amigos por los distintos pareceres, opiniones y gustos. Empezamos a callejear viendo locales que en principio no alcanzaban el cuórum deseado y, poco a poco, en nuestro caminar, nos acercamos al centro, donde ya era evidente que una multitud lo había asaltado. Los dos primeros lugares en los que preguntamos nos dieron, a grandes rasgos, el guion de lo que se nos venía encima: “¿tienen reserva? ¿no? Pues entones no hay sitio”. Tras dos intentos infructuosos empezamos a preocuparnos, y yo, que apenas se de restauración y lugares para comer, recordaba un sitio cercano en el que había estado con anterioridad, y hacia allí fuimos, en medio de la marabunta que cada vez era más intensa. Aceras atestadas, coches atascados por todas partes, un ambiente que no envidiaba nada a una noche festiva de verano, con muchísimos menos grados, desde luego, y una sensación de bullicio que lo impregnaba todo. Llegamos a la zona donde estaba el restaurante que recordaba, que no logré ubicar con precisión, pero al menos esa plaza y calle tenía otros muchos locales. Empezamos a tocar las puertas de casi todo lo que se encontraba abierto, y al respuesta, con variaciones, era muy similar a la que antes les he comentado. Era evidente que habíamos cometido un enorme error de organización al no haber reservado sitio previamente y dejarlo todo a la improvisación, de la que tan enemigo soy. El tiempo pasaba y, aunque no era muy tarde, era evidente que habíamos perdido muchos minutos a lo tonto y el cansancio físico de tanto paseo sin sentido empezaba a dejar huella. Finalmente acabamos en un restaurante de cadena fuera del más profundo centro urbano, elección que para algunos de los presentes hubiera sido descartada al inicio de la noche pero que, tras lo sucedido, se había convertido en una tabla de salvación y lugar donde poder descansar tras el improvisado peregrinaje. Por así decirlo, vivimos en nuestras carnes esas historias graciosas que se cuentan sobre cómo, a medida que avanza la noche y la ingesta de copas, la belleza de las chicas y chicos que nos rodean empieza a ser cada vez más relativa, y su exigencia menor, si lo que queremos es llegar a casa con algo parecido a un triunfo y no una nueva decepción que ocultar a las amistades con nuevas y absurdas excusas. Eso de “no hay chica fea sino copas de menos” también se puede aplicar a los restaurantes cuando la necesidad crece y las fuerzas empiezan a caer, casi tanto como las temperaturas de la noche de invierno.

Lección práctica del asunto, no relacionada con los ligues, es la de reservar si uno desea cenar el fin de semana en Madrid. Y deducción de lo que iba viendo a lo largo de las puertas cerradas, opciones vacías y locales repletos. La crisis de la restauración se ha terminado por completo, el llenazo de una noche fría de sábado a un fin de semana del final de mes, con muchas nóminas ya exhaustas, era reflejo de que el tirón del consumo sigue fuerte y que, para algunos sectores, la nueva normalidad de la economía es tan pujante como lo fue la gloriosa época de antes de la crisis. Viendo y sufriendo el centro de Madrid este sábado a uno le daba la sensación de que eran muchos los que podían salir a cenar, demasiados. Casi los que se puede esperar si se crece al 3% que reflejan las estadísticas del PIB.

viernes, enero 20, 2017

El adiós a Obama

Hoy, al mediodía de Washington, 18 horas en España, Donald Trump jurará su cargo como el 45 presidente de los Estados Unidos en el escenario fabricado al efecto en la escalinata oeste del capitolio de la ciudad, con el mall de fondo, desde una perspectiva fabulosa, en una ceremonia que es lo más parecido a una entronización sin corona. Tras el acto de jura Trump y su mujer recorrerán la Avenida de Pensilvania en algo parecido a un cortejo, desfile de mucha pompa, hasta llegar a su nueva residencia, la Casa Blanca. Y desde entonces la historia cambiará, sin que tengamos nada claro hasta qué punto y consecuencias.

Hoy se acaban los ocho años de presidencia de Obama, en medio de la controversia sobre cuál es su legado, y si Trumo es la herencia más visible del mismo. Es muy difícil juzgar años de presidencia en los que pasan tantas cosas, muchas de ellas ajenas a la labor presidencial, pero siempre se puede hacer un intento, por lo que aconsejo que lean a los expertos en la materia. Por lo que empiezo a ver los análisis son de un sesgado subido, fruto quizás de estos tiempos de gritos, inmediatez y mentiras atrapatitulares. Si juzgamos a Obama por las expectativas que generó su nombramiento, el fracaso de su gestión es enorme, como lo sería el de cualquiera que hubiese suscitado una ilusión semejante. La concesión de aquel preventivo Premio Nobel de la Paz, que tanto daño hizo a la propia academia, es una muestra de lo mucho que se esperaba y, en comparación, poco se obtiene. Si la juzgamos por las precedentes presidencias de Bush hijo, el balance es más que bueno, por lo que quizás la verdad esté en medio de todas las impresiones. Llegó Obama en medio del derrumbe financiero de 2008 y hoy en día la economía norteamericana crece y el desempleo está en mínimos, aunque los trabajos no son como los de antes y muchas heridas creadas por la crisis quizás no cicatricen nunca. Llegó a la Casa Blanca con la guerra de Irak y Afganistán aún abierta en canal, y trató de cerrarlas como pudo, pero la eclosión de la primavera árabe, que tanta esperanza trajo, y su mutación en islamismo salvaje produjo una desestabilización en todo oriente medio que ha empantanado a los EEUU en guerras locales y globales. Para luchar en ellas Obama ha recurrido a menos tropa sobre el terreno y mucho más dron teledirigido, innovando en el arte de la guerra y matando menos en apariencia, pero quizás tanto o más en números absolutos. La guerra de Siria ha sido, quizás, su gran fracaso, sobre todo por su promesa de actuar tras marcar unas líneas rojas y su inacción cuando fueron franqueadas. Esa guerra permitió a Rusia volver a la escena global, tras la primera conquista territorial que llevó a cabo en la Crimea antaño ucraniana. El ascenso de Putin en detrimento de Obama es visto por muchos como otra de sus taras, y gran parte de la opinión pública, especialmente en su país, considera que en el juego de estrategia que se vive entre ambos países EEUU ha salido bastante mal parado. De carácter reflexivo, frío y más reservado de lo que aparenta, ha sido el primer presidente que, desde hace mucho tiempo, ha puesto mucho más los ojos en Asia que en Europa, y eso nosotros lo hemos notado, acentuando la pérdida de influencia de nuestra región en el mundo. Le ha tocado gestionar los años de la explosión de las redes sociales y la viralidad, que entre otras cosas ha permitido que, nuevamente, el ránking de las mayores empresas globales esté encabezado por firmas de su nación como GAFA, acrónimo de Googl Apple Facebook y Amazon, dejando a las pujantes empresas chinas en segunda posición. Ha buscado liberalizar el comercio y abrir fronteras y, durante bastantes años de su mandato, las cámaras se han opuesto a sus medidas. Aprobó el Obamacare por los pelos, pero está por ver si durará como medida más allá de, pongamos, la semana que viene.

