viernes, enero 13, 2017

Guerra fría europea y guerra que se calienta en Asia


Las peripecias de espías que llenan actualmente los titulares de los medios son tan asombrosas como, aparentemente, propias de otra época. Pareciera que revivimos los años más duros de la guerra fría entre EEUU y la extinta URSS pero con el seguimiento informativo instantáneo de hoy en día, lo cual es contradictorio en sí mismo. La desaparición de Christopher Steele, el presunto agente de origen británico que elaboró el informe sobre las supuestas prácticas sexuales de trump que pueden servir a los rusos para chantajearle pone aún más morbo, y preocupación, en un asunto propio de una novela de Le Carré.
 
Pero por un momento quiero girar el foco de la actualidad a otro escenario de potencial conflicto internacional, en el que también va a ser decisiva la política que desarrolle el descontrolado Trump, que es aquel que se desarrolla en el mar de China. Apenas prestamos interés a las pocas noticas que nos llegan desde esa parte del mundo, una de las más importantes tanto por demografía (ahí vive casi más gente que en el resto del planeta) como  por desarrollo económico y fuente de conflictos. Taiwan y los recelos entre China y Japón han sido tradicionalmente las fuentes de problemas en la región, pero últimamente son muchos los frentes que crecen, todos ellos asociados al cada vez más poderoso papel de una China que ya no es una potencia regional, sino mundial. Desde hace no pocos años China ha ido expandiendo su zona de influencia por la zona, mediante acuerdos comerciales con países vecinos y a través de la explotación por medios propios de los recursos económicos, muy importantes en lo que hace a yacimientos de gas y petróleo. Una de las estrategias chinas ha sido la de construir islas artificiales para tener suelo firme donde asentar plataformas petrolíferas y centros de estudio e investigación marino, según han señalado siempre las fuentes oficiales de Beijing. Esto ha hecho que, poco a poco, el mar de la China meridional esté tapizado de islitas desde las cuales, resulta obvio, es muy fácil abastecer flotas y tropas en caso de una incursión militar y, en todo caso, sirven como amenazadoras cabezas de playa para recordar a los vecinos que el poder chino está ahí, creciente y sin cesar de avanzar. ¿Quién ha sido tradicionalmente el encargado de frenar estas aspiraciones expansionistas chinas? Sí, sí, el de siempre, EEUU. Su flota del Pacífico pasa bastante tiempo a lo largo del año deambulando por la zona, sin disparar un tiro, pero abrillantando cañones y pistas de portaaviones para lanzar el mensaje de que ellos también tienen “islas” y que además, se mueven. El objetivo inicial de esa flota era el de garantizar la seguridad de un Japón ocupado tras la Segunda Guerra Mundial, y que por la normativa que se le impuso no podía desarrollar unas fuerzas armadas de dimensión mínima. A medida que China ha ido emergiendo del mar y de la pobreza para convertirse en el gigante que es hoy, el papel de esa flota se ha ido volviendo más ambiguo y complejo, ofreciendo su paraguas de seguridad a otros países y regiones, pero aumentando a la vez el riesgo de confrontación con la creciente flota china. Para entenderlo mejor, la situación que se vive en esas aguas recuerda mucho a la que se vivía en la guerra fría entre EEUU y la URSS, siendo ese mar meridional el centro de Europa, estando las posiciones militares de una y otra potencia mirándose de cerca a ambos lados. Cambien URSS por China y a los países europeos por los correspondientes en el sureste asiático y pueden hacerse una idea de la situación.
 
Pero las similitudes se acaban ahí. Digamos que la principal diferencia es que en Europa ya se había producido una guerra (más bien muchas) y, pese al riesgo, había una serie de códigos establecidos entre EEUU y la URSS para evitar equívocos y desastres mutuos, aunque a veces se estuvo cerca de esa catástrofe global. Nada de eso parece existir entre EEUU y China, y el nivel de riesgo en la zona crece día a día. ¿Es plausible el estallido futuro de una guerra, o al menos un conflicto abierto, entre ambas potencias? Más allá de los mensajes de propaganda que surgen de ambos bandos, la zona se está calentando sin cesar desde hace años, y tarde o temprano algo, no se el que, quizás cambie o salte para liberar tensiones. Mucha atención a lo que allí pueda acabar pasando.

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