Frente a Obama, Trump parece el opuesto absoluto, y llega, también a la contra, con las peores expectativas posibles. Eso le da un margen para mejorar, y convertir un “no ha sido el desastre que augurábamos” en toda una victoria, pero el personaje y su comportamiento son completamente imprevisibles. Hoy el ambiente no será tan festivo en Washington como en otras ocasiones, pero es indudable la importancia y trascendencia del acontecimiento. No imaginé que iba a llegar a pasar. Ahora es verdad, y toca ver de qué es capaz la administración Trump y en qué nos puede afectar. Preparémonos para todo lo que se nos pueda ocurrir, y para lo que no

jueves, enero 19, 2017

Muchísimo frío, carísima luz

La nieve siempre deja unos paisajes de una belleza especial, los cubre y remodela a su antojo, y refleja un blanco silencioso que aletarga. Si lo que se cubre es una playa, al espectáculo visual se le suma el impacto de lo que consideramos como poco probable, y si la playa cubierta es una de las mediterráneas, de esas que asociamos a verano, a miles de turistas y a calor sin piedad, la escena roza el asombro. Ayer gran parte de los arenales de Alicante y zonas aledañas se cubrieron de una capa de nieve que, tierra adentro, era un manto blanco de primera categoría. Hacía décadas, muchas en algunos casos, que no sucedía algo así.

Coincidiendo con esta ola de frío, en un invierno riguroso como el presente, y en parte causada por el tiempo de estas pasadas semanas, se han disparado los precios del megavatio hora en el mercado eléctrico, precios de variación horaria que afectan a más o menos la mitad de los consumidores, los que estén en el llamado “Precio Voluntario del Pequeño Consumidor”. La alta demanda producida por el frío genera los máximos de consumo del mercado de invierno, igual que las olas de calor del verano y el tirón de aires acondicionados producen los máximos de consumo en esa época, que hoy en día suelen son los máximos del año. Por el lado de la oferta estamos ante un momento de cierta tensión, nunca mejor dicho, en la producción. Semanas de anticiclón estable y quieto han eliminado el viento y la lluvia de nuestros mapas del tiempo, con lo que la generación hidráulica baja mucho y la eólica se detiene del todo. Eso hace que tengan que entrar en servicio centrales que, habitualmente, suelen estar apagadas cuando, por ejemplo, sopla el vendaval y los molinos giran como locos, a un coste muy reducido. La energía de esas centrales que entran para compensar la falta de viento es, por un lado, más contaminante (mucho más si se encienden las de carbón que las de ciclo combinado) y más cara, entre otras cosas por el incremento del precio de los hidrocarburos tras la subida del petróleo. A todo esto tenemos que sumarle un factor ajeno, y es que desde hace unos meses un tercio del parque nuclear francés está parado por revisiones y mantenimiento, y el flujo de electricidad que va de allí a aquí ahora mismo está detenido o circula con mayor intensidad en sentido contrario. De hecho en Francia viven una situación en el mercado eléctrico aún más tensa que nosotros, habiéndose registrado ya apagones en algunas zonas, incluso barrios de París. Allí tampoco sopla el viento y de frío andan bien servidos. Todo esto ha provocado que el precio del megavatio hora en el mercado libre se haya disparado hasta los noventa euros, cerca de sus máximos históricos y, desde luego, bastante más de lo registrado en los últimos inviernos, que fueron más livianos. Precios caros y necesidad de consumir hacen que la factura de la luz de muchos hogares sea, en este enero, una bola que no deja de crecer y que, al no ser precisamente de nieve, carece de su belleza. La CNMC ha empezado a investigar si, además de todos estos factores, objetivos y conocidos, hay algo más, en forma de aprovechamiento por parte de los operadores para aumentar aún más los precios o no competir por ellos, pero en todo caso las causas de fondo que generan esas subidas están ahí, son conocidas por todos y poco se puede hacer, a corto plazo, para evitarlas. Quizá lo más efectivo sea ponerse un jersey de más en casa para no encender tanto la calefacción. Otra cosa no se me ocurre para solucionar el gasto de hoy mismo, jueves 19.

En la web de Red Eléctrica de España pueden ustedes ver tanto los precios de mercado del megavatio a tiempo real que se encuentra ahora mismo a 94 euros para las diez de la mañana, dentro de hora y tres cuartos, como la evolución de los mismos a lo largo de los pasados días. El máximo de precio se da, normalmente, de 18 a 23 horas. También pueden consultar en esa web un gráfico apasionante que es la producción y demanda estimada de electricidad en tiempo real, que para la jornada de hoy presenta dos picos, uno en torno a las 11 de la mañana y otro, el mayor, a las 20:30. Los precios suelen ir bastante parejos a esta gráfica. Infórmense, traten de ahorrar lo posible en su consumo, no escatimen si son personas necesitadas (niños, ancianos, enfermos, etc) y pónganse mucho abrigo. El invierno puede ser muy duro.

miércoles, enero 18, 2017

El Brexit empieza a tomar forma

Una de las grandes sorpresas del año pasado, no la mayor, que vino de EEUU, pero si igualmente amarga, fue la victoria de los partidarios del Brexit en el referéndum del Reino Unido. Fue el primero de los grandes triunfos que consiguió el populismo mentiroso, en una de las naciones más cultas y libres de occidente. Recordemos que tras ese resultado, el fracaso de David Cameron era imposible de superar y su dimisión llegó en breve. Le sucedió, entre los conservadores, la hasta entonces ministra de interior, Theresa May, una mujer seria, estirada, de porte escuálido pero mirada penetrante, y que tiene pintas de tener mucho carácter.

Ayer May pronunció un esperado discurso en el que desgranaba parte de las intenciones de su gobierno respecto a la ya cercana negociación con Bruselas respecto a las condiciones de la separación. De entre los duros y los blandos, May se alinea más con los primeros, sin caer en el fanatismo de Boris Johnson y algunos otros, pero las declaraciones que había hecho hasta el momento eran confusas, llenas de argumentos tan brillantes como “Brexit quiere decir Brexit” y cosas por el estilo. La negociación sólo empezará cuando el gobierno de May invoque el artículo 50 de los tratados de la UE, que es el que recoge la posibilidad de salida unilateral de uno de los socios, y ya se anunció en torno a otoño que esa invocación oficial se daría en marzo de este año, dentro de un par de meses. Desde entonces son muchos los rumores sobre la sensación de caos que existe en el gabinete May y su administración sobre cómo gestionar la salida, qué posición adoptar y qué es lo que se espera obtener de ella. Dado el desgarro de la partida británica y el daño que va a producir su marcha, a ellos y al resto de Europa, a todos nos convendría un Brexit blando, en el que los acuerdos y componendas fueran los más suaves y livianos posibles, pero da la sensación de que caminamos hacia un Brexit duro, en el que la UE quiera dar un castigo a los británicos por su actitud y de paso un mensaje a otros países díscolos que actúan de malas maneras, y los británicos puedan explotar hasta el fondo el maniqueísmo de sus argumentos y los presuntos réditos de la marcha. Por eso, también, era importante el discurso de ayer, que marca una primera toma de posición real del gobierno de Londres al respecto, y las palabras de May, que no sorprendieron mucho, fueron por esa línea de Brexit duro, de salirse del todo con todas las consecuencias. Afirmó que el país está dispuesta a renunciar al mercado único y a las cuatro libertades de circulación que lo definen (personas, mercancías, capitales y servicios) a cambio de volver a tener el control de las fronteras y una política migratoria autónoma. Con formas moderadas, pero discurso firme, May apareció como valedora principal de la irresponsable decisión de la marcha y dispuesta a llevarla hasta sus últimas consecuencias. Sólo ofreció, de manera recóndita, una vía para evitar todo este proceso, que es que el parlamento británico votará el acuerdo final de salida, y eso abriría, en teoría, la posibilidad a los antibrexit para revocarlo e impedir que se consume el proceso. El problema es que tras las últimas declaraciones del líder laborista Jeremy Corbin, en las que se alinea con la salida de la UE en un discurso que se viste de izquierdas pero que es de una derecha nacionalista tan cerril como la de May, dudo que una mayoría significativa de los diputados de Westminster se una para frenar este disparate.

Desde que el referéndum se celebró la libra ha perdido bastante valor, los precios en Reino Unido se enfrentan a un crecimiento que hace temer una vuelta de la inflación por sus fueros, varias inversiones se encuentran paralizadas y el futuro de los no británicos y de las instituciones y empresas multinacionales que allí se encuentran es, cada vez, más confuso y sombrío. ¿Aspira May a una alianza con Trump que le sirva para compensar los costes de la salida y, así, poder dar un portazo a Bruselas sin miedo? No lo se. En todo caso, sigo diciendo lo mismo desde verano. La marcha de Reino Unido es una mala noticia para todo el mundo, para ellos y para nosotros. Nadie gana cuando se divide y se hace más pequeño.

martes, enero 17, 2017

Conferencia de presidentes autonómicos

Se celebra hoy, varios años después de su última reunión, la conferencia de presidentes de las CCAA, un foro interesante que carece de competencias definidas, y que será analizado al final de esta jornada tanto por los acuerdos a los que pueda llegar como por las ausencias, dos, algo distintas a mi entender. Urkullu, por el País Vasco, no va por pose y para meter presión en la negociación de los presupuestos, y el gobierno no lo ve con malos ojos. Puigdemont, Cataluña, no va por convicciones y es el gran vacío del que hoy se hablará. El problema que refleje ese hueco no podrá ser solucionado por los presidentes regionales allí reunidos, les excede.

Sí pueden, y deben, abordar la gestión eficiente de los servicios públicos y su financiación. La clave de la creación de las autoridades regionales y locales no es la de crear baronías regionales y núcleos de poder particulares, como así lo han entendido muchos líderes y partidos, sino acercar al ciudadano aquellos servicios públicos que, por sus características, pueden ser prestados de manera más correcta por el organismo público más cercano. Dos son los problemas que debieran ocupar el centro de los debates de hoy. El primero es la parcelación en la que ha degenerado el sistema autonómico en lo que hace a sanidad y educación. Es absurdo cómo las CCAA se pegan para no atender a los ciudadanos que no están empadronados en sus territorios, dejándoles tirados en muchas ocasiones. Se ha dicho muchas veces que si uno es ciudadano “árbol”, que nace crece y muere sin moverse de su parterre no hay problema, pero pobre de aquel traslade su residencia, o por trabajo deba estar viviendo épocas en un lugar o en otro. Creo que es más fácil obtener atención sanitaria en otro país de la UE que en otra CCAA para cualquiera de nosotros, y tengo una experiencia personal muy intensa al respecto. El otro problema es el de la financiación de esos servicios. Tanto sanidad como educación, pilares ambos del estado de bienestar, son competencia y se ofrecen desde las CCAA, y generan enormes partidas de gasto, pero estos gobiernos regionales, que gastan tanto, apenas ingresan. Viven de las transferencias que la hacienda nacional les otorga en función del sistema de financiación autonómico acordado por todos, sistema que además de ser ya obsoleto no funciona desde hace tiempo. Lo que se ha hecho hasta ahora es poner parches a una especie de Frankenstein de fondos, cálculos y repartos que hace tiempo dejó de ser entendido, y puede ser esta la oportunidad para su reforma. Se debe estudiar si hacemos que las CCAA sean adultas, es decir, que recauden lo que gasten, y posean por tanto la llamada “corresponsabilidad fiscal” lo que les quitaría muchos de los argumentos en contra del estado central, al que como adolescentes acusan de ser un padre malo que no les da suficiente paga. Se debe acordar una cartera de servicios sociales homogénea y mínima suministrados por las CCAA, que sea igual para todos los ciudadanos de España, vivan donde vivan, y a partir de ahí la región que quiera ofertar más, puede hacerlo si corre con los gastos. El papel de la administración central debiera ser el de velar porque esa cartera mínima se cumple de forma efectiva y nivelar aquellos casos en los que las regiones no sean capaces de otorgarla, velando así por la igualdad de todos. Y por supuesto, realizar las políticas horizontales comunes a todo el país que son de su competencia, y de las que no puede eludir su responsabilidad, dado que tan injusto es que las CCAA acusen de todo al gobierno como que éste las use de excusa para no hacer frente a sus propias responsabilidades.

Este tema de la financiación regional es uno de los más complejos y discutibles que existen, dado que no hay dos territorios iguales ni en renta ni en superficie ni en demografía, dispersión, accesibilidad, dotación de infraestructuras, necesidades ni de ninguna otra variable que se les pueda ocurrir. Hay muchos modelos en otros países para tratar de llevarlo a cabo, ninguno es perfecto y en todos los casos hay algunas disfunciones y problemas, pero es evidente que el que tenemos ahora en España, que durante los años de la burbuja funcionó, hace tiempo que ha dejado de ser útil y justo. Urge su reforma, y que los hoy reunidos se lo tomen muy en serio.

lunes, enero 16, 2017

Empieza la lucha por el liderazgo del PSOE


De las pocas certezas que tenemos para este 2017, cuatro de ellas pasan por la celebración de los congresos de las principales formaciones políticas de nuestro país, obligadas a renovar sus liderazgos tras el desastroso año 2016, desastroso para todos, aunque quizás ellas no quieran verlo así. Los cónclaves más emocionantes son los de Podemos y el PSOE. En Podemos el cruce de espadazos entre pablistas, errejonistas y anticapitalistas se efectúa a través de amorosos mensajes en las redes sociales, lo que le da un toque entre absurdo y “pimpinilesco” si me lo permiten. Pero bajo esa apariencia ñoña se esconde una cruel lucha de poder en la que, probablemente, el líder supremo actual lamine a todos los que no le adoran como es debido.
 
En el PSOE todo es mucho más complicado. Incluso los propios socialistas están de acuerdo a la hora de calificar como horrible su situación. La posición de bloqueo a la que lo llevó Pedro Sánchez, la traición a la que le sometió Iglesias, el aprovechamiento de la situación por parte del PP, los resultados electorales, cada uno peor que el anterior… 2016 es un año de letanías para las gentes de Ferraz, que culminó en un comité federal convulso y lamentable, lleno de incidentes, que acordó la salida de un fracasado Sánchez pero que dejó herido al partido, abierto en canal ante una opinión pública que asistía, con una mezcla de asombro, pena y morbo, al despiece de las siglas históricas. La gestora constituida tras ese aquelarre se puso como objetivo doble el de coser el partido y organizar la convocatoria de un congreso en el que zanjar el problema del liderazgo, y para ello decidió, no le quedaba otra, propugnar la abstención en la investidura de Rajoy, para que no fuera el clima electoral el causante de una nueva, quien sabe si letal derrota. En los meses transcurridos no ha habido muchas novedades, pero sí algunos movimientos. Fruto de sus erróneas declaraciones y su trayectoria errática, la figura de Sánchez se ha ido devaluando poco a poco, y muchos de sus fieles le han abandonado, siendo sintomático que la más relevante de sus defensoras, Zaida cantera, que llama día tras día a la militancia para que le apoye, sigue sin ser militante. Susana Díaz, la lideresa, que descabalgó a Sánchez en la pugna del año pasado, sigue por su parte deshojando una margarita que tiene más pétalos que euros el déficit público, y no anuncia si se presenta o no, cuando todo el mundo le da como candidata. Tras el comité federal de este fin de semana se ha abierto el plazo para presentar candidaturas a la secretaría general, que será elegida mediante las letales primarias, y ya hay un primer aspirante. Los rumores pasados han resultado ser ciertos y Patxi López anunció, ayer domingo, que se postula a liderar el PSOE, desde un discurso de izquierda clásica, según fueron sus palabras, sin terceras vías ni rendición ante la política del PP. En su presentación estuvieron presentes algunos de los llamados “sanchistas” y es que la candidatura de López puede aspirar a representar al sector díscolo frente al oficialista, que es el encarnado por la “tirapétalos” Susana. ¿Es esto así? ¿desactiva la candidatura de López una intentona de Sánchez? Si Susana se presenta, ¿se puede llegar a una candidatura de consenso para no fragmentar aún más el partido? ¿Puede haber terceros candidatos y una elección reñida, como pasó en la ocasión anterior? ¿Será capaz el PSOE de reconstruirse y hacer frente al asalto cruel de Podemos y a la crisis que vive la socialdemocracia europea? Todas estas preguntas y muchas más, debieran encontrar respuesta en los próximos meses. Sino, la crisis que vive ahora el partido puede ser devastadora para su futuro.
 
No puedo evitar dedicar unas líneas a Javier Fernández, presidente de Asturias, responsable máximo de la gestora del PSOE, que desde ese convulso comité vive al frente del partido, en una situación que nunca le hubiera gusta ver ni padecer. Se ha revelado ante todos como un hombre sensato, coherente, tranquilo, certero en sus palabras y análisis. En un tiempo de infantilismo, ansia por las prisas, tuits de cuatro palabras (muchas mal escritas) y eslóganes vacíos, Fernández ha demostrado ser un señor con la cabeza bien amueblada, las ideas claras, expresión certera y mirada larga, alejada de la cruda y falsa inmediatez. Su presencia es lo mejor que le ha podido pasar al PSOE, y sus crítico, y letales odiadores de Podemos, lo saben.

viernes, enero 13, 2017

Guerra fría europea y guerra que se calienta en Asia


Las peripecias de espías que llenan actualmente los titulares de los medios son tan asombrosas como, aparentemente, propias de otra época. Pareciera que revivimos los años más duros de la guerra fría entre EEUU y la extinta URSS pero con el seguimiento informativo instantáneo de hoy en día, lo cual es contradictorio en sí mismo. La desaparición de Christopher Steele, el presunto agente de origen británico que elaboró el informe sobre las supuestas prácticas sexuales de trump que pueden servir a los rusos para chantajearle pone aún más morbo, y preocupación, en un asunto propio de una novela de Le Carré.
 
Pero por un momento quiero girar el foco de la actualidad a otro escenario de potencial conflicto internacional, en el que también va a ser decisiva la política que desarrolle el descontrolado Trump, que es aquel que se desarrolla en el mar de China. Apenas prestamos interés a las pocas noticas que nos llegan desde esa parte del mundo, una de las más importantes tanto por demografía (ahí vive casi más gente que en el resto del planeta) como  por desarrollo económico y fuente de conflictos. Taiwan y los recelos entre China y Japón han sido tradicionalmente las fuentes de problemas en la región, pero últimamente son muchos los frentes que crecen, todos ellos asociados al cada vez más poderoso papel de una China que ya no es una potencia regional, sino mundial. Desde hace no pocos años China ha ido expandiendo su zona de influencia por la zona, mediante acuerdos comerciales con países vecinos y a través de la explotación por medios propios de los recursos económicos, muy importantes en lo que hace a yacimientos de gas y petróleo. Una de las estrategias chinas ha sido la de construir islas artificiales para tener suelo firme donde asentar plataformas petrolíferas y centros de estudio e investigación marino, según han señalado siempre las fuentes oficiales de Beijing. Esto ha hecho que, poco a poco, el mar de la China meridional esté tapizado de islitas desde las cuales, resulta obvio, es muy fácil abastecer flotas y tropas en caso de una incursión militar y, en todo caso, sirven como amenazadoras cabezas de playa para recordar a los vecinos que el poder chino está ahí, creciente y sin cesar de avanzar. ¿Quién ha sido tradicionalmente el encargado de frenar estas aspiraciones expansionistas chinas? Sí, sí, el de siempre, EEUU. Su flota del Pacífico pasa bastante tiempo a lo largo del año deambulando por la zona, sin disparar un tiro, pero abrillantando cañones y pistas de portaaviones para lanzar el mensaje de que ellos también tienen “islas” y que además, se mueven. El objetivo inicial de esa flota era el de garantizar la seguridad de un Japón ocupado tras la Segunda Guerra Mundial, y que por la normativa que se le impuso no podía desarrollar unas fuerzas armadas de dimensión mínima. A medida que China ha ido emergiendo del mar y de la pobreza para convertirse en el gigante que es hoy, el papel de esa flota se ha ido volviendo más ambiguo y complejo, ofreciendo su paraguas de seguridad a otros países y regiones, pero aumentando a la vez el riesgo de confrontación con la creciente flota china. Para entenderlo mejor, la situación que se vive en esas aguas recuerda mucho a la que se vivía en la guerra fría entre EEUU y la URSS, siendo ese mar meridional el centro de Europa, estando las posiciones militares de una y otra potencia mirándose de cerca a ambos lados. Cambien URSS por China y a los países europeos por los correspondientes en el sureste asiático y pueden hacerse una idea de la situación.
 
Pero las similitudes se acaban ahí. Digamos que la principal diferencia es que en Europa ya se había producido una guerra (más bien muchas) y, pese al riesgo, había una serie de códigos establecidos entre EEUU y la URSS para evitar equívocos y desastres mutuos, aunque a veces se estuvo cerca de esa catástrofe global. Nada de eso parece existir entre EEUU y China, y el nivel de riesgo en la zona crece día a día. ¿Es plausible el estallido futuro de una guerra, o al menos un conflicto abierto, entre ambas potencias? Más allá de los mensajes de propaganda que surgen de ambos bandos, la zona se está calentando sin cesar desde hace años, y tarde o temprano algo, no se el que, quizás cambie o salte para liberar tensiones. Mucha atención a lo que allí pueda acabar pasando.

jueves, enero 12, 2017

Trump ya está aquí


Confiábamos algunos, de manera ingenua, tímida, pero deseosa, que la llegada de Trump a la presidencia de EEUU supusiera un cambio en la persona y el personaje, que el peso de la responsabilidad, el miedo a lo logrado, el cargo y sus cargas, apaciguarían el volcán y darían un sentido de responsabilidad y mesura a un hombre que, en su cargo, debe tenerlo en todo momento. A medida que Trump ha ido nombrando cargos para su administración esa esperanza se ha ido diluyendo, al ver que el personaje quiere gobernar, no planea estar cuatro años jugando al golf sino mandando. Y de quienes se ha rodeado poca cosa buena se puede esperar.
 
La rueda de prensa de ayer fue la confirmación de las peores sospechas de muchos, la presentación en sociedad, a nueve días de su juramento como presidente en las escaleras del Capitolio, de un sujeto descontrolado, mordaz, bruto, chabacano, matonista y todos los adjetivos que ustedes quieran emplear para describir a quien, en parte, puede condicionar los designios de todos nosotros, de maneras que ni pueden imaginarse. Trump, casi como presidente, desgranó sus promesas de campaña, y afirmó que las va a llevar a cabo. Construirá el muro con México y los del país vecino lo pagarán “ya lo verá usted como es así” le señaló a los periodistas al respecto de esta promesa y muchas otras. Derogará el llamado Obamacare, subsidio médico para una parte de los muchos norteamericanos que carecen de seguro privado, habrá infinitos empleos a lo largo de su mandato porque va a ser el mayor creador de empleo que Dios ha creado, (lo dijo así, literalmente) admitió que Rusia está detrás de filtraciones y hackeos informáticos a la vez que zurraba sin piedad a las agencias de seguridad que, dentro de poco más de una semana, van a depender de él… A cada afirmación de un Trump en sin pose presidencial pero con aire desatado el nerviosismo crecía en mi e, intuyo, en todo aquel que estaba siguiendo la rueda de prensa. El momento culminante llegó cuando negó la palabra a un periodista de la CNN, cadena a la que acusó de mentir por haber publicado la noticia de que Rusia podía tener también información secreta del casi presidente, relacionada con un acto sexual llevado a cabo en un hotel de Moscú, y que estaría dispuesta a usar para chantajearlo. Trump no dejó preguntar al periodista, pero no sólo hizo eso, no. Le acusó de mentir, le insultó en público, le humilló a él y a su medio, y con una arrogancia insultante le ignoró. La escena es alucinante, y deja bien a las claras cuáles van a ser las formas del mandato de Trump con aquellos que no sean de su cuerda. Quizás la CNN se haya equivocado, o no, pero en todo caso equivocarse es algo que nos pasa a todos cada día, y los periodistas como profesionales cometen aciertos y éxitos. Hay que alabar los primeros y criticar los segundos, pero lo de ayer no tuvo nada que ver con eso. Lo más parecido a esa escena la he visto yo en España con otro populista de, en apariencia, muy distinto estilo, pero idénticas formas y fondo, Pablo Iglesias. Iglesias también se ha destacado por ser un adalid de los medios de comunicación que le alaban y un crítico fiero, insultante, de los que no, llegando a menospreciar cabeceras y marcas por el mero hecho de que no le hagan la pelota como es debido. Famosa es la escena en la que, en una rueda de prensa, se metió con un periodista que no le caía bien, delante de todos sus compañeros, en lo que fue un acto de soberbia e insulto a la profesión que Trump ayer elevó a categoría de fenómeno planetario.
 
La diferencia, absoluta entre ambos personajes, es que Iglesias no es casi nadie y Trump está  a punto de ser casi todo. La imprevisibilidad, arrogancia y sorpresa van a ser las características de un mandado, el suyo, del que nada bueno espero, por lo que el margen de sorpresas positivas está ahí, pero visto lo visto ayer preparémonos para la irrupción de un impresentable en la esfera mundial. El daño que su presidencia puede producir a la imagen de EEUU en el mundo es colosal, y eso puede ser el menor de los problemas a los que nos lleguemos a enfrentar si, como parece, gobierna con la mano firme y zafia que ayer mostró a un sorprendido, y asustado, mundo.

 

miércoles, enero 11, 2017

Oro moral para las víctimas del Yak 42


Una de las mayores crueldades de entre las muchas que se dan en este país es el abandono, el desprecio, el olvido de las víctimas. Sea cual sea la causa de la tragedia que le aflige, accidental, médica, social o la que fuera, la víctima es vista por nuestra sociedad como una carga, una muestra culpable de un hecho odioso, que al cebarse en ella la estigmatiza. Décadas costó que las víctimas del terrorismo fueran tratadas como tales, tras infamias sin fin, que hoy mismo vuelven a asomar en boca de algunos que se hacen llamar progresistas. El reconocimiento y reparación de su dolor es aún una deuda pendiente de la sociedad española con ellas y, también, consigo misma.
 
El accidente del Yak 42 dejó decenas de muertos y cientos de familiares heridos en su interior para siempre. Aquella desgracia fue el inicio de una cadena de noticias que no hicieron sino ahondar aún más la sensación de catástrofe que supervivientes y allegados tenían de lo sucedido en el maldito vuelo que se estrelló contra aquella montaña turca. Las dudas que día tras día surgían sobre el estado técnico del aparato, contratos inflados que, en su mayoría, no cubrían las garantáis del servicio y que en muchos casos no aparecían, seguros inexistentes… el accidente desveló no una trama, pero sí unas prácticas nauseabundas en las que lo que menos importaba era la seguridad del pasaje y, por encima de todo, primaba el interés económico de las partes que realizaban aquel transporte. A toda esta cadena de despropósitos se unió la bronca política. El gobierno del PP, con un Aznar camino de su último año de mandato, consciente en su interior de los muchos errores cometidos, se cerró en banda para no reconocerlos por miedo al desastre de imagen que ello supondría, y la oposición, que encontró en el accidente una herida abierta donde poder atacar, aprovechó su oportunidad hasta donde pudo. Y las víctimas, como siempre, olvidadas por unos y por otros. La caída del gobierno de Aznar tras el 11M supuso el relevo de Federico Trillo como Ministro de Defensa, pero no su caída personal en desgracia. Reticente a dar explicaciones sobre lo que allí sucedió, encontró acomodo en la embajada de Londres algunos años después, quién sabe si como pago a los favores prestados o los silencios culpables. Ni él ni sus jefes pasados y presentes dijeron nada sobre el Yak, con el objeto de que aquello se olvidase para siempre, y a ser posible las víctimas callasen. Durante los años del gobierno de ZP el Yak fue una bandera política, pero poco más. Ni se avanzó nada en la investigación del suceso ni fue encontrado documento alguno de los muchos que las víctimas reclamaron. En aquellos años ser víctima, de lo que fuera, era de lo más incómodo para el gobierno de pazzz que ansiaba crear un presidente que no era consciente de la realidad a la que se enfrentaba, como desgraciadamente se pudo comprobar posteriormente. Cayó el gobierno de ZP, llegó Rajoy a la Moncloa, Trillo ascendió a los cielos que circundan Whitehall y las víctimas del Yak ya no eran noticia. De vez en cuando algún breve sobre instrucciones olvidadas volvía a traer el tema a la memoria de algún articulista, pero eran piezas sueltas, esquivas, tratadas con indiferencia por editor y público. El hecho de que los muertos fueran militares, colectivo despreciado por parte de nuestra sociedad, y que obediencia debe al gobierno, los convertía en ideales para ser abandonados en la cuneta de la historia, para que, por hastío y agotamiento, las familias callasen de una vez, para que dejaran de molestar. Ese es el objetivo último de todo gobierno y de gran parte de nuestra sociedad con la víctima de lo que sea. Que deje de molestar. Cuántas veces se ha logrado ese infame propósito, cuántas….
 
El informe del Consejo de Estado de hace unos días, en el que se declara la responsabilidad que tuvo el gobierno de turno en la catástrofe, ha reavivado el debate, ha dado algunas esperanzas a las familias, que vagan por el desierto del abandono, y ofrece un asidero en el que, al menos, poder apoyarse para lograr un reconocimiento del dolor y petición de perdón por parte del gobierno actual, dado que nada esperan ya de los pasados. Es sorprendente que fuera ayer Cospedal la ministra que aportase, como dijo una de las portavoces de las víctimas, oro moral para paliar su dolor. La ministra se ha comprometido a buscar la documentación que nadie encuentra y que desde hace tanto se reclama. El tiempo nos dirá si lo logra o no.

martes, enero 10, 2017

Pensionistas, copago y rentas


La ministra de Sanidad, Dolores Monserrat, ya se ha metido en el primer gran lío político de su vida, y de paso con ella a todo el gobierno, en la primera polémica con fuste de la legislatura, probando en sus carnes el dolor que produce la interpretación de una entrevista. Fue ayer en Radio cuatro, RNE en catalán, cuando afirmó que era injusto que el copago farmacéutico no discriminase en renta y tuviera iguales cuantías para aquellos pensionistas que ingresan entre 18.000 y 100.00 euros, y que eso era algo que había que revisar. No tardó mucho en levantarse la polémica y, por la noche, en un tuit, la ministra rectificó y dijo que el gobierno no tenía previsto aumentar el copago para los pensionistas de altos ingresos. Donde dije digo…
 
Bueno, me voy a meter en la polémica y, aunque no sea muy habitual, voy a defender con ganas a la ministra, porque su idea es totalmente lógica. La discriminación por renta tiene sentido pero sólo si se establecen tramos que permitan acotarla de una manera que esa estructura troceada tenga un sentido real. Pensemos por el lado de los ingresos. El IRPF es progresivo en el sentido de que paga más el que más tiene, expresión que como principio es indiscutible, pero que en la práctica admite muchas soluciones. La más empleada es la de trocear las rentas por tramos y aplicarles impuestos crecientes a cada uno de ellos, de tal manera que aquellos situados en los tramos altos paguen más que en los bajos. Y este sistema adquiere sentido si el tamaño de los tramos no es absurdo. Pongamos el intervalo al que ante me refería. ¿Consideran ustedes que un asalariado que gane 18.000 euros debe pagar el mismo IRPF que uno que gane 100.000? ¿Verdad que no? De hecho no lo hace, los tramos del IRPF son más cortos, mucho más cortos, porque hay un mundo entre esas dos cifras. Por ello, que el copago establezca escalones tan anchos es absurdo. Y a efectos de pago me da un poco igual que si quien lo hace es pensionista o no. Podrá aducirse que los pensionistas tienen una renta limitada (que nunca alcanza los 100.000 euros anuales por vía pública) pero más escuálida es la renta del desempleado, o de aquel que enlaza contratos parciales de jornada reducida. El pensionista tiene garantizada, el actual, no el futuro, sus ingresos, y es cierto que su consumo de medicamentos es más elevado que el del ciudadano común, pero nuevamente puede haber diferencias de rentas y de situaciones de salud personales que hagan absurdo el que unos tengan accesos ilimitado a los medicamentos y otros no. Penemos en personas de edad media en su época laboral, que sufren de afecciones crónicas, y jubilados que disfrutan de una muy buena salud. Los segundos, que apenas consumen medicamentos, los tendrían casi gratis, mientras que los primeros, que los necesitan, pagarían bastante dinero por ellos, sea cual sea su situación laboral en el momento, buena, mala o inexistente. La idea del acceso universal y sin restricciones de los jubilados a los medicamentos tuvo su sentido en una época en la que, seamos sinceros, el porcentaje de población jubilada sobre la total era escasa y su esperanza de vida también resultaba ser corta, por lo que el coste global de esa medida era escaso o, al menos, contenible. Esos dos factores, junto con el coste propio de los tratamientos médicos, no dejan de crecer y hacen que la factura para el estado sea cada vez más gravosa. Lo que Dolores Monserrat no dijo, pero se le entendía, es que los números no dan.
 
¿Hay soluciones para esto? Sí, y en estos tiempos tecnológicos más. Pensionistas y desempleados, por poner dos colectivos en necesidad, cobran puntualmente del estado, que conoce perfectamente sus ingresos, y puede hacer que cada una de sus facturas de compra de medicamentos sea distinta en función de los ingresos que posean en cada momento. La tecnología actual y el uso del Big Data permite hacer maravillas en estos aspectos, y se puede lograr que aquellos que poseen bajos ingresos, sea cual sea su situación personal laboral (trabajen, estén parados o sean pensionistas) no paguen por los medicamentos y los que posean rentas altas paguen más. Es cuestión de ganas, algo de sentido común y ponerse a ello.

lunes, enero 09, 2017

Caos en la inteligencia de EEUU


Quedan menos de dos semanas para que llegue el viernes 20 de Enero y Donald Trump jure su cargo como cuadragésimo quinto presidente de los EEUU ante las escaleras del Capitolio, y nada de lo que antecede a este momento está resultando normal. Es más, desde su sorprendente elección se suceden escenas y noticas que parecen absurdas, pero que, además, son graves. La bronca que hay organizada ahora mismo entre los servicios de seguridad de los EEUU y el futuro presidente resulta asombrosa, inaudita y, bajo todo punto de vista, incomprensible. Todo el mundo parece haber enloquecido y ahora mismo Washington es uno de los mayores caos que uno pueda imaginar.

 

La NSA, lacia y el FBI, tres organizaciones enormes, poderosísimas y, según los conspiranoicos oficiales del planeta, las dueñas del mismo, publicaron hace pocos días un resumen desclasificado de su informe en el que acusan al gobierno ruso de estar detrás de una campaña de desestabilización de las pasadas elecciones de noviembre, campaña cuyo objetivo fundamental era el de propiciar la victoria de Trump o, al menos, sabotear la campaña de Hillary Clinton. Estas acciones desestabilizadores serían principalmente ataques cibernéticos a la seguridad del partido demócrata, mediante la violación de sus servidores y acceso a sus informaciones confidenciales, y posterior divulgación de las mismas, todo ello combinado con la siembra de noticas falsas a través de portales y medios de comunicación afines a Rusia, que luego serían convertidas en virales por los medios convencionales de todo el mundo. El informe no se atreve en ningún momento a afirmar que las elecciones, fruto de todas estas influencias, fueron amañadas, porque sus redactores son conscientes de que no hay pruebas para afirmar algo tan contundente ni es posible determinar, de manera precisa, qué efecto han tenido estos ardides en el votante, pero siembra una sombra de sospecha que, como mínimo, intranquiliza y da mucho que pensar. Es una ingenuidad supina escandalizarse ahora porque hemos descubierto que los rusos espían y manipulan, al igual que lo hacen los americanos y el resto de servicios de espionaje del mundo, de hecho, para eso se crean y trabajan cada día. Lo novedoso es que la hiperpotencia global admite que uno de sus rivales, no tengo claro si el más fuerte y peligroso, ha logrado penetrar en sus sistemas e influirlos. No deja de ser la asunción de un propio fracaso de seguridad y, entre líneas, una palmada de envidiosa felicitación a los servicios rusos, que han logrado un éxito para su causa. A partir de este informe, el enrarecido traspaso de poderes entre la administración Obama y los nuevos responsables nombrados por Trump se ha convertido en un circo, con acusaciones de todo tipo en las que es el propio Obama, muy nervioso, el que encabeza las críticas hacia su futuro sucesor, ante un Trump que siempre se ha mostrado comprensivo y admirador de la figura de Putin. Durante los últimos días hemos llegado a la esquizofrénica situación de que un presidente que se va, Obama, use los informes de sus servicios de inteligencia para desacreditar la victoria del candidato, mientras el candidato, a punto de ser presidente y jefe de esos mismos servicios de inteligencia, se dedica vía twitter a criticar a sus propias agencias, a descalificar informes y a despotricar contra todo aquel que dude de su victoria. El futuro gran jefe del espionaje norteamericano dudando de sus propias agencias y criticándolas en público. Esto es lo nunca visto.

 

¿Qué hay de cierto en estas acusaciones sobre el hackeo ruso? Algo, seguramente. Lo que hay que tener muy claro es que Trump ganó las elecciones porque millones de votantes demócratas no fueron a las urnas a apoyar a su candidata, y eso no tiene nada que ver con espionaje ni malas artes. Pero eso no quita que, como era sabido, la preferencia de Putin era claramente la derrota de una Hillary a la que no soportaba y la victoria de un Trump que se le parece mucho, demasiado quizás. ¿Habrá “influencia” rusa en las elecciones europeas de este año? No lo descarten, pero no achaquen a esos tejemanejes los resultados que, gusten ono, serán consecuencia de nuestros votos y acciones individuales.

 

jueves, enero 05, 2017

Cabalgatas de Reyes blindadas


Hoy es el día de las grandes cabalgatas de los reyes magos. A pesar de la competencia de figuras globales como Papa Noel o locales como el Olentzero, que están situadas en mejor posición del calendario para poder disfrutar de los juguetes, los Reyes siguen muy vivos en la tradición española, y en ciudades como Madrid resulta impresionante el despliegue de efectivos, medios y espectadores que asisten al acto, uno de los más multitudinarios de entre los que se celebran a lo largo de todo el año. Las caras de felicidad de los niños lo llenan todo y hacen que para los padres el esfuerzo de esta tarde, y el frío que se espera, ni se sienta.
 
Este año las cabalgatas están blindadas ante el miedo a ataques terroristas. Desde el puente de la constitución en adelante se reforzaron los medios de vigilancia y seguridad en las calles, ante el miedo a un atentado yihadista. Finalmente esos miedos se plasmaron en Berlín en forma de camión asesino, lanzado contra un mercadillo navideño, a penas a una semana de la Navidad. Una atentado en “formato Niza” si se me permite la expresión, que además del miedo y conmoción que supuso, llenó de angustia a los encargados de la seguridad de toda Europa, que contemplaban cómo las marabuntas que llenan sus calles en estas fechas estaban completamente desprotegidas ante algo similar. La orden que se extendió por todo el continente fue la de poner obstáculos, hacer lo que sea para que, si algún vehículo se lanzase, no pudiera arrollar libremente a la multitud. Y dicho y hecho, pasado el festivo navideño empezaron a proliferar jardineras, maceteros, bolardos y todo tipo de enseres, pesados y voluminosos, que ahora mismo se encuentran en todas las zonas peatonales y de paseo de las capitales europeas, con el objeto de disuadir o, en todo caso, minimizar los efectos de un posible ataque terrorista de este tipo. Para la cabalgata de hoy en Madrid, evento de muy difícil gestión dada la montaña de gente que se espera y su extensión física, a lo largo de más de tres kilómetros de longitud, el dispositivo es inmenso en cuanto a número de agentes movilizados, y el tráfico de camiones de más de 3.500 kilos estará prohibido en la zona de influencia del evento desde varias horas antes del inicio del desfile. ¿Son efectivas estas medidas? Sí, pero no mucho. Sobre todo dificultan la comisión de atentados cuyas tácticas ya se han visto con anterioridad, pero nos dejan expuestos a cualquier “innovación” que a las mentes malvadas del yihadismo les pueda surgir. El atentado de Niza fue, en este sentido, devastador, porque llega al punto de no requerir un arma para realizar una acción salvaje. Supuso la constatación, la asunción para los que todavía no lo habían hecho, de que el mal reside en la mente de quien quiere llevarlo a cabo, y los medios aparecerán, siempre estarán ahí, al igual que si queremos ayudar a alguien siempre encontraremos maneras de hacerlo, algunas obvias, otras no. Poner policías por las calles y muchos obstáculos es útil, sobre todo, de cara a transmitir a la población una sensación de seguridad, sensación que es necesaria para poder desarrollar la vida normal. Ver que hay gente moviéndose, trabajando, patrullando y haciendo cosas te da la imagen de que “algo se hace” y te otorga una seguridad, que no es sino una percepción, un estado de ánimo, y la amenaza terrorista se diluye. No quiero decir que estas medidas son un simple placebo, no, pero es evidente que poseen un componente similar y que, al igual que los falsos medicamentos, puede resultar positivo.
 
En estos días se ha sabido que el par de yihadistas detenidos a finales de diciembre en Madrid planeaban un grave atentado usando para ello armas automáticas. Su detención no ha generado grandes titulares, y pocos también han surgido al conocerse algunos de sus planes. Miles de páginas se hubieran llenado, tristemente, de haberlos conseguido llevar a cabo. Es esa labor callada, silenciosa, que no se ve, de las fuerzas de seguridad y de inteligencia, la que más nos protege de la amenaza del terrorismo. Y son esos servidores públicos que nos defienden los primeros en ser conscientes de que no será por sus muchos éxitos, sino por un solo fallo, por lo que se les recordará. Que los Reyes les traigan sus deseos, no se atiborren de caramelos y abríguense mucho esta tarde y todo el puente.

miércoles, enero 04, 2017

Turquía, niebla y frío en Navidad


Si leen esto, tengan un muy feliz año nuevo, y espero que las fiestas les hayan sentado tan bien a su espíritu como mal a su cartera. Medio país no se ha enterado de las navidades porque sigue sumido, desde bastante antes, bajo una espesa y gélida niebla que impide ver y vivir, y que hace que todo sea húmedo, torpe y peligroso. Las escenas de cencellada que se repiten día tras día adquieren toda su belleza vistas desde el refugio con una buena calefacción instalada, pero recuerdan que ahí fuera la vida es muy dura. El invierno, que de momento está siendo seco y muy frío, está gritándonos, desde esa niebla, que existe, vaya que sí existe.
 
Invierno virtual, nada de Navidad y año nuevo, es lo que se vive en Turquía. La nochevieja de 2017 ha estado marcada, desgraciadamente, por un nuevo atentado terrorista en Estambul, el último de una larguísima lista de ataques que a lo largo de 2016 han sacudido a Turquía con una frecuencia y fiereza asombrosa a la par que aterradora. Un tirador muy profesional entró en una discoteca de lujo, sita en el lado europeo de la ciudad, a orillas del Bósforo, e hizo uso intenso y eficaz del arma automática que portaba, y de muchos de sus cargadores. Un balance que alcanza los treinta y nueve muertos y cerca de setenta heridos, algunos muy graves, tiñó de luto la fiesta en esa ciudad y, por extensión, en medio mundo, que vivió las celebraciones de año nuevo en medio de enormes medidas de seguridad, con las macetas y bolardos como nuevos acompañantes no deseados de las muchedumbres. Ha sido 2016 un año nefasto para Turquía, cada noticia que llegaba del país era en forma de atentado o desgracia similar, y el golpe de verano y la represión posterior de Erdogan han venido a complicarlo todo aún más. Supongo que para los habitantes de ese país, de mayoría musulmana, para los que la Navidad bien poco representa, desearse un feliz año nuevo sonaría más a sarcasmo que a deseo sincero. En pocos lugares el deseo de que 2016 terminase sería tan intenso como allí, y miren la forma en la que ha comenzado 2017. A los dos días de la matanza los fanáticos islamistas de DAESH se la han atribuido, cosa no muy habitual en ellos en Turquía, y han lanzado la proclama de que habrá más atentados, y más sanguinarios, en respuesta a las acciones del ejército turco contra las posiciones islamistas en Siria. Recordemos que son dos los frentes militares en los que se encuentra embarcado ahora mismo el ejército turco. Uno, llamémoslo interno, es el que mantiene contra los kurdos en el este del país, que se encontraba bastante apaciguado, pero que Erdogan reavivó con fuerza hace un par de años. Este frente también se ha reflejado en forma de atentados en las ciudades turcas, más en Ankara que en Estambul. El otro frente, el externo, es el de la guerra de Siria, en la que Turquía ha jugado a varias barajas hasta que, al parecer, se ha decantado por golpear a los islamistas en su nueva alianza con Rusia. Y eso, tras años de rumoreados y nunca aclarados vínculos con DAESH a lo largo de la porosa frontera turca, ha supuesto que los atentados golpeen Turquís, sobre todo Estambul, con la fiereza a la que acostumbraban en otras localidades de países como Irak o Afganistán. El balance de muertos y heridos, y de pérdidas económicas generadas al turismo, a lo largo del pasado 2016, es demoledor, y arroja a Turquía por una pendiente de violencia, radicalidad y extremismo que, sinceramente, da mucho miedo.
 
Y tanto miedo, o más, produce la respuesta que otorgue Erdogan a todo este escenario. Se ha comprobado tras el golpe, que algunos definen como autogolpe, que nada le impide ya disimilar al autócrata de Ankara sus ambiciones de poder ilimitado. Hoy en día Turquía es ya, de facto, una autocracia, más cercana a la dictadura real que a la democracia formal. En este estado de cosas sigue siendo socia de la OTAN, y mantiene acuerdos trascendentales con la UE, no sólo en el tema de los refugiados, pero también. El deterioro de Turquía a lo largo del año pasado fue uno de los principales problemas que se le abrieron a Europa. En 2017, me temo, ese problema no va a hacer sino ir a más.